Las primeras veces

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Cuando Adrien y Marinette salieron del baño no tardaron en comprobar que sus amigos seguían en el salón de la suite, y que parecían bastante ocupados.

Kagami llevaba puestas únicamente sus medias de rejilla negra hasta los muslos, mientras que el resto de su ropa aparecía esparcida por aquí y por allá. Estaba recargada de bruces sobre el reposabrazos del sofá, con las rodillas apoyadas en el asiento, las piernas abiertas y el trasero bien elevado. Un curioso sonido provocado por el cuero, algo así como «chuik, chuik», acompañaba cada movimiento de Luka, que la penetraba desde atrás, su miembro saliendo totalmente cada vez para volver a ensartarla de golpe hasta el fondo. El chico se giró para mirarlos en cuanto entraron.

-Hummmpf, lo siento, chicos; habéis tardado demasiado en la ducha, y ya no aguantábamos más. Os juro que acabamos de empezar.

Le dio una sonora nalgada a la japonesa y se apartó un poco de ella para volverse totalmente hacia los dos, pero la chica no cambió de postura, removiéndose impaciente, su sexo expuesto, enrojecido y empapado, preparado para continuar.

Marinette, pensando en lo que Adrien le había dicho sobre sus celos, apretó la mano del rubio tratando de reconfortarlo, aunque su expresión era hermética y no dejaba traslucir incomodidad por lo que estaba presenciando. Sin embargo, pareció agradecer su contacto: le guiñó el ojo, y le devolvió el gesto cariñoso.

Kagami echó una ojeada por encima de su hombro y resopló, poniendo los ojos en blanco.

-¿Ves lo que te digo, Luka? Adrien, eres tan...
-¿Tan, qué? -preguntó él, enarcando una ceja.
-Aburrido -concluyó ella-. ¡Mírate! Estás cogiendo a Mari de la mano. Estamos en una maldita orgía: si te apetece puedes ponerla a cuatro patas y metérsela hasta hacerla gritar, y tú... ¡la coges de la mano!
-Aparte de todo, somos amigos, Kag; pero no te preocupes, que enseguida pienso hacerla entrar en calor.
-¿Cómo quieres que nos lo montemos, tío? -preguntó Luka, buscando rebajar la repentina tensión-. ¿Me ayudas con tu novia y luego nos follamos a Mari entre los dos, o vas calentando a mi chica hasta que yo termine de dar su merecido a la tuya?
-Sigue tú con Kag. No voy a dejar a esta princesa solita y aburrida... -se encogió de hombros, mirando hacia Marinette, que le sonrió.

A Adrien le había molestado el comentario burlón de Kagami, y no le apetecía tocarla en aquel momento; que se quedara otro rato con Luka, si le parecía más divertido que él. Además, pensaba aprovechar cada minuto que tuviera a Marinette a su disposición; a su novia la podía tener prácticamente siempre que se le antojara, mientras que no sabía si podría volver a disfrutar así del cuerpo de la azabache. Si aquellas dos no dejaban de empujarle a que se comportara como un maldito cabrón, centrado solo en el sexo, se esforzaría en complacerlas. Se encaró con Mari, mirándola con deseo, y la hizo retroceder, colocando la mano tras su cintura, hasta tenderla completamente en la alfombra. Ella jadeó al sentir cómo se posicionaba entre sus piernas, y otra vez al sentir sus dientes atrapar suavemente uno de sus pezones. «Oh, sí -pensó él-. Descuida, Kag, que estoy más que dispuesto a hacer gritar a esta pequeña.»

Luka había comenzado a penetrar de nuevo a su pareja, sujetándola fuertemente de las caderas mientras se mecía en su interior.

-Comenzad suave, vosotros dos -pidió el peliazul, sin disminuir el ritmo-. Que me ha gustado lo de corrernos los tres a la vez: te toca llenar de leche el coño de mi princesa mientras yo le doy la mía de beber. Te la vas a tragar todita como una niña buena, ¿verdad, cariño?
-Hummm, síii -aseguró ella, excitada, mientras la lengua de Adrien no dejaba de recorrer sus pechos, y su miembro se abría paso en su interior. Movió las caderas en círculos para sentirlo mejor.
-Oh, joder... -masculló Adrien-. Nena, harás que me corra demasiado pronto si sigues moviéndote así.
-Tío, dame un momento para hacer gritar de verdad a tu chica, que enseguida iré a darle su rica merienda a la mía...
-¿Y tú, tan seguro estás de que vas a aguantar? -protestó Kagami, picada.

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