Los árboles del parque se mecen con el viento. Camino con lentitud bajo las ramas ya medio desnudas cuyas hojas empiezan a caer con la llegada del otoño. Me gusta pasearme por aquí, contemplando el cielo de color ceniza. Acabo de tomarme un café para empezar la semana con energía, y como cada lunes por la mañana hago mi paseo matutino para cargar las pilas.
Lo primero que hago al llegar a casa es tomarme un baño caliente. Son las nueve y cuarto, todavía me queda tiempo antes de que llegue Rick. Mi horario poco convencional me permite mucha libertad, aunque no atrapo nunca una rutina estable.
La higiene corporal es una parte vital de mi vida diaria. Una buena hidratación de piel y cabello siempre viene bien, y si además añado un perfume exótico a mi escote y muslos, todavía mejor. Soy muy escrupulosa en ese aspecto. Mi trabajo lo exige.
Tras secarme el pelo, me visto y me maquillo. Como un tentempié rápido al tiempo que reviso las notificaciones del móvil. Fumo cigarrillo y después pongo un ambientador bastante intenso para disimular el olor a tabaco, y listo. Son las once de la mañana y espero pacientemente en el sofá. Llaman a la puerta.
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Diario de una prostituta
RomanceRelato sobre sexo prohibido, amores inconfesables y mucho erotismo.