Estábamos en clase de castellano, la clase más aburrida e irritante para muchos, como decirle a los alumnos hora de dormir o hagan lo que les plazca. La profesora de castellano era tan extraña, a veces demasiado escandalosa y otras veces tan silenciosa, supongo que se cansaba de que sus gritos fuesen en vano. En esa ocasión estaba bastante callada, por lo que cada quien andaba en su mundo, hablando, nada de lo que alarmarse, nada que molestase. Sinceramente a mí siempre me gusto la materia, pero vamos, con esas ganas que tenía hasta la misma profesora a veces. Mi grupo de amigas se encontraba hablando, pero yo no opinaba, estaba recostada de mi mesa con ganas de estar en mi cama durmiendo. Ni siquiera estaba prestando casi atención a lo que decían mis amigas hasta que oí mi nombre.
— ¿Qué pasó conmigo? —Pregunte como recién despertándome de un sueño.
—Así sí prestas atención, ¿no? —Preguntó Fabiola haciéndome entender que solo me nombraron con ese cometido.
—Qué malas son. —Dije volviendo a descansar en mi mesa.
—No puede ser que hasta con nosotras seas así, Hannah. —Se quejó Scarlet.
—Perdón —dije sinceramente volteándome a verlas—, es que hoy me desperté con un sueño fuera de lo común.
—Ah, pero si fuese Henry. —Dijo Angie, yo la mire mal y mis amigas no entendieron.
— ¿Henry? —Pregunto Ana aun confundida.
—Ayy, un chico con el que estoy hablando. —Dije con algo de fastidio.
—Eso es nuevo. —Dijo Scarlet extrañada y no era la única.
—Pero no es nada fuera de lo normal, Angie exagera. —Dije mirando mal a Angie otra vez.
—Sí, pueden creerle ahora, pero después verán por ustedes mismas como se pone. —Respondió ella.
Abrí mi boca para decir algo, pero la hora de descanso había llegado. El sonido del timbre y mis compañeros saliendo descontroladamente me interrumpió totalmente, por lo que termine por resignarme. Salimos del salón preparadas para la misma rutina de siempre, nada más que caminar y conversar de cualquier bobería, pero la diferencia de ese día de cualquier otro se notó apenas salimos del salón. Henry estaba recostado de la pared justo al lado de la salida del módulo, Angie tampoco tardo en darse cuenta por los que nos halo hacia ella para hablarnos.
—Ese es Henry. —Dijo sin disimular ni un poco. Pienso que el pobre hasta pudo sentir nuestras miradas porque instantáneamente giro su mirada hacia nosotras, yo quise cachetear a Angie, pero él se acercó rápidamente.
—Hey —dijo para todas—, soy Henry.
—Hola, Henry, un gusto. —Respondieron ellas estrechando la mano de él.
— ¿Vienes? —Pregunto ofreciéndome su brazo para que me sujetara de él—. Te dije que te buscaría.
—Sí, vamos. —Dije con timidez, pero se notó más como odiosidad. Ni siquiera acepte su otra oferta, solo seguí caminando.
—Ehm, bueno —dijo después de un rato—. Sí te gusto que te buscara, ¿no?
— ¿Por qué lo preguntas? —Le pregunté, sabía la respuesta, pero quería escucharlo de él.
—Es que tu comportamiento me dio a entender otra cosa. —Respondió algo incómodo.
—Perdón, es que...
—No, no, tranquila —dijo interrumpiéndome—. Yo supongo que entiendo —parecía algo desanimado—. ¿Quieres un helado? —Pregunto para aliviar la tensión.
—Sí, obviamente me gustaría, pero...
—No se diga más —volvió a interrumpirme—. Ya sé que eres tímida, pero permíteme complacerte. —Dijo agarrándome de la mano para arrastrarme a la cafetería.
—Pero Henry...
—Shh —dijo para callarme—. Ya te dije.
Llegamos a la cafetería y yo seguía sin entender por qué era tan amable conmigo, cualquiera se hubiese quedado callado esperando a que ese momento terminase. Él seguía ahí haciendo la pequeña fila para comprar los helados, y vi perfectamente como se acercaron la rubia y la castaña. Por poco pensé que me dejaría mal otra vez por ellas, pero al rato se fueron y él se acercó a mí sosteniendo dos barquillas.
—Toma —extendió su brazo para darme una de las barquillas—. Ellas... Solo son amigas mías. —Me explico.
—Sí, tranquilo, no tienes que explicarme nada. —Le dije algo avergonzada.
—Pues quiero hacerlo. —Dijo regalándome una sonrisa.
Caminamos por un rato en silencio mientras disfrutábamos de las barquillas. No era incomodo, por lo menos para mí no lo era.
— ¿Y tus amigas gustan de ti? —Pregunte después de un buen rato.
—Wao, qué manera de romper un silencio —dijo sorprendido por mi repentina pregunta— Bueno, dicen que Melanie gusta de mí, pero solo somos muy buenos amigos.
—Bueno, a mí me parece que le gustas. —Le dije sinceramente.
— ¿Por qué? —Preguntó curioso.
—Me miro muy mal en la mañana. —Dije e inevitablemente solté una risa.
—Ah, eso —dijo rascando su nuca—. No sé, ella es así, no creo que sea porque le guste.
— ¿Y por qué crees que la gente lo dice entonces? —Pregunte.
—La gente dice muchas cosas, y como dije, somos buenos amigos —explico él encogiéndose de hombros—. Por lo visto tú piensas lo mismo y todavía no la conoces bien.
—Pero es instinto femenino, supongo. —Dije también encogiéndome de hombros.
— ¿Instinto femenino? —Pregunto riendo—. Creo que nunca había escuchado eso.
—Pues para estar rodeado de chicas, no sabes nada de ellas. —Respondí devolviéndole la burla.
— ¿Ah sí? —Preguntó desafiante—. ¿Eso es lo que crees?
—Eso es lo que parece. —Respondí encogiéndome de hombros.
Él abrió la boca para decir algo, pero dijeron su nombre a lo lejos y en lo que giramos a ver, venían un par de chicos acercándose. Henry pareció ponerse nervioso, pero creo que más bien estaba como avergonzado de que sus amigos lo vieran conmigo.
— ¿Todo bien, amigo? —Preguntó el rubio—. Te desapareciste de repente.
—Parece que...
—No empieces, Jacob. —Dijo Henry con fastidio.
— ¿No nos vas a presentar a tu amiga, Henry? —Preguntó el rubio acercándose a mí—. Qué descortés.
— ¿Y cuándo Henry ha sido cortes? —Pregunto el castaño también acercándose a mí—. Yo nos presento. Hola, soy Jacob, él es Jeremy.
— ¿Qué quieren? —Preguntó Henry malhumorado.
—Ah pues, ¿es que no podemos acercarnos a nuestro amigo? —Pregunto el castaño haciéndose el ofendido.
—No —respondió Henry cortante—. Hablamos en el salón.
—Bueno, bueno —dijo Jacob en rendición—. Vamos, Jeremy. Henry anda de malhumor.
—Perdona por eso —dijo Henry después de un rato—. A veces no los soporto. —El timbre sonó en ese momento por lo que aproveche para no opinar—. Ven, te acompaño a tu salón. —Dijo brindándome su mano, yo acepté y empezamos a dirigirnos hacia en el que ese entonces era mi salón de clases.
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Hope🍃
RomanceHannah estaba ilusionada, no se percataba de la realidad, quizá no quería hacerlo. Decidió volver a confiar brindando más oportunidades de lo regularmente aceptado, apesar de que todo decía que eso no era lo correcto. Supongo que quería seguir creye...