MIRANDA MALFOY

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Narcissa clavó su mirada en los ojos grises de su marido. Nunca antes había visto las marcas rojas bajo los mismos. Parecía que había llorado. Narcissa nunca creyó que su esposo fuese capaz de llorar. No era malo con ella. Casi podía jurar que la amaba tanto como ella a él, solo que no solía ser muy expresivo. Ni siquiera con Draco, su hijo.

Ver a Lucius Malfoy llorar sí que se trataba de algo bastante nuevo.


—¿La encontraste? —cuestionó preocupada.


Lucius asintió en silencio.


—¿Dónde está? ¡Vamos, Lucius! Dime algo, por Salazar.


Lucius mantenía los brazos cruzados. Parecía llevar algo entre sus manos. Al comienzo la mujer pensó que se trataba de un bulto de ropa, sin embargo, el hombre se fue acercando hacia ella mostrándole que aquel bulto respiraba... apaciblemente, débilmente, pero lo hacía.


—Lucius... —murmuró Narcissa.

—Su nombre es Miranda... hija de Starshine Malfoy.


Narcissa tomó a la pequeña cuidadosamente en brazos. Tenía unos enormes ojos negros, tan negros como los de su mejor amigo. ¿Acaso...?


—Ni lo pienses —se apresuró a añadir Lucius con severidad—. Nunca lo sabrá.

—Pero...

—Dije que nunca lo sabrá —la miró molesto—. ¿No te ha bastado con todo lo que ocurrió en la guerra? El Señor Tenebroso fue derrotado por un niño... No estoy en posición de exhibirme ante el resto de los nuestros.

—Nos exhibiste ante todo el mundo mágico. Las investigaciones en torno a nuestra familia siguen.

—No pueden probar nada... Fui bastante cuidadoso.

—¿Dónde está ella? —Cuestionó preocupada regresando su atención a lo realmente importante. Su marido había salido un par de días atrás en busca de su hermana menor, respondiendo a una carta urgente enviada de forma anónima. La mujer había temido por la vida de su esposo. El ministerio se encontraba detrás de Lucius Malfoy, a quien acusaban de ser seguidor del Señor Tenebroso.

Por fortuna, no existían pruebas tangibles contra él. No ocurrió lo mismo con Bellatrix, su hermana. Tampoco con Rodolphus Lanstrange, su cuñado. Y tantos otros que ahora enfrentaban un proceso que les llevaría directamente a Azkaban. Sin embargo, aún esperaban el retorno del Señor Oscuro. Lo esperarían siempre.

—No vendrá. Nunca más...

—Pero...

—Mi hermana ha muerto, Cissy. Starshine Malfoy no existe más.


Los ojos de la mujer se abrieron como platos y casi saltó en su lugar cuando escuchó a la niña hacer un sonido triste entre sus brazos.


—Oh, pequeña criatura... —Murmuró tristemente antes de ir hacia su esposo y besar su mejilla con amor—. Lo siento tanto, cariño... Sé cuánto amabas a tu hermana.

—Realmente era mi hermana, ¿sabes? Era terca... una auténtica vergüenza para los Malfoy, sí, pero era mi hermana. Lo era, Cissy...

—Lo sé...

LA PRINCESA MALFOYWhere stories live. Discover now