4 de Diciembre

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Querido Diario: Mamá no quiere que siga haciendo régimen de adelgazamiento. Entre nosotros, te diré que eso no es asunto suyo. Es cierto que las dos últimas semanas he tenido un resfriado, pero yo sé que no lo provocó la dieta ¿Cómo puede ser tan estúpida e irracional?

Esta mañana, como acostumbro, yo estaba tomando la mitad de un pomelo como desayuno, y me obligó a comer una rebanada de pan integral, revoltijo de huevos y un trozo de tocino. Lo más probable es que todo esto tenga cuatrocientas calorías, tal vez seiscientas o setecientas. 

No sé por qué no ha de dejarme vivir mi vida. A ella no le gusta verme como una vaca, a nadie le gusta, ni a mí misma. Me pregunto si no debería meterme el dedo en la garganta después de cada comida, a fin de vomitarla. De nuevo me obliga a cenar, precisamente cuando había bajado de peso hasta casi el que yo quería y ya no tenía que combatir los calambres de hambre.

 ¡Oh, qué problema son los padres! Esta es una cuestión, Diario, de la que no debes preocuparte; sólo yo. Me imagino que no has tenido suerte conmigo. No soy ninguna ganga. 

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