8° Parte - Inminente Catástrofe

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Resumen: a Jin Guangyao le han entregado más que simples palabras confesadas, y ahora al final, ¿qué hará con ello?

Notas: ¡hola, gente bonita, he llegado con una nueva actualización! Es el final, sé que en un principio dije que serían aproximadamente diez capítulos, pero el drama lo extendí demasiado, siento que les hice sufrir de más (?). No quisiera alargarme innecesariamente y decirles que, si no eran lo que esperaban, de verdad lo siento mucho ;u;

Disfruten.

El Arte de Destruirlo Todo

Inminente catástrofe

Para cuando Lan Xichen arribó, Nie Mingjue le esperaba en el pasillo frente a la puerta que daba a la sala de operaciones. El recinto donde se llevaba a cabo estaba sellado; debido al estado delicado del asunto, sólo los sanadores y el paciente debían estar ahí.

Nie Mingjue observó el rostro de Lan Xichen lleno de contrariedad cuando finalmente se posó a su costado. Le otorgó una suave venia que Lan Xichen correspondió con incomodidad.

—Da-Ge.

—Er-Ge.

Volvieron a sumirse en silencio. Nie Mingjue podía percibir, casi con diversión, la incomodidad que pugnaba del cuerpo de su hermano jurado. Entendía su sentir, pues Lan Xichen estaba al lado del hombre que se casó con el amor de su vida. Nie Mingjue no era estúpido, lamentablemente, él era subestimado en muchos aspectos. Y, aunque era agradable la sorpresa que les embargaba cuando mostraba sus verdaderos matices, no era halagador que Jin Guangyao lo considerara un estúpido sin remedio cuya densidad no le permite saber lo que acontece a su alrededor.

Adoptó una mejor actitud, de esas que le sirven para escaparse de las incomodidades, y colocó su mano derecha sobre el hombro izquierdo de Lan Xichen, dándole un afectuoso apretón.

—Er-Ge, A-Yao estará bien, él es fuerte.

Pudo sentir como Lan Xichen se tensó al contacto, pero gradualmente fue relajándose, atreviéndose incluso a otorgarle una suave sonrisa de soslayo. Nie Mingjue le asintió con fuerza, satisfecho consigo mismo. Él era partidario de que su relación no debería cambiar pese a las circunstancias acaecidas, después de todo, fue Lan Xichen el que decidió no ir en contra de sus creencias impuestas y seguir su corazón.

Que Nie Mingjue estuviera ahí era una casualidad.

Incluso que se haya casado con Jin Guangyao, también lo era.

El hecho de que se enamorara en el proceso, quizás no tanto.

Un ruido de pasos emergió del fondo del recinto seguido de apresurados cuchicheos, y pronto, como si fuera un coro de deidades entonando odas celestiales, el grito de un bebé emergió, rompiendo su silencio, quebrantado su corazón con emoción.

Nie Mingjue escuchó a su lado una respiración cortarse y pronto observó los ojos de Lan Xichen, brillosos en lágrimas contenidas. Nie Mingjue le volvió a apretar el hombro cuando sintió a Lan Xichen dar un paso adelante con la expectación empañando su mirada.

—Er-Ge, espera a que te llamen.

Lan Xichen asintió varias veces, y pronto, el sonido de la puerta deslizándose les sacó de su ensoñación. La expectación aumentó en ambos semblantes, y la figura de un sanador emergió, su rostro lleno de cansancio, pero gozando el resultado logrado. Por un momento aquel hombre observó a ambos líderes con duda, pero Nie Mingjue ya había ordenado anteriormente lo que deberían hacer. Ellos acatarían y harían lo correcto.

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