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L A U R A

Suspiro, con mucho cuidado me asomo a mi vientre, la menos la herida no es tan grande, solo son unos cuantos Centímetros.

Creo que al Idiota ese no le pasó nada. Se levantó y se fue, y yo pensando que le había echo algo. Creo que sí estoy algo por debajo de el.

Doy un ultimo respiro y me pongo de pie. Suelto un gruñido de dolor y pongo ambas manos en mi vientre para tratar de detener al sangrado. Camino despacio hacia la casa para evitar que sangre más.

Al llegar a la casa subo difícilmente a mi recamara con uno que otro tropezón en las escaleras. Mi ropa quedo toda manchada y llena de sangre, no le halló lógica como es que Adam no se lastimo nada, ambos caímos al piso y el golpeó al suelo primero y yo caí sobre el. No lo sé, no tiene sentido.

Cuando llegó al cuarto abro la ventana para que el olor a sangre no se quede aqui, pero ay algo. Una gran mancha de sangre se ve desde aquí en el suelo de mi patio, es de el.

Me dirijo al baño, quito toda mi ropa y me meto a la regadera, el agua esta fría, eso quisiera creer me va a servir para detener el sangrado.

Trato de lavarme todo el cuerpo especialmente en mi vientre, todo mi cuerpo huele a Adam algo que en si, me da asco.

Antes amaba su olor, ahora es lo mas repugnante que puedo oler.

Bajo mi vista hacia mi vientre. No se abrió por completo, sino una cuarta parte de ella gracias a la diosa luna. Al estar 100% limpia salgo del baño y me pongo mi ropa interior negra. Seco un poco mi cabello con una toalla para que no esté goteando.

Regreso al baño y tomo el botiquín de primeros auxilios y saco gasas, una venda, agua oxigenada, alcohol, algodón e isodine.

Cuando Adam me la hizo fue el dolor más horrible que pude experimentar en todo lo que llevo de vida. Después de que su manada se fuera del bosque todavía me quede ahí a lo mucho 20 minutos. No podía curarme. Nuestra curandera creé que es porque Adam uso magia para que esa herida nunca se me quitará.

En ese instante creí que moriría. Toda la sangre en el suelo, todo mi pelaje manchado, el olor a lluvia inundaba mis fosas nasales, la mayoría de mis chicos heridos, algunos de gravedad.

Fue ahí cuando recordé a mis padres, cuando estaba con ellos, cuando mi madre me enseño como era su loba, el primer recorrido que di con mi padre en la manada, mi viaje en las manadas con mi familia, cuando jugaba con mi papa en su forma lobo.

O cuando mi padre me regaño por ser amiga de un tigre; Jamás me imaginé que el tendría razón cuando me dijo que Adam jamás sentiría calidez por mi, mucho menos amistad. Quizás en algún momento llegó a sentirla, pero debió ser demasiado poca.

Gracias a que no me aleje de él cuando me lo advirtieron mis padres están muertos. En pocas palabras es mi culpa.

Seco mis lagrimas con mis muñecas. Nunca me ha gustado llorar. Eso Para Mi, eso es el peor signo de debilidad que puede haber en este mundo.

Coloco la venda en todo mi vientre apretándola bien, en unas horas me quitare. Ya que la herida no es profunda, cerrara rápido.

Abro mi armario y saco una blusa olgada sin manga blanca y un pantalón de mezclilla azul claro. Me pongo unas botas medias de cuero negro.

Mi cabello lo recojo en una coleta alta. No me pongo nada de maquillaje, prefiero así, al natural.

Voy de regreso a la cocina y veo el gran desastre que Adam y yo dejamos. Un pequeño charco de agua que se ha formado gracias a el agua de lluvia que ha caído.

Huyendo Del Destino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora