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24 de diciembre, 1998.

Shawn: 4 meses.

Niall: 6 años.



El alfa suspiro con molestia al haber perdido la cuenta de los dólares que tenía, su alcancia en forma de cerdito destrozada a su lado.

En realidad, no había mucho que contar. Solo cuatro botones, tres pedazos de pelusa, una mosca seca y muerta y algunas monedas acompañadas de tres billetes de cinco dólares arrugados.

Su madre abrió la puerta del cuarto y observó la escena.

-cariño- dijo con suavidad acercándose -¿por que has quebrado al señor cerdito bailarín? Creí que querías guardar dinero para el juguete que viste en el supermercado-

Niall suspiro al perder la cuenta nuevamente y miro a la omega.

-si quiero el juguete- respondió -pero creí que dijiste que iríamos con la familia de la señora mendes para navidad...-

Maura asintió -iremos- aseguró.

-es que yo..- jugo con sus dedos en gesto de nerviosismo- quería comprar algo para cachorrito- explicó con las mejillas de color rojo.

Su madre frunció el ceño al no entender -¿cachorrito?-

-si, el bebé de la señora Karen- si cara se puso aun más roja al revelar por error el apodo que había puesto a ese bultito de mantas y constantes lloriqueos que lo habían dejado anonadado.

-ouh- su madre rio un poco de manera cariñosa -¿y querías comprarle un regalo?-

-si-

-entonces eso haremos-






Niall levanto la mirada para ver si su madre no lo observaba desde el retrovisor.

Se estiró un poco hasta tener entre sus manos la bolsa azul pastel con diseño de osos de peluche.

Teniendo cuidado de no hacer ruido, abrió delicadamente la bolsa y saco el obsequio que había comprado para el omega.

Se trataba de una suave mantita amarillo claro y un oso de peluche, el más esponjoso que había encontrado para evitar que el bebé se lastimara.

Los tomo con cuidado y observando de nuevo no tener miradas sobre el, apretó al oso de peluche contra el. Dejando que se llenara con su olor.

Su madre le había dicho que no podía marcar los obsequios con su olor debido a que era irrespetuoso.

Pero a él le gustaba que el bebé oliera a el, no solo a su dulce olor de galletitas de vainilla con miel.

Froto algunos minutos el peluche contra su fuente de olor hasta que quedó satisfecho.

Hizo lo mismo con la manta.

Olisqueó ambos objetos y notó su olor a lluvia y algo más que no sabía cómo se llamaba.

Puso todo donde estaba con cuidado de no hacer ruido y lo coloco donde estaba antes.

Sintió a su alfa interior hincharse orgulloso al saber que el Omega olería a el.

Una sonrisa sin tres dientes escapó de su rostro antes de darse cuenta.

𝚂𝚘 𝙻𝚘𝚗𝚐•𝚂𝚑𝚒𝚊𝚕𝚕•𝚘𝚖𝚎𝚐𝚊𝚟𝚎𝚛𝚜𝚎•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora