Capítulo 4

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Una vez más me aleje de él. Después de dejar a Rome en el hospital, antes de la media noche, su padre llegaría a esa hora para hacerle compañía. No era necesario que alguien se quedara a su lado todo el tiempo, después de la noticia de que su hijo había muerto, tenía sentido que no quisieran dejarlo solo.

Yo también quería estar a su lado, pero no sabía cómo hacerlo.

Esa mujer dijo que no era Rome, ella podía ver que no era él. ¿Cómo podía ser eso posible? Aun después de llegar a mi casa no podía dejar de pensar en ello. Si no era Rome entonces ¿Quién era? Lucia como Rome, hablaba como Rome, sonreía como Rome, ¿Cómo podía no ser Rome?

El fin de semana se acercaba, no podía seguir usando el pretexto del trabajo para evitar ir al hospital. Nuestros amigos preguntaban, sus compañeros de clase querían visitarlo. Era su novio, todos suponían que yo conocía cada detalle de su condición. No era así.

Lo que decían no era la verdad. Rome había muerto, por unas horas así fue. A pesar de que dije que su corazón latía cuando lo saque del hospital, no lo hacía. Sus ojos estaban vacíos, su piel era pálida y fría, con marcas rojas y sangre seca.

De un momento a otro, dentro de esa vieja casa de madera con olor a incienso y hierbas, junto a esa anciana arrugada y una vela extraña ardiendo, Rome había despertado. Su corazón comenzó a latir y la herida en su frente volvió a sangrar como si el corte hubiera ocurrido en ese momento.

Me di la vuelta en la cama, una cama muy grande para una sola persona, la almohada al otro lado estaba vacía, estiré mi mano, sintiendo frió en mis dedos. Esa mañana Rome había estado durmiendo ahí, habíamos despertado juntos.

¿Realmente esa fue la ultima vez que lo mire? Ni siquiera recuerdo lo que le dije antes de que saliera, preparé pan tostado y fruta, ese no es siquiera un desayuno aceptable. Le di un beso y dejé que se fuera.

Deje que se fuera y él se fue para siempre.

La alarma me despertó por la mañana, no recuerdo en qué momento me dormí, estaba abrazado a la almohada y aún tenía sueño.

Cuando entré a la oficina fui directo a mi escritorio, no quería entrar a una conversación incomoda en la que mis compañeros preguntan por Rome y yo no se como responder a esas preguntas. Un simple bien no es aceptado por todos, ellos continúan preguntando.

Mientras la computadora iniciaba coloqué mis auriculares en mis oídos y encendí la música.

Alguien golpeo mi hombro, quite uno de los auriculares y levante la mirada de la pantalla. Tay, mi viejo amigo y compañero de trabajo estaba tomando su lugar a un lado de mí.

-Parece que no has dormido mucho- encendió su computadora mientras hablaba- ¿estuviste en el hospital anoche?

-Solo unas horas.

Ambos continuamos con nuestro trabajo, Tay no hablaba mucho, era bueno escuchando, pero solo cuando querías hablar, no era de hacer muchas preguntas.

-¿Sabes algo de posesión? -le pregunte cuando salimos a comer, estábamos esperando nuestra orden en un pequeño puesto de comida cerca de la oficina.

-¿Posesión? -paso sus dedos sobre la madera de la mesa en forma pensativa- ¿Cómo en la película "el exorcista"?

Pensar en que Rome de pronto comenzara a girar la cabeza sobre su cuello me congelo la sangre, ni hablar sobre las marcas en su rostro o...

-No -trague saliva antes de negar, espantando esos pensamientos de mi mente- no, me refiero a cuando... -suspire, sin saber cómo explicarlo.

Esa mujer dijo algo de un alma. El alma y el cuerpo no eran los mismos o algo.

Dybbuk [OffGun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora