CAP 5

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A la mañana siguiente me tocaba poesía estadounidense del siglo XX en la facultad. La vieja profesora consiguió hablar durante hora y media. Cuando salí de la clase, mi madre estaba en el bordillo frente al edificio.

-¿Has estado esperándome todo
el rato- le pregunté.

-No. He recogido la ropa de la
lavandería y he ido a correos.

-¿Y que más?.

-He traído un libro -me dijo.

-Y luego dirás que soy yo la que
necesita una vida...

Sonreí. Mi madre intentó devolverme la sonrisa, pero no terminó de salirle.

-¿Quieres que vayamos al cine?
-le pregunté un segundo
después.

-Claro. ¿Quieres ver algo en
concreto?

-Decidamos solo a dónde ir, y
vemos la primera peli que
empiece.

Cerró mi puerta y rodeó el coche hasta el lado del conductor. Fuimos al cine y vimos una película en 3-D sobre roedores que hablaban. La verdad es que fue divertida. Cuando salí del cine, tenía cuatro mensajes de Jung Hoseok.

Hola, soy Jung Hoseok.
¿Cómo estás?.
¿Qué haces?.
Llámame cuando puedas.

Cuando llegué a casa, salí al patio trasero, me senté en una silla de hierro oxidada y lo llamé. Era un día nuboso, ese tiempo que te invita a encerrarte.

Jung Hoseok descolgó a la tercera señal.

-Samira -me dijo.

-Hola, ¿Estás bien? -le pregunté.

-perfectamente -me contestó.

-¿Y tú?, ¿Cómo estás?-me dijo.

-Muy bien -le contesté.

-¿Que haces?

-Estaba con mi madre, pero ya no
-contesté.

-¿Que haces? -añadí.

-Estoy con Maycol, ¿Te puedo
llamar mañana? -me contestó.

-Claro -le contesté.

Y colgué.

No volví a hablar con Jung Hoseok en casi una semana, así que lo normal en estos casos era esperar a que me llamará él. Pero no lo hizo.
Sin embargo, no me pasaba todo el día con el teléfono en la mano sudorosa, mirándolo fijamente, vestida con mis mejores galas y esperando pacientemente a que mi caballero estuviera a la altura de su nombre. Seguí con mi vida. Una tarde quedé con keysha y su novio (mono, pero nada augusto, la verdad) a tomar un café, ingerí mi dosis diaria de pastillas, fui tres mañanas a mis clases de la facultad, y cada noche me sentaba a cenar con mis padres.

El domingo por la noche cenamos pizza de pimiento verde y brócoli. Estábamos en la cocina, sentados alrededor de nuestra pequeña mesa redonda, cuando empezó a sonar mi móvil, pero no pude ir a ver quién era porque en casa teníamos la estricta norma de no contestar al teléfono mientras cenábamos.

Comí un poco mientras mis padres charlaban sobre el terremoto. Se quedaron tan embelesados que ni siquiera me miraban mientras yo comía más deprisa que nunca, trasladando los alimentos del plato a mi boca a una velocidad y con una furia que casi me dejaron sin aliento, lo que porsupuesto hizo que me preocupara. No gastaba nada preocupándome, pero aún así me preocupaba.

Acabé por fin la cena y pregunté a mis padres si me disculpaban, pero a duras penas interrumpieron su conversación. Saqué el móvil del bolso, que estaba en la encimera de la cocina, y miré las llamadas perdidas de Jung Hoseok.

Me tumbé en la cama, en un extremo, y lo llamé.

-Samira -me dijo.

-Hola -le contesté-. ¿Qué tal?

-Muy bien -me contestó-.
Quería llamarte a todas horas,
pero he esperado a hacerme la
idea de no ser tan molestoso
para ti.

-Me parece muy bien, en fin,
seguramente es verdad -le
contesté.

-¿Crees en el amor verdadero?

No contesté, por qué no sabía qué contestar, pero pensé que si el amor verdadero existía, la suya era una buena definición.

-¿Samira?, ¿Estás ahí?.

-¿Qué?, Sí.

-Estás un poco callada... Perdona
no era mi intención incomodarte
-dijo Hoseok.

-No, esta bien.

-¿Cuándo nos vemos?

-No lo sé, Aún es muy pronto para
vernos...

-Excusas, Samira -dijo Hoseok.

Ligar era nuevo para mí, pero me gustaba.

-Entonces que dices ¿nos vemos?

-Uhmmm, okey.

-¿Nos vemos? ¿Mañana?

-Sí, está bien.

-Vengo a recogerte después de tus
clases, ¿Te parece?...

-Sí, porsupuesto.

Le mandé la dirección de mi facultad, mediante un mensaje de texto.

-Me voy a dormir -añadí.

-Bien -me respondió.

-Bien -le contesté.

Al final colgó Jung Hoseok.

Al final colgó Jung Hoseok

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