El sol inundó su desordenada habitación, llenando de luz hasta su último rincón. Arrugó notablemente los ojos, como si de aquella manera el día se transformara en noche. Logró estar unos segundos más así, empezando a adormitarse hasta que notó que la puerta del lugar donde dormía había sido abierta y cerrada con delicadeza.
—¿Te podré asustar alguna vez? —los ojos de Luke lucían decepcionados mientras preguntaba algo que en realidad no necesitaba; sabía la respuesta.
—Quizás —bostezó Mike sentándose con dificultad en la cama—, por mientras vete acostumbrando a la decepción.
—¿No deberías estar ya vestido? Es tarde, Michael. —Luke se calló unos segundos antes de mirarlo directamente a los ojos—Levántate, por favor.
Michael se encogió de hombros como un niño pequeño, sacando los pies de la cama para cumplir con su debido.
Se abrochó los zapatos antes de mirarse en un espejo, arreglándose un poco más el pelo.
—¿Qué miras?
—Nada. —aseguró el rubio, riendo. —Tu cabello es un desastre.
El chico bajó la cabeza y suspiró. Luego, volvió a subir su mirada para mirar su reflejo y continuar manejando aquel tema. Tenía el pelo desordenado y unas grandes ojeras.
Permaneció mucho tiempo acariciando su cabello, hasta que logró encontrarle una forma aceptable.
—¿Está bien? —preguntó a su amigo, dándose media vuelta hacia él.
—Está mejor que antes. —le respondió entre carcajadas. —Oye, ayer no me dejaste preguntarte sobre lo que... —comenzó a decir. Un llanto exagerado interrumpió la conversación. Luego de mirarse ambos a los ojos, preocupados, se acercaron a la ventana, lugar donde se iniciaron estos sonidos. Una niña pequeña se frotaba los ojos al lado un hombre. —¿Qué pasó?
La pequeña continuaba llorando, y parecía que el adulto le gritaba con furia. Ella alejó las manos de su rostro, y pudo notar sus ojos, aún llorosos. Tenía varios moretones en su cuerpo.
—Espera... —pidió Mike, corriendo a un lado las cortinas. —parece estar herida.
—¿Será su padre?
—No creo que un padre sea tan violento con su hija, Luke —cuestionó.
—Algunos lo son. —se defendió. —y, si no lo es, no entiendo qué haría con un desconocido, sola. ¿Cómo es alguien capáz de golpear a una niña?
Abrió la boca para defenderse, pero un sonido afuera lo interrumpió.
El hombre caminaba hacia ella, y parecía más alto de lo que recordara. Le sonrió.
—No intentes nada. —dijo; le brillaban los ojos.
Agarró a la muchacha por el pelo con una mano y le dió un puñetazo con la otra. Ella, aturdida, intentó apartarlo, pero él volvió a pegarle. Tenía la cara mojada, y le sangraba la nariz.
Michael apretó los puños, y notó como sus manos ya comenzaban a temblar. Dio media vuelta, con la vista en la puerta y, luego de meditar sobre su siguiente paso, comenzó a caminar hacia ella.
—¿Qué haces? —exclamó su amigo, haciendo que este se detenga. —¿Estás loco?
—El único loco aquí es ese hombre, Luke. —respondió.
Volvió a tomar la manija de la puerta. Todavía podía escuchar el lloriqueo continuo de la pequeña.
—¿Qué piensas hacer? —preguntó —Tú viste lo que ocurrió allí afue-
—Es un maníaco. —lo interrumpió Michael. —Eso es lo que ocurrió. Si los vecinos no piensan hacer nada, ¿quién lo hará?
Luke bajó la cabeza, pensando en su respuesta, y Mike se estremeció al escuchar el impacto de otro posible golpe.
—La policía. —soltó por fin. —Puedo llamarla.
—Lo único que harían es llevarlo a la cárcel.
—¿Y qué, acaso quieres matarlo? —finalmente, lo miró a los ojos.
¿En serio quería matarlo? Quizá lo trataran de loco, pero ese hombre merecía un castigo con el infierno que le estaba haciendo pasar.
Sin esperar respuesta, Luke lo alejó de la puerta y lo llevó con él hacia una pequeña mesa de madera, en la que se apoyaba el teléfono.
Acercó su mano a éste y lo sostuvo por un tiempo. Michael aún tenía los puños apretados y su rostro estaba rojo. Continuaba temblando.
—¿Qué esperas?
Marcó el número y llamó.
• • •
Los oficiales llegaron unos minutos tarde, pero para entonces estaban hablando con aquel hombre sobre el tema. El morocho observaba el suceso por la ventana, aún frustrado. Uno de ellos se alejó y fue directo a la niña, tomándola levemente del hombro y susurrándole algo que Mike fue incapáz de oír.
—¿Vas a salir? —escuchó una voz detrás suyo.
—Tú sabes que no dirá la verdad. Ningún criminal lo haría.
Dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta de su habitación.
—¿Eso es un sí o un no? —preguntó Luke. —¡Hey!
Tomó el mango, lo giró y empujó la puerta hacia delante, abriéndose paso hasta el interior de la sala.
—¿Vas a responder? —y le cerró la puerta.
Se dirigió al escritorio y, al llegar, se sentó en la silla, rebuscando algo entre los cajones. Movió varios papeles, fichas y cartas, dibujos, lapiceras u otras cosas inútiles que había estado guardando allí los últimos días. Finalmente, encontró lo que estaba buscando.
Tomó el cuaderno negro en sus manos y sopló el polvo acumulado dentro del cajón. Abrió éste y se quedó observando la primer hoja, rascándose la nuca. Finalmente, tomando el lápiz en su mano, comenzó a escribir.
CRAIG BUTCHER
Una hora antes, él fue capáz de reconocerlo. Había sido el mismo que lo había atacado el día anterior, en el medio de la noche. Luego de esto, Luke fue incapaz de controlarlo. Quería empujar la puerta y salir de esa casa, para darle a aquel hombre lo que se merecía; pero los policías lo impidieron. Sin embargo, no fue el único en proponérselo. Algunos vecinos también habían salido enojados de sus hogares e, incluso, enfrentado a los oficiales.
28 o 29 años, aproximadamente.
Pelo castaño oscuro y ojos azules. El rostro ligeramente ancho, la nariz puntiaguda y una gran boca. De gran altura y aspecto atlético.
Pesado, malhumorado, engreído y descuidado. Está loco. Puedo describirlo como una persona cruel y discutidora. No parece preocuparse demasiado por cómo trata a la gente.
Creo que no hace falta explicar qué hace en sus tiempos libres.
Con la punta de su lápiz empezó a golpear al escritorio. A continuación, acercó éste a una esquina de la hoja, y dibujó lo primero que se le vino a la cabeza:
una pistola.
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¡HOLA!
Bueno, primero perdonen por tardar tanto en actualizar.
Les soy sincera, la escuela no puede dejarme un día de descanso. Así que de nuevo, perdonen, y eso. Espero que les guste el capítulo. Perdonen si es muy corto; la verdad no es que me gustó demasiado.
Si ven algún error ortográfico o alguna recomendación con respecto a mi modo de escribir, me mandan un mensaje o lo escriben aquí mismo en un comentario.
Acepto cualquier tipo de crítica.
Besos, las amo.
-martu
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i am the demon ✧*。 mgc
Romance"La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca."