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-¡No! ¡Se han escapado!- gruñia un joven Eugeo realmente enojado por el escapé de los traidores y cobardes a él mismo y a la emperatriz a la que lucharía con cualquiera hasta la muerte.

Entonces el Integrity Knight sintió unos dos delgados brazos abrazándolo por la espalda y unos suaves labios besando su mejilla derecha haciendo que Eugeo se le formará un pequeño rubor en su rostro, esos labios no se separaron de la mejilla del joven de orbes verdes y lo acerco más al cuerpo de la emperatriz, incluso llegó a darle una leve lamida en su mejilla, ante eso el caballero de hielo se puso como un tómate sacándole a la esbelta mujer una sonrisa de placer.

Entonces ella le dio la vuelta y levantadolo del mentón le hizo mirarla.

-No te enojes tanto Eugeo- su voz sonaba como la mejor de las composiciones de música de la vida -ellos están muy débiles, y ahora sé que ese bibliotecario está con ellos, lo que significa que no dejará que mueran, eso solo nos beneficia-.

Ella sonaba completamente confiada y alegre para lo que tenía en mente.

-En cuanto vayamos a destruir esa aldea tan molesta, aparecerá y entonces allí los mataremos a todos-.

-Si, mi señora-.

-No me llames así, ya te lo dije antes "En el trabajo soy tu señora o Clérigo mayor.. Estando solos soy tu dueña.. Pero en la cama soy tu Quinella, no lo olvides..".

Eugeo se sonrojo notablemente recordando el momento en que ella le dijo esas palabras tan cautivadora, él solo la abrazó y ella le correspondió el abrazo.

-Ven, hagámoslo para recompensarte de tu gran trabajo Eugeo- lo tomó de la mano y lo tiró con elegancia sobre la cama -bienvenido al paraíso Eugeo- lo besó en los labios.

..................

En otro lugar algo lejos de la Catedral pero no demasiado: se encontraban un Kirito medio muerto, una Alice magullada y dolida y un Cardinal estando de los nervios.

-¿¡Qué demonios ha pasado allí?!- pregunto Cardinal incapaz de controlarse -¿¡Cómo es que Eugeo es un Integrity Knight y por poco no os mata?!-.

-Llegó antes que nosotros al último piso de la Catedral, después de eso ya lo encontramos convertido en Integrity Knight- Alice habló con un tono desesperado y evidentemente agotada.

-¡Hay que hacer algo, pero que ya mismo!- Cardinal no estaba en su mejor momento.

-No será tan fácil- hablaba Kirito con las últimas fuerzas que le quedaban.

-Kirito mejor no hables, no te esfuerces tanto- Alice estaba preocupada por él, la la estocada que Eugeo le había echo en el hombro cerca del cuello cada vez se veía mucho peor.

-No podría estar tranquilo sobretodo con lo que ha pasado con Eugeo-.

-¿A qué te refieres con eso exactamente?- Cardinal preguntó.

-Eugeo parece no tener ese aparato de control mental-.

-¿¡Qué?!- Cardinal se quedó como patidifuso al escuchar tremenda declaración y más sobre Kirito en un tema tan preocupante como ese y más estando Euego en medio -¿¡Eso es cierto?!- los miro a ambos esperando a que fuese una broma de mal gusto, pero solo bajaron sus cabezas preocupandolo todavía más.

-En la pelea que teníamos contra él no mostraba ningún agujero en su memoria y lo recuerdaba todo- hablaba Alice sin despegar la mirada del suelo -aún así algo le debe haber pasado para hacerlo convertirse en un Integrity Knight-.

Hubo un silenció en el lugar que se hacía eterno.

-La situación es grave, muy grave- Cardinal ya habiendo recuperado su actitud tranquila hablo pensando cuidadosamente sus palabras -con que Eugeo solo haya pasado unas horas siendo Integrity Knight ya se ha hecho muy fuerte, a este ritmo la próxima vez podríamos morir directamente-.

-No sólo eso- Alice habló recordando las palabras de Eugeo antes de la pelea -dijo que iría a Ruild y que la destruiría hasta que no quedase nada, y también mataría a los que habitan en Ruild-.

-Es peor de lo que pensaba en un principio, lo primero que debéis hacer es descansar y recupereis para la próxima vez, luego pensaremos algo-.

-Pero Cardinal~- el bibliotecario lo interrumpió

-Nada de protestas, es lo único que podemos hacer-.

.................

De regreso a la Catedral, Eugeo se encontraba encima de toda la Catedral viendo con tranquilidad las vistas eran bonitas, pero las vistas no era lo que él tenía en mente.

-Oye regresemos ya-.

-No, aún es pronto solo un poco, más solo un poco-.

Se dan un beso y un abrazo. La pequeña pareja se acurrucaban el uno al otro.

Euego empezaba a recordar que no era la única vez que los descubría acaramelados sino varias veces a la semana, tener que verlos día tras día le fue tan angustioso y doloroso que se aferró tanto a eso que ya no lo podía recordar. No sólo era su mejor amigo con la chica que le gustaba aún sabiendo de sus sentimientos por ella, también su propia familia lo utilizaba y explotaba día a día y para no olvidar a los que siempre se metían con él por simple diversión.

-Los destruire hasta que lloren por vivir- el resentimiento de Eugeo era algo que no lo dejaba tranquilo hasta que lo apaciguara.

-Estabas aquí-.

Eugeo se giro viendo a Quinella que antes la había dejado en la cama luego que se durmiera.

-Perdona, no quería despertarte-.

Ella se sento a su lado viendo el paisaje.

-Estas ansiosos, ¿verdad?-.

-Sinceramente si-.

-Es algo que comprensible, yo también lo estaría-.

-Ya pero tú has tenido una carga mucho mayor a la mía y tampoco te dieron el amor que cualquiera desearía tener-.

Ella se sorprendió al escuchar eso, nunca antes se había preocupado por ella ni por su bienestar ni por sus sentimientos, entonces sintió la cabeza de su caballero en su hombro.

-Te amo, mi emperatriz-.

Quinella sintió su corazón martillarle en el pecho y se ruborizo de gran manera, algo extraño para ella que nunca antes había sentido ni por nadie ni por nada, a excepción de ése caballero de hielo de gran voluntad llamado Eugeo.

-Te amo, mi caballero de hielo-.

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La emperatriz y el caballero de hielo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora