Memorias Fantasmas

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Abro la puerta de mi departamento por primera vez desde que decidiste alejarte. Todo sigue exactamente igual como lo dejamos el último día que estuvimos juntos en él, pero algo falta. Te veo en la cocina con tus boxers rojos cocinando con la ventana abierta como si no importara quien pudiese verte mientras camino hacia vos para abrazarte por la espalda en un camisón largo. Entro a la habitación y también estas ahí, acostado boca arriba sin nada encima riéndote de cómo me veo observándote desde la puerta, para luego pasar a reírte por mi vago intento de asfixiarte con mi peso o de matarte pero a besos. Todas las noches abrazados mirando el techo hablando de infinidades de cosas pasan por mi cabeza; la pasión escondida entre las sabanas y las lágrimas aun dejaron rastro en una que otra almohada. Me da miedo entrar al baño, estoy aterrada de que el fantasma de tu recuerdo también se encuentre allí. Indudablemente te encuentro mientras me saco el agua sobrante de los ojos, acostado en la bañera acariciándome el brazo derecho mientras el agua nos cae encima y se escucha de fondo una melodía de rock conocida. Ya no hay espacio que no esté contaminado por tu presencia, no tengo hacia donde correr para evitar tu figura imaginaria. Llego a verte sentado en el sillón con las manos en la cara y los brazos apoyados en tus rodillas una mala noche que discutimos, y me pregunto si tomaste la decisión correcta. Me arrodillo de frente para mirarte a los ojos y prometerte que vamos a estar bien pero es una promesa que ya no puedo permitirme hacer. Cuando la realidad es que no estas, que ya te fuiste y que no importa cuántas veces cierre mis ojos para desear que sea un sueño lo único que me queda de nosotros son esos espectros encerrados en cada habitación.

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