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L  A  U  R  A

Cuatro días después.

Estoy exhausta, no e podido dormir bien en estás noches, no es muy sencillo cuidar a Adam. No me molesta, al contrario creo que empieza a gustarme pero siento que lo mato cada vez que le doy sus medicinas.

En todas estas noches le pido que despierte porque su gente lo necesita, incluyendome. Creo que la unión que nos hace mates es lo que me está poniendo sentimental con el. Al final de cuentas es lo que Gabriela dijo: Caerán ante lo inevitable su unión. Eso me preocupa.

¿Que pasará si el me rechaza?, ¿Que pasará si el sentimiento no es correspondido?

Se burlara de mi y estará en primera fila para ver mi muerte. Eso pasará.

Bebo rápidamente el resto de ron que queda en mi vaso, por mi mente pasa la idea de servirme más cruza por mi mente. No, ya tomé mucho hoy. Salgo del despacho y con mucho cuidado subo las escaleras para no caerme otra vez como las otras 3 ocasiones.

Al entrar al cuarto veo a Adam acostado e inmóvil. Sonrió al verlo así, se ve muy tierno. Camino al armario, me pongo la pijama y me lavo los dientes. Unos minutos después me recuesto a su lado.

—Oye —susurro en su oido —Ya es hora de que despiertes, para que me abraces cuando me de frío en la noche —mis ojos comienzan a indundarse —Para estar uno a lado del otro, como lo prometimos desde niños —pequeñas lágrimas silenciosas caen por mis ojos perdiéndose en la camisa de Adam

A la mañana siguiente:

Despierto a las ocho de la mañana gracias a qué doy un mal giro en la cama y caigo de bruces al suelo.

—¡Maldita sea! —grito, sujeto con fuerza mi hombro porque me pegue ahí con la mesa de noche.

Me quedo unos segundos más ahí abajo meditando un poco que por primera vez en mi vida caí de la cama.

Me pongo de pie y voy al baño; lavo mis dientes y hago mis necesidades. Me peino con una media cola y me pongo un top deportivo y unos leggins.

Hace días que no salgo a correr, creo que me dendra un poco bien estirar las piernas.

Bajo las escaleras y salgo de la casa.

—Buenos días Laura —apaarece Javier a un lado de mi también con ropa deportiva.

—Buenos días Javier, ¿Como amaneciste? —le pregunto comenzando a Trotar y este atrás de mi

—Pues bien, ando cansado —se queja

—No estás durmiendo bien —le recuerdo —Ese es el problema, te la pasas mucho tiempo con Fabiola

—Sabes lo que siento por ella, me es inevitable

—Ya tengan hijos —me burlo

***

Luego de estar en el gym por más de cuatro horas regreso a casa cansada. Así a sido estos días, con cualquier cosa mínima se me va el alimento.

Subo las escaleras y entro al cuarto

—¡Hola ya llegué! —le digo emocionada aunque se que no me va a contestar —Uff, estoy muerta —me acuesto a su lado —Oye —acaricio su mejilla —Si despiertas hoy, me gustaría hacer muchas cosas contigo ¿Si?, Anda, despierta —beso su mejilla y me levanto.

Saco unas toallas del armario, un poco de ropa y entro al baño para darme una buena ducha.

***

Huyendo Del Destino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora