EL REGALO

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- AIDAN'S POV -

La casa estaba sumida en ese silencio tenso propio de las películas de terror. Sabía que con ocho niños en la casa el silencio no era normal y por tanto nada bueno. Arropé al bebé Dylan y a Cole, que estaban durmiendo una siesta, y fui a ver qué hacían los demás.

Me tranquilicé un poco al ver que Ted y Alejandro estaban relajaditos jugando con la arcilla. Se estaban poniendo perdidos, pero habían colocado un trozo grande de papel para no manchar el suelo. Estaban haciendo un regalo de cumpleaños para una amiguita que les había invitado a su fiesta. Eran unos pájaros de colores que, sin ser perfectos, estaban considerablemente bien para ser obra de unos niños de nueve y siete años.

 Eran unos pájaros de colores que, sin ser perfectos, estaban considerablemente bien para ser obra de unos niños de nueve y siete años

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Estuve con ellos un rato, calladito porque sino "no les dejaba concentrarse" y luego fui a buscar a Barie y Madie. Las encontré jugando a una combinación extraña entre casita de muñecas y barco pirata. No entendía como podían fusionar algo así, pero para ellas parecía tener mucho sentido. Me quedé con mis nenas por un ratito y finalmente me fui a ver qué estaban haciendo los gemelos.

No encontré a Harry y a Zach por ningún lado. Busqué por toda la casa y, cuando quedó claro que no estaban dentro, pensé que podían estar en el jardín. Me asomé a la puerta trasera y efectivamente allí estaban, jugando a la pelota. Ellos sabían que no podían salir solos y sin avisarme... Me acerqué a mis peques algo airado, porque la preocupación una vez aliviada había dado paso al enfado. Los dos reían ajenos a todo y solo me vieron cuando paré la pelota con el pie.

- ¿Os ha dado papá permiso para salir? – inquirí, quizás en un tono algo más duro del que solía emplear con ellos. Zach me miró con sus ojitos brillantes y ahí recordé que eran mis bebés de cinco años y yo estaba biológicamente incapacitado para enfadarme con ellos. Cogí la pelota bajo el braz,o – A casa los dos, venga.

Zach puso un puchero y se sentó en el suelo, y Harry le imitó.

- ¡Estamos jugando, papá!

Suspiré. Yo no podía salir para estar con ellos porque tenía que estar con los bebés que aun dormían, y realmente no les quería dejar solos porque desde dentro no podría ver si les pasaba algo.

- Luego jugamos, Zach. Ahora entra en casa cariño.

- ¡No es justo! – protestaron al unísono y entraron muy enfadados.

Me pregunté si estaba siendo sobreprotector, pero nos habíamos mudado hacía relativamente poco y aun no sabía al cien por cien si era un barrio seguro, o si alguien podía venir y llevarse a mis bebés si estaban solos en el jardín.

Entraron mucho más rápido que yo, que me quedé cerrando con llave la puerta del jardín, y de pronto escuché ruidos y luego una pelea en el piso de arriba. Subí los escalones de dos en dos y llegué a tiempo para ver como Alejandro se peleaba con los gemelos. Era mayor que ellos, pero no tenía ninguna ventaja porque eran dos contra uno.

Un hermano y peque historias (precuela de "Once historias y un hermano")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora