"Bᴇᴀᴜᴛʏ ᴍᴀᴋᴇs ʙᴏʏs ʜᴀᴘᴘʏ"

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Llegué a la escuela en el mismo o peor ánimo que había sentido los últimos meses, pero ya no podía darme el lujo de seguir faltando. Bel me recibió en la puerta, parecía nervioso; yo intenté lucir un poco más animado.

—¡Hey, Bel!

—Crowley…— pareció nervioso y un poco sorprendido de verme.— Uh…

—¿Qué pa-?

No me dió tiempo de terminar mi frase, una tercera persona se hizo presente entre nosotros.
Oh, y no era cualquier persona. Era él, el ángel, el ser más magnífico y precioso que el mundo pudo haber puesto en mi camino.

—Hola, queridos.— saludó amablemente aquel bajito y llenito ser.

Quedé atónito, incapaz de moverme o poder decir algo, miraba a Bel y Azira respectivamente.

—Crowley, Aziraphale… Aziraphale, Crowley. Creo que ya ahora que se conocen… yo… lo explicaré luego. Nos vemos.

Y sin más, se fue. Me dejó solo, con una pura y angelical presencia frente a mí.

Aziraphale fue el primero en hablar, intentando romper el hielo.

—Entonces… ¿Tú eres Crowley? Beelzebub me habló de ti, dice que compartimos gustos muy similares y querías instrucción en par de tareas. Creo que puedo hacer eso, estudio la mayoría de los días en-

—La biblioteca.— terminé por él.

Era probable que no supiera que aquellos descansos que no rondaba al lado de Bel, eran porque lo observaba, en la biblioteca, embobado por su mera acción de existir. Tragué saliva. No lo acosaba, no era un obsesionado con cada mínima acción que hacía, pero lo admiraba mucho; siempre había admirado su esfuerzo y dedicación a la escuela.

—¡Oh! Eh- ¡quiero decir…! Es bastante obvio que estudies allí, es el único lugar dónde puedes estudiar.— me corregí, para no terminar como un idiota y que el más bajo ya no quisiera acercarse a mí.

—¡Sí!— arregló su moño, un poco nervioso, ¿por qué? —¿Te gustaría venir conmigo alguna vez? Puedes decirme las materias en las que necesitas ayuda. Tú amigo Bel y yo, adelantamos algunas tareas por la semana que faltaste a clase. ¿Te encuentras bien? Estuve preocupado. No creo que sea normal que una persona falte tanto a la escuela.

Me entregó un manojo de papeles, la tarea. Miré los papeles, en ese instante era lo que menos me interesaba. Estuvo preocupado por mí, ¿Bel le dijo que había faltado tanto tiempo? ¿Era capaz? ¿Cómo lo sabía? Miles de preguntas que no pudieron ser contestadas.

—Oye y-

—¡Shh!— me silenció rápidamente.— Ya empezó la primera hora, no puedo llegar tarde. De inmediato termine el segundo periodo nos dirigimos a la biblioteca, ¿de acuerdo? ¡Rápido!

Tomó mi mano y prácticamente me jaló por los pasillos hasta nuestro salón. No fui capaz de decirle lo débil que me encontraba, solo quería sentir su toque hasta que el mundo se terminara.

Soltó mi mano una vez que estuvimos dentro del aula.

—Tomaré mi asiento, querido.— rió levemente.— Espero que puedas entregarme la lista de materias en las que más ayuda necesitas. Estamos en el mismo salón, así que no habrá ningún problema.

Se retiró hasta su lugar.
Oh, sabía que íbamos a la misma clase.
Sentí su cálido toque.

Sabía mi nombre.

Sabía quién era.

Oh Aziraphale, si soy bonito, ¿te gustaré?













Durante el almuerzo, en la biblioteca, estuve aprendiendo mucho con Azira, más de lo que alguna vez aprendí en alguna clase. Reímos, ya que de vez en cuando hacía algún que otro chiste.

—¿Lo ves, Crowley? No es muy difícil… si repetimos estas sesiones un par de veces por semana seguro pasas las materias con excelentes calificaciones. Ahora mismo, lamento interrumpir la sesión pero estoy que me muero de hambre. Vamos al patio, ¿sí?

—¿Mañana continuaremos? ¿Cierto?— pregunté con angustia, no quería que me dejara.

—Claro, pueden ser los miércoles a viernes sin ningún problema, estaría más que encantado.— noté mirando de reojo como sus mejillas se sonrosaban.—Podremos repasar los nuevos temas juntos, ahora vayamos.

Tomó mi mano sin más, arrastrándome de nuevo por los pasillos hasta llegar a una mesa en el patio de la escuela. Nos sentó en una mesa de madera, de esas que parecen sacadas de un parque.

—Tengo sushi, de la mejor calidad, lo preparo siempre que puedo, ¿gustas?— me mostró su tupper. Parecía un lunch japonés.

—No tengo hambre, ángel, gracias.

Al poco rato de estar en la biblioteca, le había mencionado lo complicado y poco realista que sonaba "Aziraphale"; se lo había tomado con humor y me había dado el permiso de llamarlo "ángel".

—Te ves muy pálido y delgado, Crowley… Parece que no has comido en días… ¿Seguro no tienes hambre?

—¿C-crees que me v-veo… feo?— pregunté con un hilillo en mi voz, por supuesto que me moría de hambre, pero no podía permitirme aumentar de peso. Nunca sería hermoso.

—¡¿Qué!?— Zira sonó sumamente preocupado y exaltado.—¡Para nada Crowley! ¿Por qué crees que te verías mal?

—D-Dicen que "la belleza hace a los chicos felices"… y-yo… Quiero hacerte feliz, Aziraphale…— sentía que se me iba a romper el corazón, las lágrimas comenzaban a nublar mi vista.—Y tú eres hermoso Aziraphale, ¡del modo en que luzcas!

El rubio de ojos azules, pareció quebrado. Quizá en preocupación, miedo, comprensión. Pareció entender ciertas cosas con una rapidez inquietante. Su rostro se suavizó, rápidamente se levantó de su lugar y se sentó junto a mí.

—Crowley…— colocó su palma en mi mejilla, limpiando mis innevitables lágrimas con su pulgar.

—¡Me he estado matando en hambre, ángel! ¡Tallando mi piel hasta que mis huesos fueran visibles!

Me levanté la manga del saco negro que solía usar, mi piel pálida hacía que la marca del hueso en mi muñeca fuera todavía más notoria. En este punto ya no podía controlar mis palabras o lágrimas. Rogaba por ya no llorar, pero era innevitable. Lo había estado guardando por mucho. Oculté mi rostro en el pecho del más bajito, quién rodeó mi cuerpo a modo de abrazo y acarició mi espalda.

—E-Enséñame a estar bien… Ya no quiero minimizar mis emociones…— susurré, echo un mar de lágrimas, sorbiendo por la nariz.

Sus caricias se volvieron más suaves, lentas, combinadas con un par de palmadas en la espalda. Levantó mi cuerpo para que le mirara a los ojos, me quitó los lentes obscuros. No me gustaba llorar, resaltaba demasiado contrastado con el particular amarillo de mis ojos.

Su sonrisa me tranquilizó.

—Dicen que la belleza es vana…— murmuró con una sonrisa tranquila. Esa sonrisa que se encargaba de eliminar hasta los días más oscuros.

—…Solo serás feliz si luces de cierta manera.

Aziraphale negó levemente, riendo. Me abrazó, aferrándose a mi débil cuerpo con mucho cariño.

Quedé estupefacto un par de segundos, antes de corresponder, cerrando los ojos y respirando su dulce aroma.

Y yo, solo quería estar bien.

Solo quería estar bien.

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ᴘʀᴏᴍ ϙᴜᴇᴇɴ || ɢᴏᴏᴅ ᴏᴍᴇɴs || ғɪɴᴀʟɪᴢᴀᴅᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora