PUNTOS BAJOS

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- TED'S POV -


CONCIENCIA DE TED: "Tranquilízate, Ted, que tiene diez años. Tiene diez años. No sabe lo que dice. No sabe lo que hace."

CABREO MONUMENTAL DE TED: "'¿No sabe lo que hace?' ¿Qué eres ahora? ¿Jesucristo el día en que le crucificaron? ¡A quien deberían crucificar es a él!"

CONCIENCIA DE TED: "Es tu hermano, hombre... Tu hermano pequeño".

CABREO MONUMENTAL DE TED: "¡No tan pequeño!"

Mi parte furiosa tenía razón. Alejandro ya no era tan pequeño. Yo tampoco era mucho mayor que él, pero tenía el suficiente cerebro como para saber que cuando me dicen "eso es privado, déjalo" significa que no puedo cogerlo. Alejandro no parecía saberlo, y ahí estaba, agitando mi dibujo delante de mí sin perder un segundo para ridiculizarme:

- ¿Quién es, eh? ¿Es tu novia? Porque es bien fea...

- ¡Tú si que vas a quedar feo en cuanto termine contigo! ¡No te va a reconocer ni papá, ¿te enteras? – grité, e intenté darle un puñetazo, pero pasaban tres cosas que me dificultaban un poco el asunto:

1. Él estaba subido en mi cama, por lo que en ese momento era más alto, y cada vez que yo intentaba subir al colchón también, él me empujaba. La altura le daba ventaja.

2. El jodido era muy rápido y me esquivaba sin problemas.

3. Yo en realidad no estaba seguro de querer acertarle... Estaba enfadado, pero una parte de mí me decía que si le daba un puñetazo luego me arrepentiría.

Por el momento sería mejor que me limitara a recuperar el papel. Aunque tampoco en eso tenía mucho éxito. Él se rió mientras saltaba ágilmente a la derecha, y luego a la izquierda, y siempre al lado contrario de donde yo estaba, como si pudiera adivinar mis movimientos, o algo.

- ¡Alejandro, dámelo!

- ¿Pero quién es?

En ese momento tuve suerte y me subí a la cama sin que me tirara. Me pegué contra la pared para que no pudiera empujarme, e intenté quitarle la hoja.

- No estoy bromeando, Alejandro. ¡DÁMELO!

- A lo mejor es tan fea porque tú dibujas fatal... ¿Tienes una foto, para comprobarlo?

Justo entonces yo agarré el papel, pero él tiró hacia el otro lado y se rasgó en dos. Creo que nunca había estado tan enfadado como en ese momento. Solté un grito de frustración y le empujé con todas mis fuerzas, tirándole de la cama. Me bajé de un salto, cayendo sobre él, y empecé a pegarle como debería haber hecho desde el principio.

- ¡NO! ¡No tengo una foto porque se supone que es mi madre, pedazo de idiota! – grité, queriendo llorar de rabia. Acompañé cada una de mis siguientes palabras con un puñetazo. – Era ... (puñetazo) ....un .... (puñetazo) ... dibujo... (puñetazo) ... de mi madre.

Me quité de encima suyo, repentinamente sudando y muy cansado. Me dolía un poco la mano. Alejandro lloraba y sangraba por el labio. Respiré fatigado durante unos segundos, y cuando recuperé el aliento recuperé también un poco de cordura. Podía haberle hecho mucho daño. Le había tirado de la cama y le había pegado muy fuerte. Tenía los nudillos rojos de los golpes que le había dado.

Me acerqué despacito, mientras él se tapaba la cara. Iba a intentar destapársela para ver si le había hecho algo "grave" pero él me arreó una patada, con una puntería excelente para acertar justo donde más duele. Joder con el enano. Me caí al suelo, y entonces él gateó un poco, sin llegar a levantarse del todo, y me pegó en el brazo. Para hacerlo se destapó la cara y así comprobé que aunque seguramente le dolería, no le había hecho nada serio.

Un hermano y peque historias (precuela de "Once historias y un hermano")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora