Prólogo

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El fin del mundo es una idea que nos persigue desde el inicio del tiempo. Un temor tan antiguo como la propia raza humana. Las más remotas civilizaciones, han imaginado de forma similar una noche en la que la naturaleza y los dioses descargaban su ira para el exterminio global.

Y lo escribieron en siniestras profecías convencidos de que ese momento llegaría tarde o temprano. Es a partir del siglo XX, en la era de la exploración espacial, cuando el colectivo inconsciente idea un final distinto y aún más aterrador. Un cataclismo en el que cualquier atisbo de vida ha sido eliminado y extirpado de raíz gracias a fuerzas que habitan en los límites de la física y que no terminamos de comprender ni dominar.

No hay incendios, disparos o inundaciones. No es nada semejante a nuestra idea de gran catástrofe. Todo está intacto. Todo sigue así, como aquel día 26 abril de 1986 a la 01h:23m:58s de la madrugada, como una realidad suspendida en el tiempo. El reactor 4 modelo RBMK-1000, tres años después de su instalación, voló por los aires expandiendo niveles de radiactividad varios millones de veces superior a los que puede soportar cualquier ser humano.

Así deberá continuar durante los próximos 24 mil años.

Chernobyl. Un viaje en el tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora