Paletas

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Iba entrando por la ventana a la habitación con Obito en la espalda.

La enfermera me miraba con odio junto a la cama de Obito, tenía los brazos cruzados, y movía el pie impaciente.
-¿Qué parte de su amigo tiene que descansar no comprendió?-
-Lo siento. Ya lo traje de vuelta en una pieza.- Contesté dejándolo con cuidado en la cama.
-Yo diría tres cuartos ¿no lo crees?- Dijo Obito riendo, no pude evitar sonreír, incluso la enfermera movió un poco sus labios, pero logró controlarse antes de que fuera evidente.
-Le voy a pedir que salga de aquí ahora Señor Hatake, y tendrá prohibida la entrada mañana como castigo.- Asentí apenado.
-¡¿Qué?!- Gritó Obito. -Oiga, fui yo el que le pedí el favor, no lo castigue, llevo demasiado tiempo en una cama, necesitaba estirar las piernas. -
-Ni siquiera puedes caminar... estirar las piernas mis polainas. - Dijo la enfermera exasperada. -Tienes mucha rehabilitación por delante. No puedes estar arriesgándote cuando apenas despertaste del coma.-
-Vale vale, solo era una expresión, pero era sumamente importante, en cualquier caso estoy de vuelta y estoy bien. Por favor déjelo venir mañana. - Le suplicó Obito. Finalmente la enfermera cedió un poco.
-De acuerdo, pero solo una hora y los estaré vigilando todo el tiempo. ¿De acuerdo?-
-¡Genial!- Contestó Obito.
-Sí, gracias.- Dije. -Nos vemos mañana, descansa.- Salí despidiéndome con la mano.

Esa fue la primera noche que dormí sin soñar con Rin, me despertó el ruido de los pájaros afuera de mi ventana. El sol comenzaba a salir y el cielo se veía morado, azul, rosa y naranja.

Me recargué en la almohada mirando el techo, me sentía ligero, la carga que tenía, ya no estaba tan presente, Obito me había perdonado.

Me levanté, me metí a bañar y me preparé un poco de arroz y pescado para desayunar. Estaba a la mitad de mi desayuno, cuando alguien tocó la puerta.

-Me levanté y la abrí para encontrarme con Gai. -

-¡Hola Kakashi! - Dijo con su característico entusiasmo. -Toma, te traje un dango. - Dijo extendiendo el brazo. Lo tomé y lo invité a pasar. -Supe que Obito finalmente despertó, así que pensé en celebrarlo. -

-Sí, no creo que esté para celebraciones aún. Ayer la enfermera dijo que necesita mucha rehabilitación. -

-Lo supuse, por eso pensaba en algo sencillo que no tenga que salir del hospital.- Dijo al tiempo que sacaba una bolsa de paletas de caramelo. Aquellas que las ancianas de la aldea siempre le daban a Obito cuando les ayudaba.
-Creí que darle un regalo sería suficiente por ahora. ¿Qué opinas? -

-Suena muy bien, gracias Gai. - Dije sonriendo, Gai se había convertido en mi mejor amigo y compañero de andadas, siempre perseveró en estar ahí para mí, incluso en mis peores momentos de depresión. Aunque siempre intenté guardarme todos mis sentimientos y seguir las reglas de un shinobi, supongo no podía ocultarlo del todo; El shinobi más puntual de la aldea, no volvió a llegar a tiempo a ningún lado después de la muerte de Rin Nohara, y todo por quedarme frente a su tumba perdiendo la noción del tiempo, intentando y fracasando, rogarle perdón. Ahora tenía un Mangekyou sharingan, que junto con Obito podría entrenar, pero que hubiera preferido nunca tener, el costo de tenerlo me destrozaba el corazón.
Gai se me había quedado viendo mientras divagaba, no dijo nada en todo ese tiempo, solo me volvió a sonreír cuando lo miré.
-¡Vamos eterno rival! Aprovechemos la vuelta y hagamos una carrera.-
-No he terminado mi desayuno. - Dije, señalando la mesa.
-¡Te reto a acabar antes de que yo haga 200 lagarijas! - Suspiré. Tomé asiento y levante los palillos.
-¿Listo?- Dije, Gai ya estaba en posición.
-¡Listo!-
-A la cuenta de tres. Uno... dos... ¡tres!- comencé a comer tranquilamente. Cuando di el ultimo bocado y hube tragado, Gai iba en la lagartija 198.
-Te gané. Vamos 31 a 30- Dije.
-¡Lo que podía esperar de mi rival!, ¡la siguiente ganaré!-

Caminamos al hospital, yo llevaba un poco de fruta y Gai la bolsa de paletas.

-Gracias por acompañarme. -

-De nada amigo.-

Entramos en el hospital y fuimos directo a la habitación de Obito. Él estaba sentado leyendo lo que parecía una revista médica. Levantó la vista cuando nos escuchó entrar.

-Kakashi, Gai. Gracias por venir. - Le di la canasta de fruta y la puso a un lado.

-Solo vengo por un momento, tengo una misión, pero quería venir a saludarte y darte tu regalo en honor a que hayas despertado finalmente. - Dijo Gai, dandole la bolsa de paletas.

-¡Wow, son mis favoritas!, ¡Gracias Gai!- Dijo abriendo inmediatamente la bolsa y tomando una paleta, olvidándose por completo de la fruta. -Me traen muchos recuerdos, gracias de veras.-

-De nada, es para que te den energía y te esfuerces al máximo en tu rehabilitación, Necesitamos apoyo en las misiones. - Dijo sonriendo y dandole un pulgar arriba al estilo que solo Maito Gai puede.

-Me tengo que ir, ¡que el poder de la juventud se haga presente!- Dijo y salió por la ventana, dejándonos solos.

La enfermera entró, me miró entrecerrando los ojos y señalando el reloj. Suspiré.

-Obito, tengo una pregunta.- Dije.

-Considerando que este ojo es tuyo. Cuando pasó... cuando falleció Rin, desperté el Mangekyou sharingan...-

-¿Tu también?- Preguntó sorprendiéndome. -Me di cuenta en cuanto desperté del coma. He estado dandole vueltas al asunto, yo creía que esos recuerdos vagos que tengo del coma habían sido sueños, pero cuando el Tercero me dijo lo de Rin supe que no, cuando tus emociones eran muy fuertes, yo podía ver a través de ti. Así que no eran sueños, era lo que estabas viviendo en aquellos momentos, el dolor que sentiste, en mi inconsciencia lo sentí también, y creo que eso fue lo que despertó el Mangekyou.-

-Ya veo.- Dije. - Entonces debería devolvértelo.-

-Ya te dije que no lo quiero de vuelta, fue un regalo. Y por lo que me han contado le has dado muy buen uso. Cuando pueda entrenar, trabajaremos juntos y ambos nos haremos más fuertes.- Dijo sonriendo.

Le sonreí de regreso.

カカシ と おびとDonde viven las historias. Descúbrelo ahora