PROLOGO

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Me llamo Tulay, soy española. Mis padres me pusieron ese nombre por la luna de tul. Desde pequeña me criaron con el objetivo de hacerme fuerte, fría y efímera. Ellos saben que, dada su situación, yo estoy en constantes cambios, así que me han entrenado para ser dura.

­-¡Tulay ya está el desayuno! -grita mi madre desde el salón. Son las seis de la mañana, y como de costumbre, he dormido muy poco. Los malos pensamientos me impiden dormir...

Mi madre debe haberlo notado, por mucho que me esmere en no hacer ruido, siempre nota cada uno de mis pasos. Supongo que es degeneración profesional.

Me levanto y bajo a ver lo que me espera en el salón. Ni siquiera saludo, la verdad no tengo un buen despertar.

-Nos han llamado de Argentina, hay un nuevo caso y tenemos que trasladarnos allí. -anuncia mi madre. La noticia no me sorprende: mis padres y yo estamos en constante movimiento. Antes siempre tenía que quedarme en casa esperando que llegaran, pero desde que cumplí dieciséis me dejan ir con ellos, eso me enorgullece-. Pero esta vez no vendrás con nosotros.

O tal vez no.

-¡¿Cómo?! -grito mientras me levanto.

-Ya me escuchaste, Tulay.

Asiento y respiro. ¿Creen que aún no estoy preparada?

-No quiero quedarme. ¡Odio sentirme inútil y me hacen sentir así constantemente#

-Es que no vas a quedarte...

Los miro sin entender. Esto si me sorprende.

-Mañana debes estar a las 10 en el aeropuerto. Te inscribí en un internado.

Miro a mi madre. Lo que está diciendo no puede ser cierto. ¿Voy a vivir en un internado? ¿No sólo no me van a dejar acompañarlos, sino que necesito que me cuiden? Empiezo a sentir como me arde la cara de rabia, así que aprieto la mandíbula para que no salga. Me pongo en pie, dispuesta a abandonar la sala guiada por la ira.

-¿Quieres seguir comportándote como una adolescente caprichosa o quieres que te informemos?- pregunta mi madre, con un tono que deja claro que es hora de mantenerse centrada. No soy una adolescente caprichosa, de hecho, estoy bastante lejos de ser una adolescente normal. Soy una espía. Me siento de nuevo, con postura erguida y actitud enfocada.

Sé como hacer esto, sé que es importante memorizar todos los detalles de la misión, sé que es algo que sólo se dice una vez y sé como almacenarla toda, analizarla y organizarla en mi cabeza, dejarla lista para cuando sea necesaria. Una parte de mí, la parte adolescente, quiere irse a dormir, pero la parte profesional quiere descubrir nuevos datos.

-Adelante.

-Te vas a Turquía para investigar el asesinato que ocurrió en el internado, puede que sea la primera de una serie de muertes. Te encontrarás con otro agente infiltrado, quizás no sepas quien es de inmediato, de ti depende en quien confiar.

La melancolía se propaga por mi interior, me dispongo a volver a mi cuarto. Pego un portazo para que sepan que, aunque acato sus órdenes, no me agrada la idea.

Tulay: La Vida SigueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora