Capítulo 7

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Me lamió la mano y me la mordió cariñosamente para que le siguiera acariciando. Sin darme cuenta ya tenía al cachorro en mis piernas. Sabía que todos me miraban, pero no me importaba, yo estaba concentrada en el abundante pelo blanco, con esos ojitos negros que me miraban con curiosidad y esas orejas levantadas que se movían con cualquier ruido que sonaba.
-Veo que te ha gustado mucho acariciar a tu sobrino- dijo Gael sonriendo bastante orgulloso. Tu sobrino. ¿Un lobo?
-Pero... ¿es un niño?- pregunté. Tenía muchas preguntas en la cabeza.
-Sí, pero, verás, te explico, cuando tus dos padres son licántropos, cuando naces, te pasas 1 año en apariencia de lobo, sin poder de conversión. Cuando llevas más de 1 año, ya puedes convertirte como te plazca.- hizo una pausa.- Pero cuando te convierten, solo tienes que pasar 2 semanas siendo solo lobo.
Señaló al cachorro y me informó:
-Él nació siendo lobo, tiene 6 meses, por lo tanto, su apariencia humana se desarrollará dentro de otros 6 o 7 meses aproximadamente.
Asentí. El mundo de los licántropos era parecido en algunas cosas al mundo humano. Excepto porque tenía miles de locuras. Pero aun así no me gustaba la idea de estar aquí, aunque intentaría no molestar mucho, para no ser un estorbo.
-¿Y cómo se llama?- pregunté mirando al pequeño ser que me estaba acariciando la cara con su patita. Las uñas me arañaban, así que lo aparté y volví a acariciarlo yo.
-Se llama Lion - respondió una fina voz desde algún lugar que no logré reconocer. Miré hacia todo los lados pero no encontré la procedencia de esa melosa voz.- Ahora dame a mi hijo.
Me sobresalté y me encogí. Estaba detrás de mí. Me giré lentamente como pude y vi a una chica de 23 años más o menos (o eso es lo que aparentaba), tenía el cabello marrón y liso, sus ojos eran de color miel y su piel parecía de porcelana, era hermosa, pero intimidaba. Me dió tanto miedo que le entregué al cachorro. Éste sollozó y estiró sus patas hacia mí, pero su madre lo apartó bruscamente, me pareció cruel, muy cruel. Por primera vez, a pesar de los miedos, quería gritarle a esa mujer que tratara bien a su hijo. Pero otro hombre interrumpió mi escándalo mental y le quitó rápidamente el cachorro a su madre.
-Rosa déjalo.- le dijo con el ceño fruncido. La tal Rosa se cruzó de brazos y miró mal al hombre. Tenía el pelo rubio por los hombros y ondulado, los ojos marrones y lo que más llamaba la atención de él era una cicatriz que atravesaba toda su cara. Le daba un aspecto misterioso, también intimidaba. Me di cuenta de que me estaba mirando con mucho interés- Así que tú eres la famosa Darice...Humm...Yo soy Jack, hermano de tu mate.
¿Pero cuantos hijos tienen? Madre mía...eso era una familia grande...Los dos gemelos (que no me acuerdo como se llamaban), Liam (el parecido a Gael), Jack (el misterioso), Rose (la desconocida), Marie (mamá lobo), Isidro (papá lobo).
Un capítulo genial para los dibujos animados de Peppa Pig. Genial. Además, ¿Por qué eran todos hombres? Esto iba a ser difícil... La mano de Gael cogió la mía, pero yo la aparté, aunque hubiera conocido a su familia no le daba derecho de tocarme. La madre de Gael me miró y sonrió, yo hice lo mismo, ella me caía bien. Si no fuera porque tendría que amar a un hombre y soportar a otros, me hubiera dado igual estar aquí. Pero cada vez que recordaba a Tati...El corazón se me rompía en mil pedazos. Y tampoco quería acordarme de mi familia, ahí si que me ponía a llorar. Marie preguntó:
-¿Y cómo has estado estos días?
Yo guardé silencio. Miré a Gael, rogándole que me ayudara a salir de ésta. Sinceramente no sabía que responder.
-Bien- contesté simplemente. No quería llevarme mal con Marie. Me retiré excusandome de querer ir al baño y subí las escaleras. Me dirigí a la habitación y me senté en la cama. Tenía la mente nublada, no conseguía pensar en nada en específico. Por un lado pensaba en toda esa familia, por otro, en MI familia, por otro, en que estaban esperándome abajo, y por otro, que la puerta de la habitación se acababa de abrir.
-Darice, ¿Estás bien, princesa?- sentí como Gael se sentaba a mi lado. Yo tenía el rostro hundido en mis manos, así que no veía nada, y tampoco quería. En ese momento me sentía mal, muy mal. La tentación de escaparme brotaba de mi interior, también quería dormir, hasta despertarme de esa pesadilla. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que ser yo? Estaba obligada a todo eso. No quería pensar en nada.
-No, Gael, no estoy bien, no quiero estar aquí, la mente se me nubla, no quiero pensar en nada, tampoco sé para qué me quieres exactamente- le dije sollozando.
-Darice, te quiero, quiero vivir contigo, que tú estés feliz conmigo, eso es lo que quiero- me dijo acariciandome la cabeza. Lo menos que quería en eso momento era que me tocase, así que aparté su mano.- Por favor, dale a esta vida oportunidades.
Yo negué con la cabeza. No quería hacer un berrinche, no. Quería irme a mi casa, a mi hogar. No a éste.
-Gael, creo que no podré quererte- le dije. Esas palabras me dolieron hasta a mí. Me eché a llorar cubriéndome con las manos, me sentía débil, y no podía dejar que me vieran así. Así que rápidamente me levanté de la cama y me dirigí al cuarto de baño, cerré con pestillo y me miré al espejo. Estaba horrorosa, absolutamente horrorosa. Pero me daba igual, yo quería volver con mi familia, quería volver a estar con ellos...no en esta cárcel. Empecé a dar vueltas en el gran baño, y me eché agua en la cara...pero no me percaté de que dejé el grifo abierto y todo el suelo estaba repleto de agua. Me resbalé y sentí un tremendo dolor en las rodillas. Pero no me levanté, estaba demasiado cansada para hacerlo, yo solo quería escapar de aquel mundo. Pero la puerta cayó hacia abajo y ahí estaba un lobo de pelaje blanco y ojos marrones. Me asusté pero no podía levantarme. El lobo me lamió la cabeza y me levantó con su boca. Me puso en su lomo y salió fuera del baño. Saltó a la cama y me dejó allí tumbada. Regresó del baño y se acurrucó a mi lado, hecho un ovillo, y me acarició con su pelo blanco, invitándome a caer dormida.

Unas voces lejanas me despertaron. El lobo seguía a mi lado, mirándome, acariciandome con su pata. Cuando abrí los ojos me lamió la mejilla. Recorrí toda la sala y allí estaban Liam, Marie e Isidro. Me asusté pero después me relajé, sabiendo que ellos no me iban a hacer nada, pero me sentí expuesta, como una especie rara en un zoo. Cerré mis ojos y me giré, buscando las mantas de la cama. Sabía que eso era de mala educación pero en ese momento solo quería desaparecer. El lobo gimió y se volvió a acostar a mi lado, dándome calor con su pelaje.
-Darice...sabemos que estás mal pero por favor...solo te tienes que acostumbrar a este mundo- me rogó Isidro. Resoplé.
-Es que...Isidro, yo os admiro, pero este mundo es desconocido para mí, no puedo hacer como si nada. Además, toda la información se junta en mi cabeza y se me nubla todo.
Pero un ruido me sacó de mis pensamientos, el lobo ya no estaba, en su lugar se encontraba Gael. Me acarició el pelo, yo no me negué, no tenía fuerzas para discutir en ese momento. Me sentía exhausta, me dolía la boca, las rodillas, sobre todo la cabeza... Gael suspiró y le dijo a sus padres:
-Quedaros aquí, por favor. Voy abajo a por comida.
Ellos asintieron y se sentaron en la cama. Liam ya no estaba.
-Querida, ¿de qué tienes miedo?- preguntó Marie. En realidad...no sabía a qué realmente. Tenía miedo a lo desconocido, a no saber como me tratarían, a no saber que me encontraría.
-No sé...- dije con la cabeza gacha. El labio me temblaba.
-Cariño, eres la mate de mi hijo, puedes contarme todo lo que quieras me volvió a decir.
Negué con la cabeza y no contesté. No quería saber nada de esto. Y lo peor es que no encontraba ningún tipo de consuelo en esa casa.
-Mira, Darice, nosotros vamos a estar para lo que necesites. Gael viene hacia aquí, lo mejor es que no te agobiemos, por ahora vamos a dejarte con él- dijo Isidro, levantándose y cogiendo de la mano a su mujer. Salieron de la habitación y al instante entró Gael. Vi como se desanimaba y agachaba la cabeza cuando me veía así. Dejó la ya conocida bandeja en la cama y se sentó a mi lado.
-Darice... no quiero que estés así- dijo con la voz apenada. Yo tampoco quiero estar así, no te jode...
-Ya lo sé, Gael, yo tampoco quiero estar así...pero es que no puedo sentirme de otra manera- le dije. Él me miró apenado y después me apartó un mechón.
-Tranquila, come, hoy dormirás durante todo el día ¿vale?- preguntó. Si, dormir, sería lo mejor.
Así que me pasé todo ese día durmiendo...

¿La mate del Alpha es humana? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora