Marinette atravesó la gruesa cortina escarlata y se vio inmersa de inmediato en la orgía en pleno apogeo. Entrecerró los ojos para adaptarse a la penumbra, rota por los focos solo en ciertos puntos, y trató de localizar a Adrien en alguno de los grupos. A Luka, sin embargo, no deseaba ni verlo.Contempló con cierta fascinación el espectáculo que se desplegaba ante sus ojos. El ambiente empezaba a estar bastante cargado, y por todos lados la rodeaban los sonidos del placer desatado, los cuerpos acariciándose, enredándose y entrechocando en rítmico vaivén.
A su lado, un carnero enmascarado iba derramando lo que parecía alguna clase de licor espeso sobre el cuerpo de su pareja, y lamiéndolo sobre sus pechos, su vientre y su entrepierna. Un poco más allá, otra mujer con máscara negra y amarilla de avispa gritaba de placer mientras disfrutaba con dos hombres de una doble penetración. La azabache se estremeció, recordando la intensidad de las sensaciones que ella misma había podido experimentar.
La primera figura familiar que pudo reconocer fue la de Kagami. La japonesa manejaba con soltura uno de sus juguetes, estimulando analmente a su compañero mientras rodeada con sus labios su enorme falo, succionando con gusto. Y solo un poco más atrás, lo mechones azules de su novio llamaron inmediatamente su atención.
La posición en la que lo encontró nunca habría podido predecirla. A cuatro patas, su rostro se contraía por la excitación bajo su antifaz escamoso mientras otro chico lo embestía desde atrás a ritmo constante. Abrió mucho los ojos, impactada, retrocediendo un paso; sin querer, chocó contra una pareja de mujeres con máscaras de mariposa que se acariciaban voluptuosamente entre sí ante la atenta mirada de un hombre con antifaz plumífero de rapaz. Se disculpó como pudo y se apartó con algo de prisa ante sus sonrisas cargadas de lujuria.
Y por fin lo vio. Cat noir, con su antifaz de felino negro, su pelo rubio desordenado dándole un aspecto salvaje, de un tono más oscuro del habitual, supuso que a causa del sudor. Cuando lo localizó, besaba a una pelirroja de inmensos pechos, que el chico manoseaba lascivamente, pellizcando entre sus dedos los pezones erectos.
Marinette se quedó inmóvil, sin saber muy bien cómo acercarse. Le pareció que el chico había notado su mirada clavada en él, puesto que se volvió hacia ella. La azabache lo saludó tímidamente con la mano, sintiéndose un poco ridícula, todavía vestida entre aquella vorágine de piel expuesta y rostros enmascarados.
Él le correspondió con una media sonrisa, y un ligero cabeceo que parecía indicarle que estaría con ella más tarde. Luego, simplemente, la ignoró, para sumergirse de nuevo entre los pechos de la pelirroja, colocando su miembro entre ellos para que comenzara a masturbarlo.
Mari restó paralizada, con una mueca de incredulidad congelada en el semblante. Era como si no la hubiera reconocido, como si la viera como una más entre tantas, como si no mereciera que interrumpiera su placer por algo tan insignificante como reconciliarse con ella. Ni siquiera parecía enfadado o molesto; solo ocupado.
El propio ambiente había hecho lagrimear sus ojos desde que había entrado, impidiéndole ver con claridad; pero ahora, tras el indiferente rechazo de Adrien, el llanto contenido se acumuló de tal manera que casi no podía andar sin tropezarse, desorientada.
Avanzó a trompicones entre los invitados hasta la puerta, sintiendo que se ahogaba, y apartó la cortina de un tirón. Sin querer, se enredó torpemente con la tela en movimiento, y cayó sobre las rodillas y las palmas de las manos. El empleado de seguridad se apresuró a levantarla, y ella murmuró un simple «gracias» antes de tratar de volver a salir corriendo. Necesitaba abandonar cuanto antes aquel lugar.
Sin embargo, una mano firme la sujetó con delicadeza del brazo.
—Ladybug —murmuró, agradecido por tenerla por fin frente a él.
—¡Adrien! —exclamó ella, sorprendida—. Pero... te vi dentro, y tú... ¡estabas con aquella pelirroja!
—No era yo.
—¿No eras tú?
—Era otro chico con el antifaz de Cat noir, que yo me dejé aquí al salir con tanta prisa hacia tu apartamento.
—¿Hacia mi apartamento? —los pensamientos tardaban en penetrar en su mente embotada.
—Te dije que iba para allá cuando hablamos. Cuando... me colgaste.
—Oh, dios... lo lamento. Estaba enfadada, y...
—No pasa nada, bichito. ¿Puedo llamarte así?
—No —negó ella. No obstante, sonrió ligeramente.
—Quítate esa máscara y usaré tu nombre.
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Fantasías compartidas
FanfictionMarinette, Luka, Adrien y Kagami han fortalecido su amistad desde que son universitarios. Y una fantasía de la japonesa les llevará a profundizar su relación, y a compartirlo... todo. Esta historia es 90% perversión con un toque de sentimientos par...