Me sonríe y yo le
sonrío, estamos demasiado cerca uno del otro, si abro mi boca, mis labios
podrían rozar los suyos. Lo veo a los ojos. Sus cristalinos ojos destellan un
brillo que se, es especial. Me gustan. Se acerca a mi oído, me susurra un
"te quiero". Siento su respiración en mi cuello, me estremezco, me
enamora. Vuelve a mis labios, aun sin tocarlos, suavemente acaricia mi mejilla
pasando su manos por mi nuca, me acerca más a él. Ya no puedo más, y lo beso en
sus labios, no contengo el amor que siento. Sus labios tocan los míos con
cariño. Se dibuja una sonrisa en mi rostro, y paso mi mano por su cabello
castaño, me toma por la cintura y me besa aun mas, amo sentir sus labios
acariciando los míos como las gotas acarician las rosas.
-Agnes- Separa su rostro del mío con un tanto de delicadeza y me mira a los
ojos con sus desgraciadas lagunas verdes- me gusta el sabor de tus
labios.
-Rubén- lo aparte, sentí el calor en mis mejillas. -¿Que estamos haciendo?
Me miro perplejo, y
justo después cerró los ojos con fuerza y meneo la cabeza.
-Lo siento, no debí
hacer eso.- Se levanto del sillón y camino un tanto nervioso.
-Está bien, no te
preocupes.- Trato de tranquilizarlo un poco. Tiro de su mano para hacerlo caer
en el sofá de nuevo. Y lo consigo. Me sonríe.
Maldición, nos gusta sonreír.
-¿Quieres…- Muerde
sus labios haciéndome morir por dentro, tartamudea y no termina de decir la oración
hasta unos segundos después. –Jugar a la Xbox.-
Vaya estúpido.
Me entrega un mando
y él se queda con el otro. Mientras el juego comienza, el empieza a mover la
pierna derecha de arriba abajo. Call of Duty Ghost. La máscara se apodera de la
pantalla y sale el inicio del juego. Sinceramente, yo soy una persona bastante
apasionada con lo que viene en video juegos, y digamos que Rubén no es tan
bueno en el Call of Duty.
-¿Te parece si
hacemos una apuesta?- Sugiero mientras carga el juego online.
-Vale, has captado
mi atención.
- Si yo gano, me
debes dar comida por un mes, en lo que yo me acostumbro.- Asienta con la
cabeza, y se queda pensando.
-¿Y si yo gano…?
-No creo que vayas
a ganar.- La partida carga y comenzamos a jugar.
-Si yo gano…- Dice
mientras escoge su arma y corre a buscar escondite. – Quiero que me digas algo.
-¿Decirte qué?
- Lo que sientas
por mí.
Paro el juego. Me
quedo mirando a sus ojos. Sin pensar, perdiendo la coherencia, y matando cada
una de mis neuronas, me abalanzo sobre sus labios. Y volvemos a besarnos. Me
sostiene por la cintura, y yo jugueteo con su melena. Llega a morder mis
labios, y siento un ardor, tan hermoso. Mis mejillas arden en color rojo. Y aun
bajo sus labios, en los míos se dibuja una ridícula sonrisa.
Madre de Dios. ¿Qué
sucede conmigo?
Me recuesta poquito
a poquito sobre el sillón, y sé que está mal. Pero estoy como inconsciente, me
dejo llevar por sus largas manos frías, cálidas, suaves y nerviosas. Tengo
miedo, digo, apenas lo conozco. Podría ser un tipo asqueroso.
Mierda Agnes, ¿qué está
sucediendo?
Lo detengo con
nerviosismo antes de que todo acabe.
-Dios, cuanto me
gustas.