Diario de una prostituta

Capítulo 2

Lo que más me gusta de Rick es su puntualidad. Abro la puerta, le recibo con una sonrisa dulce y le invito a entrar. Por unos instantes el viento gélido se cuela dentro de casa. Pensilvania es un estado aburridamente frío.

Rick me pide disculpas por adelantado porque no tiene mucho tiempo, va con prisas, pero no quería aplazar más nuestro encuentro. Hacía ya tres semanas que no venía. Deja su abrigo tirado en el sofá y me observa de arriba abajo con evidente interés. Creo que le gusta mi vestido ceñido de color fucsia, especialmente en la parte del escote pronunciado, donde posa su mirada durante unos segundos largos. Mi figura escultural reluce sólo para él. Le sonrío, coqueta, y le cojo de la mano para llevármelo a la habitación.

Allí se quita la camisa y se desabrocha el cinturón con agilidad. Lleva tiempo haciéndolo cada vez más deprisa. Me dice que no me mueva, que ya se encara él de desnudarme. Sus manos expertas bajan la cremallera del vestido situada en mi espalda mientras yo me recojo el pelo largo, oscuro y sedoso en una mano. Siento la calidez de sus dedos acariciándome la cintura con deseo, al mismo tiempo que noto su aliento en la nuca, donde me besa suavemente.

Dejo caer el vestido al suelo con un sensual movimiento de caderas puramente para el placer visual de Rick. Sé que adora observar mi cuerpo desde atrás, mi figura esbelta y estilizada, joven. Acto seguido desliza los dedos hacia el sostén de encaje y lo desabrocha a la primera.

Me giro hacia él y mis pechos se bambolean un poco. Él los toca y juega con ellos. Mis pezones de ponen duros, como su pene bajo el pantalón, y un cosquilleo me invade el cuerpo. Después desliza las bragas a lo largo de mis piernas suaves y me las quita.