EL PRIMER AMOR

1.2K 59 7
                                    

Aidan llevaba unos días notando que Alejandro estaba un poco raro. Su mocosito de ocho años estaba muy callado, y aprovechaba cada segundo que tenía libre para encerrarse en el baño. Al principio Aidan creyó que su hijo estaba enfermo y por eso iba tanto al servicio pero cuando Alejandro se ponía malo del estómago se le notaba enseguida, y aquella vez parecía sano.

Sin embargo, por esos días ocurrieron otras cosas que le distrajeron e hicieron que fuera dejando pasar el extraño comportamiento de su hijo. Los gemelos recién estaban comenzando la primaria, y sus profesores le habían llamado ya tres veces, por algún lío en el que se metían: Aidan tenía que lidiar con eso y con peleas constantes en la casa, ya que Barie juraba y perjuraba que su provisión de caramelos estaba desapareciendo poco a poco porque alguien se los estaba quitando. La nena armaba unas de cuidado arremetiendo contra cada hermano al que consideraba culpable.

- Bárbara, ya está bien. Deja a Ted en paz: te está diciendo que él no te los ha quitado.

- ¡Pero papiiiii, es que ya solo me quedan diez! ¡Y tenía dos bolsas enteras! – lloriqueó la nena. – Miraaaa.

Barie le cogió de la mano y le llevó a ver "su tesoro escondido". Sacó una cajita y efectivamente Aidan comprobó que estaba casi vacía.

- Snif... yo no me las comí... snif – aseguró Bárbara.

Aidan estaba buscando una explicación para eso cuando le pareció ver algo debajo de la cama. Se asomó un poco y vio un piececito. Tiró de él y sacó a Alejandro.

- Aham. Creo que tenemos un sospechoso. A ver, granuja... ¿has estado comiéndote las chuches de tu hermana estos días?

Alejandro se mordió el labio y no dijo nada. Aidan tuvo que morderse el labio también para no soltar una risita. Le hizo cosquillas en el estómago.

- Uy, sí, sí, yo lo noto lleno de golosinas – siguió Aidan, que ya había decidido que no iba a enfadarse por eso.

- Jajaja ¡No me las comí! –se defendió Alejandro.

- ¿Ah, no?

- No. Son para un regalo.

- ¿Un regalo? – Aidan se moría de curiosidad.

- Sí. Para mi novia.

Aidan parpadeó, sorprendido, y luego estalló en carcajadas. Luchó por ponerse serio.

- ¿Mi enano ya tiene novia? – le preguntó. Alejandro le miró ofendido porque se riera de él y le dio la espalda. – Perdona, peque. Anda, dime quién es.

- Mi profe de mates.

- Cof cof cof... ¿no es algo mayor para ti?

Aidan estaba haciendo un GRAN esfuerzo por no reírse.

- ¡No! ¡Yo ya soy grande!

- Claro, por supuesto. ¿Y qué le vas a regalar?

Alejandro se sacó algo del bolsillo, para enseñárselo. Eran accesorios para el pelo y sortijas hechas de gominola. Aidan entendió que por eso se encerraba en el baño: para coger las horquillas de sus hermanas y pegarles una gominola.

- Oye, esto es... es realmente bueno, enano. Es muy original. Horquillas y anillos de chuche....

Alejandro sonrió, contento de que alabaran su obra

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Alejandro sonrió, contento de que alabaran su obra. Aidan le revolvió el pelo, enternecido con las ideas de su niño, hasta que se le ocurrió algo:

- ... Y los anillos... ¿de dónde los sacaste?

Su hijo volvió a morderse el labio.

- Alejandro...

- Se lo cogí a la profe... ¡pero se lo devolveré más bonito! ¡Era para hacerle el regalo!

- ¡Alejandro! ¿Peor cómo se te ocurre?

- ¡Es que va a ser su cumple!

- Las cosas de los demás no se cogen, Alejandro. Ni los anillos, ni las chuches, ni nada. Ven aquí.

- No papi... snif.... no hice nada malo....

Aidan suspiró, y se agachó al lado del pequeño.

- Yo sé que tenías buena intención, peque, pero papá te ha enseñado a no coger las cosas sin permiso.

Alejandro le miró con el puchero perfecto. Aidan le giró y levantó un poco la mano.

PLAS PLAS

Sabía que había sido demasiado suave, pero no podía enfadarse con él por querer hacer un regalo. Se veía demasiado tierno.

Alejandro hizo aún más grande su puchero y se frotó un poco. Aidan le cogió en brazos, le mimó, y solo esperó que el anillo no fuera muy caro, ya que estaba casi seguro de que tendría que pagar por él, en cuanto la maestra viera la "nueva decoración" de su bisutería.

Un hermano y peque historias (precuela de "Once historias y un hermano")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora