Parte III: Conociéndote

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El día había pasado rápidamente, después del desayuno Elizabeth había pedido a una sirvienta que le indicara dónde quedaba la biblioteca, leer era un hábito que había heredado de una de sus tías según recordaba las palabras que un día su padre le había dicho.

-Papá... - pensó en voz alta la chica mientras cerraba un pesado libro el cuál acababa de terminar - los hecho tanto de menos.. a ti y a mis hermanas... y a todo el reino de Liones - volteó a ver un cuadro enorme que estaba colgado en la pared de enfrente. En él se podía apreciar fácilmente la silueta de cierto rubio - <<aunque, no quiero que se preocupen por mi, mi amo me trata bien, nada me falta y - la chica de ruborizó- Hay No!!! PERO QUÉ ESTÁS PENSANDO ELIZABETH!!! ¿Cómo que tu amo?... eeehh bueno, técnicamente me compró así que si lo es... hay no!! ¿Por qué estoy pensando así?>> - volvió a abrir el libro y hundió su ruborizado rostro entre sus páginas.

-Así que aquí estás!! - dijo Meliodas recargándose en la entrada de la puerta- te he estado buscando por todo el lugar. Ya casi es hora de la cena y apuesto que no te haz cambiado aún ¿verdad? - hundió sus penetrantes ojos verdes en la ojiazul.

-Lo-lo siento mi Señor, me cambiaré enseguida! - la princesa salió corriendo disparada hacia su habitación sin percatarse que el chico la seguía muy de cerca haciendo movimientos con ambas manos como si estuviera apretando los pechos de la albina.

Elizabeth abrió el closet y velozmente tomó un vestido negro muy formal con el detalle de un choker y de espalda abierta, la chica pensaba que combinaría perfectamente con su pareja ya que él siempre estaba rodeado de esa materia oscura además que ese color en especial resaltaban su pálida piel y su sedoso cabello.

Ella comenzó a desnudarse hasta quedar en ropa interior, se observó al espejo. Una pequeña marca negra en forma de espiral estaba creciendo justo arriba de su seno derecho y se iba extendiendo hasta su pálido cuello. Elizabeth la tocó. No le dolía mas por más que intentó borrarla u ocultarla con maquillaje no pudo. La chica desistió.

- Es inútil - dijo el rubio muy sonriente - te acabo de marcar hace poco. Esa es una marca perteneciente al rango más alto de la rama demoníaca, solo la poseemos nosotros... - por un momento los ojos esmeralda del chico se transformaron en negros y la misma marca que ella tenía apareció en su frente pero de mayor tamaño - y nuestras amantes. -dijo volviendo sus ojos nuevamente verdes.

- A-¿amantes? - dijo la chica - e-eso quiere decir que-us-usted ¿tiene otras chicas aparte de mi? - el rubio se percató que la chica estaba a punto de quebrarse por lo que se acercó a la mujer que se encontraba en ropa interior frente a él, se colocó detrás de ella y comenzó a masajear ambos pechos en círculos.

- Jamás! - dijo mientras daba un leve beso al pálido cuello de la chica - yo solamente amo a una persona en este horrible mundo y esa eres tú Eli - bajó el tirante izquierdo del bra de la chica y comenzó a besar desde la base del cuello hasta su hombro. Introdujo su mano derecha por debajo del brassiere mientras jugaba con su pezón derecho. Bajó su mano izquierda trazando un camino por las curvas de la cintura de la chica hasta llegar a su zona íntima. Frotó ambos dedos el índice y el dedo corazón lentamente.. justo por encima de su clitoris...

-Aaaahhhh... no.. a-ahora no, por favor... re-recuerde que.. que tenemos que ir a la cena.. - gimió la chica.

- Nuevamente me mientes Eli... - dijo él mientras desabrochaba su bra - me dices que no pero tu cuerpo se somete a mi voluntad - dijo esto último con un tono que doblegó a la chica, quién arqueó su espalda y ladeó su cabeza hacia la derecha... los ojos del rubio ahora eran negros y su marca aparecía de nuevo pero a ella eso no le importaba... podía sentir su erecto miembro cubierto de energía oscura entre sus glúteos, se observó a sí misma frente al espejo... aquella imagen no era digna de una princesa... se veía a sí misma abierta de piernas mientras el rozaba su falo contra su intimidad, su panty mojada transparentaba su labia...ella respiraba con dificultad mientras su rostro estaba extremadamente rojo y las manos del chico jugaban con ambos pechos primero masajeándolos en círculos, luego estirando ambos pezones hacia afuera y por último apretándolos. Esto último causó que la albina soltara un gemido de éxtasis que no fue desapercibido por el rubio, aprovechó la oportunidad y giró hacia ella para plantarle un sensual beso, introdujo su lengua entre los labios de la chica, ella jadeaba extasiada. Se despegó del beso y el chico le sonrió indicándole que volviera su vista al espejo. Ella obedeció.

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