Intervinieron otros cinco chicos más antes de que le tocará a él. Cuando llegó su turno, sonrió ligeramente. Tenía una voz grave, ardiente y terriblemente sexy:
—Me llamo Jung Hoseok. Tengo
dieciocho Años, pero estoy aquí
solo porque Maycol me lo ah
pedido.—¿Y comó estás?—le preguntó
Samuel.—Muy bien.—Esbozó una sonrisa
torcida—. Estoy es una montaña
rusa que no hace más que subir,
amigo mío.La hora pasó enseguida. Se contaron peleas, batallas ganadas en guerras que sin duda se perderían. Se aferraban a la esperanza. Ni Jung Hoseok ni yo volvimos a hablar hasta que Samuel dijo:
—Hoseok, quizá te gustaría
compartir tus miedos con el
grupo.—¿Mis miedos?.
—Sí.
—Me da miedo el olvidó.—habló sin
pensárselo un segundo—.Lo temo
como el ciego al que le da miedo
la oscuridad.Miré a Jung Hoseok, que me devolvió la mirada.
—Llegará un día en que todos
nosotros estaremos muertos—dije
—. Llegará un día en que no
quedará un ser humano que
recuerde que alguna vez existió
alguien o que alguna vez nuestra
especie hizo algo. No quedará
nadie que recuerde a Aristóteles o
Platón. Y si te preocupa que sea
inevitable que el hombre caiga en
el olvido, te aconsejo que ni lo
pienses. Al final tuvimos que
cogernos todos de las manos y
Samuel empezó otra oración.—Señor Jesucristo, nos hemos reunido en tu corazón, literalmente en tu corazón, como supervivientes del cáncer. Tú y solo Tú nos conoces como nos conocemos a nosotros mismos. Guíanos hacia a la vida y la luz en nuestra dura prueba.
Cuando Samuel acabó, pronunciamos todos juntos —HOY ES EL MEJOR DÍA DE NUESTRA VIDA— y se dió por finalizada la sesión. Jung Hoseok se levantó de la silla y vino hacía mí. Era mucho más alto que yo, pero se quedó a cierta distancia de mí, así que no tuve que estirar el cuello para mirarlo a los ojos.
—¿Cómo te llamas?—me preguntó.
—Samira.
—Me refiero a tu nombre completo.
—Ah...Tengo que decirlo?
Estaba apunto de decirme algo cuando Maycol se acercó.
—Literalmente—me dijo.
—¿Literalmente?— le pregunté.
—Estamos literalmente en el
corazón de Jesús—añadió—.
Pensaba que estábamos en el
sótano de una iglesia, pero
estamos literalmente en el
corazón de Jesús.—Alguien debería informar a
Jesús —le comenté—. Vaya,
puede ser peligroso almacenar
en el corazón a niños con
cáncer.—Se lo diría yo mismo —dijo
Hoseok—, pero por desgracia
estoy literalmente encerrado
dentro de su corazón, así que no
podrá oírme.Me reí, y el sacudió la cabeza sin dejar de mirarme.
—¿Qué pasa? —le pregunté.
—Nada —me contestó.
—¿Por qué me mirás así?.
Hoseok esbozó una media sonrisa.
—Porque eres guapa. Me gusta
mirar a las personas guapas, y
hace un tiempo decidí no
privarme de los sencillos
placeres de la vida.Se quedó un momento en un incómodo silenció.
—Bueno —siguió diciendo—,
sobre todo teniendo en cuenta
que, como bien has comentado,
todo esto acabará en el olvido.
Me reí, o suspiré, o lancé una
especie de bufido parecida a la
tos.—No soy gua... —empecé a decir.
—Te pareces a una Actriz.
Estaba claro que estaba ligando. Y la verdad es que me volvía loca. Ni siquiera sabía que los chicos podían volverme loca, quiero decir en la vida real.
Una chica más joven pasó por nuestro lado.
—¿Qué tal, Angelly? —le preguntó.
—Hola, Hoseok —le contestó la
chica sonriendo.—De la Católica —me explicó.
La conversión parecía haber terminado, mi madre estaba ya esperándome.
—Debería irme a casa. Mañana por
la mañana tengo clases —le dije.—Samira —me dijo, y mi nuevo
nombre sonaba más bonito en su
voz—. Ha sido un verdadero
placer conocerte.—Lo mismo digo, Hoseok —le
contesté.Al mirarlo, sentí un ataque de timidez. No podía sostener la intensidad de sus ojos.
—¿Puedo volver a verte? —me
preguntó.Su voz sonó nerviosa, y me pareció extrañable.
—Claro —le contesté sonriendo.
—¿Mañana? — me preguntó.
—Paciencia, saltamontes —le
aconsejé—. No querrás parecer
ansioso...—No, por eso te he dicho mañana
—me contestó—. Quisiera volver
a verte hoy mismo, pero estoy
dispuesto a esperar toda la
noche y buena parte de mañana.Puse los ojos en blanco.
—Lo digo enserio —añadió.
—Ni siquiera me conoces —le dije.
—¿Qué Te parece si te llamó?
—me dijo.—Te dejó este libro con mi
número —contesté.—Nos vemos —me contestó con
una sonrisa de tonto, de oreja a
oreja. Soy un gran aficionado a
las metáforas Samira.Me giré hacia el carro y me fui.
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NUESTRO PEQUEÑO INFINITO ⚡
Science-FictionA Samira le gustaría tener una vida común. Algunos dirían que no ha nacido con una estrella, que su mundo es injusto. Samira solo es una joven, pero si algo le enseñado el cáncer que padece es que no hay tiempo para lamentaciones, porque, nos guste...