El viaje había sido más largo que aquellos que se habían limitado solamente a ir de la morada de Crowley hasta la mansión.
A Ferid le disgustaba tener que ir tan lento, ¡él era mucho más rápido que un carruaje! Pero debía mantener las apariencias. Sí con eso significaba aburrirse con tal lentitud, pero que lo llevaría al éxito, entonces bienvenido sea.Faltaba poco para entrar en la ciudad. El pelirrojo observó por la ventana el final del bosque de Versalles y emitió un largo suspiro. No quería hacer esto. Sentía agobio y un enorme peso sobre sus hombros, ya imaginaba cómo los templarios iban a venerar su llegada, y eso era un terrible hastío. Lo recibirían como el héroe que él no considera que es, y por mucho que fuese a insistir, no cambiarían esa visión.
Ferid se percataba de ese nerviosismo en su compañero de viaje, imaginaba que el pelirrojo haría cualquier cosa para no regresar al Templo.
《Cualquier cosa...》
Notaba ese peso invisible sobre los hombros del caballero, esa mirada exhausta y resignada. Aquello lo llenaba de satisfacción, pues quería decir que el destino seguía su curso y lo afectaba como ser mortal que era. Decidió romper el silencio sepulcral.
— ¡Uaaaaah! ¡Estoy muy aburrido! Crowley, ¿y si jugamos a las palabras encadenadas?
El humano dio un respingo sobre su asiento al escuchar tal exclamación. Se puso en alerta sin pensarlo dos veces hasta descubrir lo que le sucedía al contrario.
— ... ¿Qué?
Realizó una mueca, ¿jugar? ¿En serio estaba de humor para jugar? Eso era todo lo contrario a lo que le apetecía a él. Él quería huir.
— ¡Juguemos!
— No me apetece.
—¡Vamos! Empiezo yo. Man-za-na~
— Ferid, no quiero jugar.
— ¡Oh venga! ¡Es tu turno!
— Agh... Basta.
Crowley evitó todo el tiempo mirar al contrario, sólo escuchar su voz era molesto en aquel momento, pero el peliplateado estaba radiante. Sin pena alguna, alegre y enérgico... Y molesto, muy pero que muy molesto. Maldita paciencia.
— Cuánto más pienses en ello, peor será para ti. — Dijo Ferid, algo más serio que cuando propuso aquel juego.
El caballero sólo soltó un bufido, no sólo el viaje se hacía largo, el regreso al Templo sería el doble de largo y cansado, y Ferid en realidad no ayudaba en lo absoluto.
Cerró sus ojos, trataba de poner su mente en blanco para no seguir atosigandose a sí mismo con todo aquel tema.
El trote de los caballos cambió, dejando de pisar tierra húmeda para pisar las piedras de las calles de París. Ah, al fin habían llegado. El carruaje avanzó por aquellas calles, algunos ciudadanos se giraron al verlo pasar, y entonces se detuvo en frente de las grandes y robustas puertas del templo.
Crowley dejó escapar un suspiro de paciencia, tomó la espada que habían pasado a recoger, revisó su zurrón y miró de reojo a Ferid antes de bajar del carro. Los guardias reconocieron en seguida aquel semblante alto y aquellos cabellos rojos como el mismísimo fuego.
《¡Abrid las puertas!》
Dijeron los caballeros que custodiaban las puertas al verle, había un brillo de admiración en sus ojos que el pelirrojo no soportaba ver, lo consideraban un gran héroe, y él no lo era, cada vez que veía esa mirada, fuese en los guardias, en Gilbert, en José o en cualquier otra persona que pensara como tal, lo incomodaba. Los portones comenzaron a abrirse con la lentitud que era equivalente al peso de éstas.
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•El Regreso a la Orden.• Owari no Seraph
Fanfic¿Qué habría ocurrido si los planes de Ferid no hubiesen salido como él esperaba respecto a Crowley? ¿Y si el pelirrojo hubiera decidido regresar a la Orden del Temple? Y de ser así, ¿qué motivo tendría un hombre de fe perdida? Esta es la historia q...