Compromiso

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-Compromiso-

Howard despertó por el aroma del café colándose desde la cocina, salió de la cama estirándose como un gato perezoso yendo hasta la cocina, no le importó mucho que su atuendo era demasiado sugerente, Jarvis no pareció caer ante sus encantos la noche anterior, comenzaba a considerar que su futuro esposo no sentía ni la más mínima atracción por él.

—No te preocupes, puedes venir a la hora que quieras, no pienso salir— escuchó a Jarvis decir por el teléfono —Te esperaré Angie.

Bien, Howard no era celoso, pero se estaba cansando de ese nombre, ¿Qué tenía esa tal Angie con Jarvis? La noche anterior él parecía esperarla y ahora se quedaría en casa para que ella pueda visitarlo. —Tranquilo Howard— se dijo intentando no hacerse un drama en la cabeza —Eres su prometido, no te engaña, eres lo mejor que va a pasarle, no tienes rival...

—¿Café?— ofreció el Alpha al verlo aparecer, aún llevaba puesto el pijama y, a la luz del día, parecía mucho más guapo.

Howard avanzó hacia él, decidió hacer un último intento por apelar a los instintos del Alpha —Claro— dijo acariciando sus mejillas —¿Dormiste bien?

—Sí— dijo confundido por el comportamiento del Omega.

—¡Demonios Jarvis!— elevó la voz molesto —Vengo a tu casa, me visto con tu ropa, duermo en tu cama y tú no reaccionas ¿Por qué aceptaste casarte conmigo si no quieres nada conmigo? ¡Me puse en tus manos y tú me desprecias! ¿Sales con alguien más? ¡Dime!

Howard lucía rojo de ira, realmente estaba molesto, Jarvis lo observó por un momento antes de echarse a reír tomando al Omega del brazo y tirando de él hasta hacerlo dar contra su pecho. —Para ser un genio, eres un poco tonto Howard Stark, aunque te ves bien cuando estás celoso— mencionó intentando controlar su risa —Ayer me controlé, no sabes todo lo que deseo arrancarte la ropa, encerrarte en mi habitación y poseer cada parte de tu cuerpo, me vuelves loco, tenerte en mis brazos fue maravilloso... Y si aún no he avanzado es por una buena razón, no puedo prometer que el día que estemos juntos pueda controlarme lo suficiente para no marcarte.

—¿Quién dice que estoy celoso?— empujó a Jarvis solo un poco haciendo que el Alpha lo abrace con más fuerza, no sabía que el buen Jarvis podía ser tan posesivo, pero comenzaba a disfrutar de ello.

—Como tu digas— rió antes de robar un beso nada casto del que sería su futuro esposo —Howard, quiero darte algo— habló serio soltando al Omega y abriendo uno de los cajones de la cocina —Si vamos a casarnos, creo que mereces uno de estos.

Jarvis abrió una cajita de terciopelo rojo ante los ojos maravillados de Howard —Howard Anthony Stark ¿Te casarías conmigo?— propuso y el Omega, que jamás creyó recibir esa propuesta, que siempre creyó llegar al altar con un Alpha elegido por su padre, recibía una propuesta genuina de matrimonio, del único hombre que jamás lo trató como un método de conservar la especie.

—¿Cuándo compraste esto?— sonrió tomando el anillo y colocándoselo con rapidez —Casémonos.

—Ayer, de camino a casa, tu padre no creería en nosotros si no llevas un anillo que yo hubiese comprado...

—Edwin, gracias.

Durante el desayuno acordaron parte de la historia que le contarían al padre de Howard, y el Omega tuvo una fabulosa idea que haría aquello más que oficial. Se mudaría al apartamento de Jarvis y no había marcha atrás.

Esa tarde, hizo que el Alpha lo acompañase por sus cosas, tres maletas cargadas con lo que halló más "esencial" para vivir con su prometido. Por suerte el armario de Jarvis era grande y sus atuendos no ocupaban ni la mitad, ahora tendría al Omega metido en su casa todo el tiempo, sería un ensayo de convivencia que quizás haga rabiar a su padre.

Fue el lunes que todo se salió de control, en primer lugar nadie dejó de hablar del anillo de compromiso que Howard portaba "Escuché que su padre lo comprometió con un rico de Europa" decía alguien "Parece que está embarazado y por eso va a casarse" aportaba otro "¿Cuánto durará ese matrimonio, dos días?" Comentaba una tercera persona. Jarvis escuchó esa clase de comentarios usando todo su autocontrol para no corregirlos, realmente estaba perdiendo su capacidad para no ver a Howard como su pareja, estaba bien en la intimidad de casa pero, en el trabajo, debía comportarse.

—¿Sabes algo sobre el pobre diablo que va a casarse con Stark?— le preguntó uno de los ingenieros al toparse en las escaleras.

—No es tu asunto— fue toda su respuesta.

En la oficina Howard revisaba un par de contratos ajeno a todo el revuelo que causó su anillo de compromiso. Jarvis volvió sentándose en silencio para no interrumpir al Omega. —¿Tenemos idea si los ingleses están interesados firmar el contrato?— lo escuchó preguntar.

—No, pero firmarán, somos su mejor opción— respondió sin darse cuenta que Howard se acercó a él hasta que se dejó caer en su regazo.

—Estoy agotado ¿Vamos a casa?— pidió aprovechando para robar un beso del Alpha, últimamente Howard se encargaba de poner su autocontrol al límite.

—Tenemos trabajo— murmuró tomando sus labios nuevamente, llevó sus manos a las caderas del Omega pegándolo solo un poco más para sentirlo.

—Edwin, hagámoslo, aquí, ahora— pidió Howard acariciando el pecho del Alpha, Jarvis parecía ceder a los deseos del Omega cuando la puerta de abrió de golpe.

—¡Howard, Jarvis, qué pasa aquí!— fue Peggy quien los sorprendió.

—¿Qué no sabes llamar a la puerta?— dijo un muy frustrado Omega, estuvo a punto de conseguir lo que tanto deseaba, pero los interrumpieron.

—No sabía que ustedes... ¿Desde cuándo?

—Una semana— contestó Jarvis.

—Y vamos a casarnos— añadió Howard.

—Par de tontos— suspiró ella cerrando la puerta tras de sí —Pido ser testigo.

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N/A: Aquí la tercera parte, espero que les guste. Realmente no sé a dónde vamos con esta historia pero, intento hacerlo bien. ¡Hasta luego!

Inevitable |Omegaverse|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora