Dark hole

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Fueron días ocupados para todos, con los exámenes finales en el horizonte. Entre eso, y que ninguno deseaba realmente sacar el tema, llegó el viernes y Luka todavía no tenía claro si Marinette consentiría en ir, o no, a la fiesta de máscaras.

Por lo pronto, había comprado para ella un conjunto de lencería muy sexy, en tono rojo encendido y con pequeños lunares negros, a juego con su antifaz. Se lo entregaría cuando llegase, con la idea de que ese regalo la predispusiera a aceptar la invitación.

Su teléfono móvil comenzó a sonar, anunciando una llamada entrante de Kagami. Descolgó enseguida.

—Hola, Luki, cielo; ¿preparado para la fiesta?
—Ansioso por llegar. La que me preocupa es Mari, que aún no me ha dicho que sí, realmente...
—No me hables, anda, que Adrien está empeñado en que no quiere ir. Sigue insistiendo en que, además de a mí, solo está interesado en meter su polla a tu queridísima y dulce novia.

Luka frunció el ceño, picado.

—Joder, Kag, te juro que ese rubio ya está empezando a tocarme los cojones. Él, y también Nette, con tanta tontería y tanto amor entre los dos.
—¿Celos otra vez, mi pitufito?
—Es que no sé por qué le dan tantas vueltas si realmente es solo sexo lo que tienen esos dos —se enfurruñó el músico.
—Bueno, ya sabes que se tenían ganas desde hace mucho tiempo... es normal que ahora se busquen. Piensa que nosotros seguimos siendo sus parejas oficiales, y que eso no va a cambiar. Deja que jueguen y se diviertan.
—¿Y a ti no te molesta todo este pasteleo que se traen entre manos?
—La verdad es que no. Ya sé que Nette es su punto débil, y si juego bien mis cartas, eso me beneficia. Él tiene su desahogo, disfruta de sus momentos con ella, y a cambio yo obtengo una notable libertad. Por ejemplo, la deliciosa juerga que vivimos en Niza. O esta fiesta: dice que no quiere ir, pero aún no le he dicho que he conseguido invitaciones para vosotros. En cuanto sepa que va su amiguita, te apuesto lo que quieras a que de repente deja de parecerle tan mala idea asistir. Él feliz, y yo me salgo con la mía.

El chico contestó con un resoplido. Levantó la mirada cuando escuchó el tintineo de unas llaves: la azabache ya estaba allí.

—Creo que ya llega Mari. Luego te mando un mensaje con lo que me diga.
—Vale, aunque a Adrien pienso decirle que va de todas maneras...

Luka colgó la llamada dispuesto a recibir a su chica con una sonrisa, aunque aquella conversación le había dejado un regusto amargo a celos difícil de ignorar. Entendía el razonamiento de Kagami, pero tras todo lo que había tenido que luchar para hacerse un hueco en el corazón de Marinette, para que ella dejara atrás el enamoramiento adolescente por su amigo y avanzara junto a él, aquella situación le resultaba demasiado inquietante.

—¡Hola, cariño!
—Hola, preciosa —saludó, acercándose a besarla—. ¿Qué tal ha ido el día?
—Estoy agotada...
—Ven aquí.

Le indicó que se sentara y se colocó tras ella, apartando su cabello y comenzando a masajear su cuello.

—Hmmmm, me encanta...
—Lo sé.

Continuó presionando suavemente con los dedos, notando como la chica se relajaba ante sus toques. Acompañó el movimiento con algunos besitos, que esparció por su nuca y su espalda. Ella suspiró, satisfecha.

—Tengo un regalo para ti.

Luka se levantó, a pesar de que ella protestó ligeramente por el final del masaje, y tomó una cajita envuelta en papel de seda, que le tendió. Al desatar el lazo y abrir la tapa, quedó a la vista el conjunto que había elegido para su chica. Mari sonrió al verlo.

—¡Es precioso! ¿Y esto?
—Quiero que seas la chica más sexy de la fiesta —contestó el peliazul guiñando un ojo.

Ella lo miró fijamente un instante antes de agachar la cabeza.

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