Venganza

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Una a una el rubio liberó las extremidades de la albina de aquellos grilletes. La pobre chica lucía tan frágil y débil que conmovió al Príncipe Demonio.

Afuera, el chico de pelo negro esperaba a su hermano, había notado un súbito incremento en su energía demoníaca, ya sabía lo que estaba por pasar desde que observó en tan mal estado a la princesa, después de todo él también estaría furioso si alguien llegara a lastimarle a Gelda.

El rubio tomó a la chica entre sus brazos delicadamente, salió de la celda e indicó desde el otro lado a su hermano que le abriera la puerta, así lo hizo este último.

- Y bien Majestad, ¿qué le ha parecido la chi- el comerciante no pudo finalizar la pregunta pues una daga hecha de energía oscura lo había decapitado..

El cuerpo decapitado cayó precipitándose hacia el frente y salpicó el rostro de la albina quién despertó por un momento y se sorprendió al ver la macabra escena. Hundió su rostro en el cuello de Meliodas - tranquila Eli.. es sólo una pesadilla- dijo él con una voz tan dulce que arrulló a la princesa.. y una vez más el cansancio la venció..

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El carruaje de los hermanos ya iba alejándose del castillo en donde se había hecho la compra de Elizabeth, a lo lejos éste podía verse en llamas.

- ¿Enserio era necesario que hicieras todo eso? -preguntó el pelinegro.

-Tsk- respondió el rubio - Zeldris, ¿no hubieras hecho lo mismo por Gelda?

-Jm!- el chico no respondió nada a esa pregunta, simplemente se limitó a observar las heridas de la albina y puntualizó- está muy malherida, necesita atención.

Afortunadamente Meliodas ya se había anticipado a esa posibilidad, tomó "prestado" a un doctor del reino humano quien lo esperaba en su castillo.

- Necesita atención y la tendrá- dijo Meliodas mientras acariciaba la mejilla de su amada.

Elizabeth suspiró profundamente mientras se acurrucaba entre los brazos de Meliodas.

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La despertó una luz rojiza que se filtraba por los altos ventanales de aquel lúgubre castillo. Bajó su mirada. Sabía que era imposible escapar en el estado que se encontraba, con heridas frescas y aún muy débil.
Intentó sentarse en la cama y notó que aunque aún tenía un ligero dolor en donde se encontraban sus heridas, éstas estaban limpias y vendadas.

Se percató que su pálida mano derecha estaba entrelazada con la de aquel chico que la había reclamado como suya la noche anterior. Se ruborizó al recordar lo que él le había hecho.

<<El pobre durmió en una posición muy incómoda >> -pensó Elizabeth al darse cuenta que se había dormido sentado en una silla con su torso recargado en la cama mientras sujetaba la mano de ella. El agarre del chico era fuerte, pero cálido a la vez, al verlo dormir a la chica incluso le pareció muy tierno...

Alguien llamó a la puerta que se encontraba entreabierta. Esto la sacó de su ensimismamiento.

-¡Pase! - de sorprendió al ver que era ¡un humano como ella! -el demonio se despertó al escuchar su voz- ¡Ah! Doctor, ¡justo a tiempo! - dijo él.

-Princesa Elizabeth, Príncipe Meliodas- dijo el hombre mientras hacía una reverencia- perdone la interrupción su majestad - el doctor se ruborizó un poco al ver las manos de ambos entrelazadas. Elizabeth se percató de esto y se puso roja cuál tomate, intentando zafarse de su agarre a lo que el rubio apretó más fuerte su mano para no dejarla escapar.

- La princesa se encuentra bien -continuó- sólo está un poco débil, necesita dormir por lo menos 8 horas diarias, comer bien y tomar mucha agua, asegúrese que las heridas sean limpiadas y los vendajes cambiados por lo menos 2 veces al día. Si sigue las indicaciones al pie de la letra se repondrá en menos de dos semanas. - el doctor hizo una leve reverencia y se retiró.

-Gracias- comentó el demonio - Zeldris lo guiará de vuelta a su mundo - comentó mientras el pelinegro lo esperaba fuera de la habitación.

-Bien doc, sígame- musitó Zeldris, el doctor lo siguió a paso apresurado.

Al ver que salían los dos Meliodas cerró la puerta para luego volver con Elizabeth.

-¿Qué pasa? -preguntó el rubio - ¿por qué te querías soltar de mi agarre? ¿Acaso no te gustó? - preguntó sonriendo.

Elizabeth se puso de mil colores. Claramente ahora podía distinguir unos ojos verdes en el chico, juraría que ayer eran negros. O tal vez por el estado en el que estaba estuvo delirando. Sacudió su cabeza de izquierda a derecha para volver a la realidad.

-No.. no es eso..- respondió ella.

-¿Qué?... no me digas que... -Meliodas se subió a la cama, se acercó tanto a ella que sus rostros quedaron a centímetros uno del otro - ¿acaso me tienes miedo?

Elizabeth negó con su rostro aún ruborizado.

-Es sólo que.. usted ayer.. f-fue muy...-

Tocaron la puerta de nuevo, esta vez tres veces.

Meliodas se paró rápido a abrir.

-Oh mira, el desayuno- el demonio indicó a la sirvienta que pasara a la habitación. -buen provecho Eli! - dijo mientras salía de la habitación- ah! Y no olvides ponerte elegante para la cena! Escoge el vestido que quieras! -el joven señaló un closet.

-G-gracias - dijo ella mientras la sirvienta acomodaba las bandejas en la cama.

<<Pero ¿Cómo... cómo supo mi nombre?>> - de quedó pensando la chica mientras comía un trozo de pan tostado.

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El demonio rubio salió de la habitación y cerró la puerta tras de él.

<<Eli.. por fin, después de todos estos años nos reencontramos.. te prometo que esta vez no te dejaré ir>> -pensó para sus adentros.

Esclava SexualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora