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¡AAAHHH!

Un fuerte grito se escuchó proveniente de un joven caballero que había tenido la peor de sus pesadillas, o al menos eso creía.

-¿Qué  me paso?....¿que hago aquí?....- el joven de ojos verdes y cabello alborotado y rubio se cuestionaba al ver que estaba en un nuevo lugar- me enfrentaba al capitán Bercouli..y de pronto apareció ese tipo, pero ya no puedo recordara nada mas..es el piso mas alto de la Catedral Central..- al saber ya su propia ubicación se dio la vuelta y vi una cama realmente grande y muy bien preparada, y allí estaba una silueta acostada en el centro no podía verla bien por la decoración que tenia-..

Después de unos segundos dejó su timidez y entró dentro de la cama donde en esta yacía una mujer.

Vestida con ropas ligeras de tono violeta pálido y con rebordes de hilo de plata, tenia sus pálidas y delgadas manos cruzadas sobre su cuerpo. Sus brazos y dedos eran delgados como los de una muñeca, sus pechos asomándose sin reservas de su escote abierto, y la miró detenidamente. Y él sólo se podía cuestionar algo.

¿Como podía ser tan perfecto?, iba mucho más allá de lo que alguien podía decir sobre la belleza

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¿Como podía ser tan perfecto?, iba mucho más allá de lo que alguien podía decir sobre la belleza. Con el solo deseo de tocar su cara, mejillas, manos que empezó a acercarse a ella..   

¡¡Huye, Eugeo!!  

Esa voz, era una voz solo audible para el joven caballero, la qual él reconoció, pero no al ver a nadie para expresarla, sacudió la cabeza y pensó detenidamente.

-Piensa...-.

-¿Quien podría dormir en el ultimo piso de la Catedral y de esta manera debía ser Administrator, y aun me queda esta daga si ahora aprovecho podría..- él habló para sí mismo.

¡¡Corre Eugeo!!

Esa voz regresó para él, pero antes de poder hacer algo la mujer empezó a despertar...

La mujer parpadeo varias veces sentandose de rodillas mientras que dio un bostezo parecia ignorar la presencia de Eugeo, hasta que por primera vez ambos se miraron a los ojos..

-Que chico tan desafortunado..- ella tomó la primera palabra.

-¿Desafortunado?- él no comprendió esas palabras.

-Si eres muy desafortunado, eres muy parecido una flor marchita en un tiesto..-.

-¿Una flor en un tiesto?- él seguía sin entender a lo que ella se refería.

Asintió levemente -Sé lo sediento y hambriento que estas..-.

-¿D-de que?- Eugeo empezó a ponerse tenso ante esas declaraciones.

-De amor..- soltó como si no fuera nada, pese a lo que estaba diciendo.

-¿De amor?- eso lo tomo desprevenido, pero eso no podía ser cierto -hablas como si no lo conociera...-.

La emperatriz y el caballero de hielo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora