Capitulo 2°

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Mirar el techo ya no parecía divertido, o al menos no cómo hace veinte minutos lo era.

-¡Juliet!- tocaron mi puerta dos veces.

-¡Adelante!- me levanté y acomode mi vestido tomando una postura recta.

-¡Pero que es esto!- mire a mi alrededor, no había nada malo, al contrario todo estaba impecable. -¡Tu cama tiene una arruga!- era casi inexistente.

-Lo siento- dije de mala gana.

-Bien, en fin- suspiró como siempre lo hacía conmigo parecía que me odiaban por aquí, nunca podía hacer algo al cien por ciento bien. -Hoy tenemos visitas así que quiero que busque el mejor vestido que tengas y bajes vayas cuanto antes al salón principal.

Había visitado ese salón sólo dos veces, la primera cuando me presentó a las otras chicas y la segunda cundo una de ellas se despedía del lugar, obviamente antes de enterarme lo que era aquí.

-Gracias Madame Josephine por tomarse la molestia de venir hasta aqui- sonreí, era lo único que había aprendido.

-No agradezcas querida- sonrió, es que nunca se cansaban, asenti solamente, ella me dio una última sonrisa y salió de ahí.

Ahora debía buscar un vestido, los odiaba.

Sólo podía pensar en cuál sería la ocasión esta vez, otra chica habría llegado o alguna de nosotras se iba, esperaba no fuera que me despedían a mi sin saberlo.

Mi madre se pondría como loca y sería mi fin, extrañaba a mi padre, no había podido decirle exactamente lo que pasaba, aún seguía fuera del país y nuestras llamadas eran muy limitadas.

El color azul siempre había sido mi color favorito, mi armario tenía una gran variedad de prendas en ese tono, ahora ese color había sido cambiado por el celeste ya que según ese color resaltaba mi piel y ojos, empezaba a odiarlo.

El vestido era ceñido al cuerpo revelando una figura que había tratado de mantener solo para mí y no para todo el mundo, era mi cuerpo si algún día llegaba a arreglarme era solo para mi y no para el mundo allá afuera.

El collar de perlas que recibí de mi madre a una semana de haber estado aquí se amoldan al diseño del vestido, luciendo tan blanco y costoso como realmente lo era.

El cabello caía en ondas por mi espalda, me habían obligado a usar tanto producto para el cabello que empezaba a desconfiar si realmente este era mi cabello o por la noche me habían implantado una peluca.

El concepto de belleza en este lugar estaba fuera de los límites de una persona normal,  todo se basaba en los más altos estándares de personas profesionales, porque solo ellos sabían que te hacía ser bella, nuestra opinión valía menos que un centavo.

Tome las zapatillas de tacón bajo y las coloque en mis pies, las medias eran realmente incomodas pero eran obligatorias por este lugar, los accesorios salían sobrando en eventos como estos, solo lo esencial debíamos de lucir.

-Madame Josephine- salude al encontrarla en la entrada del salón.

-Querida, cubrirás el lugar de Florence ahora que ella se ha ido, y todo eso se debe a tu magnífico esfuerzo estas semanas- parecía que había dejado de lado el incidente de esta mañana cuando alce la voz más de lo normal y le contesté a un total desconocido.

-No creo que sea lo correcto...- ella me interrumpió delicadamente,  ¿De qué otra forma sería?

-Querida, es indiscutible que te elijan, solo necesito que llenes el lugar- el sarcasmo y desprecio en su voz era más que evidente,  solo pude asentir antes de entrar en aquel lugar y con la mirada baja colocarme donde las otras chicas ya estaban dispuestas.

-Señores, por aqui- escuche a Madame Josephine- y sabia que debía tener mi mejor postura y sonrisa.

Mi vista de inmediato fue hacia aquel hombre y sus dos acompañantes que miraban con detenimiento a las chicas.

Solo uno de ello lucia mayor, los otros parecían de la misma edad.

-Agradecemos sus contribuciones para esta asociación Señor Brown- Madame Josephine seguía de cerca al mayor de los hombre y es a quien se dirigía.

-No es problema, mientras mi hijo pueda obtener una esposa tan buena como lo era su madre, la contribuciones seguirán- así que he ahí uno de las personas que sabían de todo esto.

-¿Y bien Señor Brown?- ahora miro al chico con el que me topé hace unas horas.

-Ella...- me señaló a mi, pero para mi buena suerte, Madame Josephine negó.

-Lo siento pero ella no puede ser elegida, su padre conoce el protocolo- el miro a quien ahora se es su padre, el simplemente asintió y mirando nuevamente eligió a Tamara, una rubia a dos lugares después de mi.

-Yo puedo esperar por ella- hablo el otro hombre que aún no de había identificado.

-Ser un proceso largo y tardado- debatido Madame Josephine.

-Por supuesto, Maximiliano Daniels, no tiene prisa- y con una sonrisa me miró fijamente.



Besos. Sam. ❤

20 votos para próximo capitulo.

NOVIA A LA MEDIDA (DISPONIBLE COMPLETA EN "SUEÑONOVELA")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora