LA PELOTA

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- ALEJANDRO'S POV -

¿Por qué la pelota no quería meterse en la canasta?

- ¡Pelota mala, mala, mala! - grité, enfadado, y la tiré contra la pared. Rebotó y salió rodando.

- ¡Alejandrooo! - protestó Ted. Claro, él quería jugar porque la pelota sí se quería meter en la canasta para él.

- Esa pelota "ta estopeada".

- ¡No es verdad! ¡Ahora vas a por ella!

- ¡No!

- ¡Sí!

- ¡No!

- ¡Que síííí! - se quejó Ted, pateando el suelo.

- ¡Que noooo! - respondí yo, haciendo lo mismo.

- ¡Tú la tiraste! ¡Búscala o se lo diré a papá! ¡Ay! ¡Pero no me pegues! - gritó, y me devolvió el manotazo que yo acababa de darle. Él era más fuerte y me hizo daño. Quise llorar, pero en vez de eso le empujé.

- ¡Tonto!

- ¿Qué pasa aquí? - preguntó papá... Ted decía que era papá, pero en verdad yo no tenía de eso. El día anterior yo me atreví a llamarle así, a ver qué pasaba... y no pasó nada, más que me dio un beso. Se sintió bien cuando curó mi pupa. A lo mejor sí era papá...

Pero en ese momento papá estaba enfadado. No le gustaba que Ted y yo nos peleáramos.

- Tiró mi pelotaaaa - lloriqueó Ted, corriendo hacia él. Papá le cogió en brazos y yo me enfadé porque se chivara.

- ¡Y tú me pegaste!

- ¿Es cierto eso, Ted? - preguntó papá, mirándole muy serio. Ted, que había estado gimoteando hasta entonces, empezó a llorar de verdad.

- Pero él me pegó primero... ¡y me empujó!

- Sabes que no puedes pelear con tu hermanito - le regañó. - Os lo he dicho ya muchas veces.

Le dio la vuelta y le dio tres azotes.

PLAS PLAS PLAS

Ted lloró con mucha fuerza y se abrazó a papá, que se puso a mimarle y le dio un beso. Luego le dejó en el suelo y me miró a mí.

- Y ahora tú, señorito - dijo, y se acercó a mí. Yo salí corriendo. ¡Papá ya me había dado un azote una vez y dolió mucho!

Sin embargo, papá era más rápido que yo y me agarró para que no me escapara.

- ¡Noo! ¡No! ¡Suelta, maloooo!

- No te suelto, Alejandro, mírame.

- ¡Noooo! ¡Quiero ir con mamá! ¡Quiero ir con mamá!

- Mamá no está, tesoro.

- ¡Malo!

- Pero no es mi culpa, cielo. No es mi culpa que mamá no esté.

- ¡Pero me quieres hacer pupa!

- No, yo no te quiero hacer pupa, cariño. Pupa le has hecho tú a tu hermano al empujarle. Y sabes que no lo puedes hacer - dijo y me hizo mirarle. Me dio un beso en la frente y entonces me empujó contra él, sin que yo pudiera hacer nada. Cerré los ojos y sentí tres golpes en el culito. ¡Tres! ¡Me picó mucho!

PLAS PLAS PLAS

- Bwaaaaa

- Shhh. Ya bebé. No se pelea con los hermanos, ¿de acuerdo? Que los dos te queremos mucho.

- Tú ... snif... eres mi papá - le dije, confundido. Él sonrió al oírlo, y me dio un beso.

- Lo soy, Alejandro. Soy tu papá, y te quiero mucho. Aunque tu mamá no esté, yo estaré siempre.

Bueno, vale, Ted tenía razón. Era mi papá. Pero ¿podía pedir un papá que no tuviera la mano tan dura?

Un hermano y peque historias (precuela de "Once historias y un hermano")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora