ESTAMBUL

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Luego de bañarme, me seco y escojo una de mis mochilas. Ente los libros y los cuadernos agrego una novela, El tiempo entre nosotros, de Tamara Stone, mi teléfono móvil, la notebook y barritas de chocolate que no solo me  vuelven loca, sino que me proporcionan energía para cualquier misión. La gente suele odiar la azúcar, pero deberían aportar la potencia que le da al metabolismo.

Me quito el pijama y me pongo unos vaqueros, una remera de rayas blanca y negra y unas deportivas.

Son las 7.25 cuando salgo de mi habitación totalmente preparada. La hora en punto. En este momento la gente sigue durmiendo. Yo ya estoy en la puerta.

-Adiós, Tulay.

Es mi madre, que me ha oído prepararme y me despide desde su cama, no se ha levantado a saludar. Es un gesto feo, así que decido no contestar. Me miro en el espejo del recibidor y reviso que no me he olvidado de nada. No extraño España, aprendí a no encariñarme con los lugares ni con las personas. El instituto queda a veinte minutos andando. Perfecto. Cuando llego son las 7.45. Me acerco a mi casillero para guardar las cosas, pero una chica de mi edad me quita la novela.

-Devuélvelo. -Espero que lo haga. Aunque tiene pinta de diva problemática.

-Adalet, devuelve el libro. -Una mujer es la que habla. Por su forma de vestir me hace creer que es la directora.

Por un momento puedo ver que Adalet me mira amenazante, a la vez que me entrega el libro.

Escojo una canción de mi repertorio (Sinfonía N°40, de Mozart) y desconecto del mundo. Me encanta la música clásica, me permite aclarar mis ideas y analizar la situación: me permite descomponer los problemas.

Entro al aula y veo a Adalet besándose con quien parecía el popular de los chicos, debo admitir que me parecía lindo.

Al salir al recreo examino todo con precaución. Todo a mi alrededor son jardines, los estudiantes se refugian del sol bajo la sombra de los árboles, hablando animadamente; yo decido sentarme en un lugar solitario y sin darme cuenta empiezo a llorar, solo tres lagrimas lograron salir antes de que cortara mi llanto. De repente, una gran sonrisa blanca se cruza en mi campo de visión.

-Hola, ¿por qué lloras? – me grita la chica mientras se acerca.

-Es que vi a Adalet besándose con un chico.

-Yakin, su novio. ¿Pero por que te haces tanto problema? -Cuando se sienta a mi lado, me inspecciona con atención.

-Creo que Yakin me gusta y realmente esperaba tener alguna oportunidad con él.

-Entonces deberías intentar ser su amiga. Por cierto, soy Sema -dice mientras se acerca cada vez más hacia mí.

-Tratare. Yo soy Tulay. -Genial, se me da fatal esto de dar conversación. Estar en este lugar va a ser peor que el caso mas dificil de mis padres. Sobretodo cuando no sabes si debes o no confiar.


Después de clase, empieza la parte importante trabajar. El informe del asesinato dice que el cadáver ha sido hallado en la oficina del director, pero recién tengo tiempo para comprobarlo. El olor a descomposición es el primero en recibirme, sin contar a la policia, quienes me guían hacia un armario. Debajo de este sobresalen dos piernas de nuestra víctima. 

-Arap, quizás debería dejar que otras personas se encarguen de este caso -me dice un policía de mediana edad. Me tomo un tiempo para analizarlo, se ve en forma, lleva el uniforme y su brillante placa.

-Escuche, estoy perfectamente cualificada para ocuparme de esta misión. Así que empiece a hacer su trabajo y ayude a levantar el armario. -La verdad es que no me agrada nada que la gente dude de mis capacidades.

Tan pronto como acabo la frase, nos ponemos a mover el armario. Sin embargo, el cuerpo no tiene otra mitad, por lo que será difícil registrar el cuerpo y saber quien es la victima. Una mancha de tinta me llama la atención, alguien dibujo un código o coordenadas en una de las piernas.

-Encontramos una abertura en el suelo, detective.

Su velocidad me impresiona, apenas pude mirar el entorno. Es cierto, hay una especie de puerta en el suelo, allí podria haber pistas.

-Encarguese, yo voy a seguir buscando -exclamo mientras reviso el escritorio. La oficina es grande, esta claro que este es un colegio adinerado.

El oficial sale de la trampilla y me tiende una billetera, adentro hay algo de dinero y un documento. Señoras y señores nuestra víctima es: Erdogan Ermekçi de 17 años. Un estudiante, asi que el siguiente paso es recopilar información y si hay alguien que lo sabe todo de los alumnos, esa es...

-Señores, quiero que me pongan al teléfono con la psicóloga.


-Señora Kartal, soy la detective Arap, necesito hacerle unas preguntas sobre Erdogan Ermekci.

-¿Detective? ¿Ocurrió algo?

-No le han informado, encontraron la mitad de su cadáver en la oficina del director. Lo lamento -exclamó y puedo sentir un quejido a través del teléfono.

-Él solía meterse en líos a menudo, pero era buen chico. -Tengo que dejar de ser tan fría.

-¿Sabe algo de sus amigos o enemigos?

-El no tenía a nadie en la escuela o al menos nunca me hablo de ello.

-Muchas gracias, estamos en contacto -suelto terminando la conversación.

Acabo de dejar claro que mis habilidades sociales son limitadas. Dejo el teléfono y ahora suena el mío.

-Mamá...

-Tulay, retirate del caso.

-¿Cómo? Pero si vinimos por esta misión. -Recojo mi mochila y empiezo a correr hacia la salida.

-Es una orden, mia y de tu director, además es demasiado peligroso para ti y no quiero que te pase nada.

-Adiós, mamá -dijo a regañadientes. Lo que más me enfurece no es dejar la misión, sino que nadie me crea capaz de resolver el caso.



-Preciosa, ¿vas a algún sitio?

Lo que me faltaba, algún baboso intenta dificultarme la llegada a casa. Me volteó, es un chico de mi edad y de mi escuela, no recuerdo su nombre.

-No te importa- digo con una sonrisa sincera.

-No hace falta ponerse así. Es solo que una chica tan bonita no debería irse sola a casa -me dice acercándose. Pienso en la pistola que llevo en la mochila y en todo el dinero, no tengo miedo a usarla en caso de emergencia. Cuando eres detective, no te puedes fiar de nadie.

-Sé cuidarme sola. Lárgate, lo digo en serio.

El chico intenta agarrarme del brazo y le propino un empujón. Sigo caminando, al tiempo que repaso todo mi entrenamiento.

-No vuelvas a hablarme así.

Volteo al oír el ruido del gatillo, definitivamente empieza la acción. Agarro su brazo y lo apreto haciendo que suelte la pistola, luego lo doblo y echo a correr. Casi no puedo respirar, pero mi vida depende de que pueda llegar a casa. Voy a resolver este caso como sea.

Tulay: La Vida SigueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora