Estaba echado en su cama pensando en ella, la niña pálida de rizos negros. Recordó también a la persona encapuchada que huyó del suceso sin decir nada, y cómo su amigo le había impedido correr detrás de ella.
—Mike, la... —Luke había entrado a la habitación. Se rascó la nuca para luego seguir la oración, parecía nervioso. —la madre de la niña quiere hablar contigo.
Él asintió con la cabeza, con la cabeza gacha y frotándose las manos. Al poco rato entró la mujer a la sala, y le dijo algo a su amigo que él no pudo entender.
—Disculpe la molestia, que venga a esta hora a molestar e interrumpir su sueño es...
—No te preocupes, no estaba durmiendo. —interrumpió Michael esbozando una débil sonrisa.
Ella enarcó una ceja.
—Oh, bien entonces... -dijo acercándose más a él. -¿Puedo... -preguntó señalando con la cabeza a la cama, para sentarse a su lado. Michael se corrió a un lado, haciéndole un lugar.
—¿Cuántos años tenía? —preguntó él con curiosidad mientras la mujer se posicionaba a su lado.
Ella se acomodó el cabello y suspiró.
—Sólo tenía once años. —susurró escondiendo su cabeza en su hombro.
Michael buscó una caja de pañuelos en un cajón de su mesa de luz, y una vez que la encontró, se la entregó. Le agradeció con una pequeña sonrisa, que se desvaneció en unos segundos.
Después de unos dos minutos, Michael volvió a hablar.
—¿Y tienes idea de quién fue el hombre... que le hizo eso? —le preguntó, queriendo saber si el criminal era desconocido o familiar.
Tragó saliva. La respuesta que él obtendría más tarde lo dejaría sin palabras.
—Era mi marido. —Michael se quedó perplejo. Miraba a su acompañante con los ojos bien abiertos, sin poder creerlo. Ella empezó a llorar antes de empezar a contarle toda la historia. —Estaba loco. Empezó a ser así el día después que salió con sus amigos. Y el otro día, y el otro... No me hablaba de la misma manera. Ni a mí ni a Sophia, mi hija. —aclaró al ver que Michael la miraba confundido. Todo era demasiado extraño. Si quiera conocía a esa mujer, y ahora estaba sentado con ella en la cama de su habitación, haciéndole una entrevista. Era realmente extraño. Volviendo al tema de su marido y lo que sucedió, seguía sin intender. Unos días atrás él encontró al mismo hombre en la calle, con los ojos rojos, y éste fue a golpearlo en cuestión de segundos, pensando que le robaría "algo de su propiedad". Se rascó la muñeca y siguió escuchándola. —Todos los días jugaba con ella. Se veía muy feliz, pero ese día fue diferente. No quería jugar, e incluso ella le insistía, y él le gritaba. Le gritaba. —repitió, sin creerlo aún. Tomó uno de los pañuelos de la caja y se limpió las lágrimas, mientras seguía contando. —Tampoco comía demasiado. Sólo llegaba a casa y se iba a dormir. Dejó de decirme "hola, cariño".Siquiera nos saludaba. Dejó de interactuar con nosotras.
Michael pasó un brazo por su hombro, consolándola. Estaba temblando.
—Llegaba tarde a casa, con los ojos rojos y sin nada que decir. Hace dos días fui a su habitación, y traté de hablarle, preguntarle por qué era tan aislado, y por qué ya no nos trataba igual. No me hizo caso, me hacía señas para que me vaya. No me dejaba ni acercarme. Yo no podía dormir a su lado, como era costumbre. Sophia estaba durmiendo en la habitación de al lado, lo recuerdo. Me fuí al living, y me acosté en el sofá y dormí ahí. Y al otro día, Craig no estaba. No dejó ninguna nota, ningún aviso previo. Fui a la habitación de Sophia, y ella tampoco estaba. Estaba desasperada. Tomé el teléfono y... —la voz se le cortaba, todavía estaba llorando. —lo llamé. Pero tampoco respondía.
—Lo siento muchísimo. —dijo Michael abrazándola fuerte, y volviendo a sentarse a su lado. —Debió haber sido horrible.
—Lo fue. —dijo cubriéndose el rostro con su hombro. —Lo es. —dijo mientras se secaba las lágrimas. —Sí, él era un drogadicto. Eso lo llevó a hacer todo eso, supongo... —no podía parar de llorar. Esa fue, lejos, la historia más triste que había oído en su vida. Pero todavía no terminaba. —No pude dormir. Llamé a Craig muchas veces, hablé con los vecinos. Fui a la comisaría y hablé con los policías sobre eso, y ofrecieron ayuda. Ellos los estaban buscando a ambos cuando me enteré lo que había pasado. Debí haberme dado cuenta antes. Ese día tú estuviste ahí. Él había regresado, y Sophia estaba muy herida. La ví morir en mis brazos, tú la viste morir. Los vecinos la vieron morir. Y él escapó. Escapó. El muy hijo de puta mató a Sophia, su propia hija, y después escapó. —sollozó, escondiendo su cabeza en el hombro de Mike, quien empezó a acariciar su cabello para tranquilizarla.
Minutos después ella ya no lloraba. Michael bajó la cabeza para verla a los ojos, y le sonrío.
—Otra vez, perdón por molestarte. Necesitaba a alguien para hablar, y eran los primeros en los que pensé. Tú fuiste el único que se propuso correr a por ese infeliz. Aunque no lo lograste, muchísimas gracias. De verdad. —le agradeció abrazándolo aún más fuerte. Se sentía bien por haberla ayudado.
—No hay problema. —dijo, para después sacar sus brazos de la espalda de Sherlyn y sonreírle amablemente. —Ya es tarde, ¿no deberías irte? —preguntó al poner su vista en el reloj de pared de la habitación.
Sherlyn miró hacia el reloj y rápidamente volvió su vista a Michael. —Es cierto, me tengo que ir. ¡Gracias!—dijo algo apurada, abrazándolo una última vez y caminando hacia la puerta, donde dejó su bolso. Lo agarró rápidamente y lo saludó con la mano. —¡Adiós! —y se marchó por la puerta. Escuchó la puerta cerrarse delante de él y a Luke y Sherlyn diciéndose adiós. Luego, la puerta principal fue abierta y cerrada, dejando claro que finalmente se había ido.
Mike suspiró y se tiró a la cama. Como ya había dicho antes, era demasiado tarde y moría de sueño.
—¡Buenas noches, Luke! —le gritó. Permaneció mirando al techo, esperando una respuesta.
—Buenas noches, Michael. —le respondió, cansado.
Y, minutos después de apagar la luz, finalmente cayó dormido.
— — —
— — —
ME VOY ANTES DE QUE ME MATEN CHAU
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i am the demon ✧*。 mgc
Romance"La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca."