El gran día

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─El gran día─

Peggy observaba a Jarvis ir y venir por toda la habitación, aquel era el gran día, los invitados llegaban y el Alpha estaba al borde del colapso ─Comienzas a marearme, solo siéntate─ pidió ella ─Howard dirá que sí, no te preocupes.

─Lo sé, es solo que no lo veo desde ayer... ¿es estúpido no? estoy aquí muerto de miedo esperando por que llegue el momento para ver a Howard y poder llamarlo mi esposo, supongo que temo que diga que no, aún no sé qué milagro sucedió para que estemos juntos, somos tan distintos.

─Detente─ habló Peggy con gesto serio ─No te hagas esto Jarvis, es cierto que no nacieron en la misma posición social, Howard siempre fue un niño rico y a ti te tocó trabajar para llegar a dónde estás, pero no eres inferior, Howard te ama, a su muy peculiar manera, pero te ama. Nunca lo vi así, a tu lado es diferente, mejor, si me permites decirle y, aunque sé que ninguno de los dos cree en eso, si existiesen las parejas destinadas, ustedes lo serían.

El Alpha la observó asimilando sus palabras, lo cierto era que, entre Howard y él siempre hubo esa especie de conexión, podían discutir, pero siempre encontraban la salida para los problemas, se comprendían y estaban dispuestos a velar por el otro, en la cama no existía comparación con aquellos que estuvieron antes. ─Lo siento, son los nervios─ dijo con una sonrisa, su vida estaba por cambiar y era el mejor cambio que jamás imagino, casarse con quien consideraba el amor de su vida era un sueño.

Howard enloquecía a Sarah con los arreglos de último minuto, en ese punto la pobre estaba al borde de una crisis nerviosa, no recordaba cuantas veces arregló el traje de Howard ─Estas precioso, no necesitas más Howard, vas a soprenderlo.

─¿Tu crees? Ahora que veo el traje tal vez es muy conservador, y el velo... y la cola ¿no es muy corta? ¿tengo las joyas adecuadas?─ decía viéndose al espejo ─¡Tengo ojeras! ¡No, no, no!

─Howard Stark, no tienes ojeras, el traje te queda perfecto, la cola es preciosa, el velo es hermoso ¡Cálmate!─ pidió ella con ese tono de mamá enojada.

─Pobre Steve, eres un ogro Sarah─ soltó Howard y ambos suspiraron, aquel día sería perfecto, su boda sería hermosa sí o sí ─Solo me caso una vez, quiero que sea tan hermoso que me emocione recordarlo.

─Lo será, especialmente porque tienes a un hombre maravilloso esperando por ti─ animó ella y Howard suspiró, ella tenía razón.

Se escucharon un par de golpes en la puerta seguidos de la voz del organizador diciendo que estaba todo listo y solo estaban esperándolo.

─¿Está mi prometido esperándome?─ preguntó nervioso y recibió una afirmación, el Alpha, su padre y todos los invitados esperaban. "Respira Howard, solo vas a casarte con el único hombre al que has amado en la vida" se dijo y sintió un nudo en la garganta, ese día estaba especialmente sensible.

Su padre lo esperaba con una sonrisa llena de orgullo y amor, pudo distinguir un par de lágrimas asomarse en sus ojos y supo que aquello era real, estaba por casarse y era lo mejor que pudo pasarle ─¿Cuándo creciste tano?─ preguntó su padre abrazándolo ─Tu madre estaría orgullosa de ti─ añadió y Howard tuvo que acudir a todo su autocontrol par ano echarse a llorar.

Caminaron juntos al altar al ritmo de la marcha nupcial interpretado por un trío de cuerdas, pudo ver como Jarvis lo esperaba y supo que era el indicado, Edwin Jarvis era el hombre con quien pasaría el resto de sus días y eso era maravilloso.

La sala llena de invitados guardó silencio para escuchar al padre de Howard decir ─Edwin, te entrego a mi hijo, el amor de mi vida, mi joya más preciada, para que lo ames, cuides y protejas, que prevalezca el amor siempre, jamás olviden que al final del día lo único que importa es que están juntos por la razón correcta.

Howard tomó la mano que le ofrecía Jarvis y se acercaron al altar donde los esperaba el juez, a pesar que el hombre parecía recitar la constitución entera, ellos parecían perdidos en su propio mundo, tomados de las manos, comunicándose por ese vínculo compartido. Peggy tuvo que aclararse la garganta para sacarlos de la ensoñación en que estaban para atender el intercambio de votos.

La Alpha ofreció los anillos y Jarvis fue el primero en hablar ─Yo, Edwin Jarvis te tomo a ti, Howard Stark para amarte cada día de mi vida hasta mi último aliento y si existe un mundo más allá de la muerte, prometo seguir amándote, porque sé que, estamos hechos para encontrarnos en la eternidad. Prometo respetarte como el ser humano que eres, el Omega más valiente, inteligente y sorprendente que jamás conocí, seré tu mejor amigo, tu pañuelo de lágrimas y cuánto puedas necesitar, y cuando lleguen nuestros hijos, seré el mejor padre que pueda ser, los amaré tanto como te amo a ti, porque no imagino una vida que no sea esta, a tu lado. No importa lo que debamos atravesar, sé que estaremos bien en tanto lo hagamos juntos, Howard, seré tuyo por el resto de mis días.

Sarah y Angie secaron un par de lágrimas de sus ojos, aquello fue hermoso, sin embargo, ahora era el turno de Howard que parecía estar a punto de llorar por las palabras de su casi esposo ─Yo, Howard Stark, te tomo a ti, Edwin Jarvis como mi fiel compañero, el amor de mi vida, el único Alpha que planeo necesitar toda mi vida, te prometo que, a pesar de mis errores, mis rabietas y las tonterías que pueda decir o cometer, jamás te estaré amando menos, libraré contigo las batallas que enfrentes, te apoyaré y sobre todo, estaré orgulloso de ti, porque no imagino hombre más perfecto, talentoso y amoroso que no seas tú. Prometo amarte hoy, mañana y siempre, y el día que lleguen nuestros hijos, seré la mejor madre que puedan tener, sé que lo lograremos porque creo firmemente que nacimos para encontrarnos.

Ahora era Jarvis quien estaba a punto de soltar las lágrimas, el juez les dio un momento para recomponerse y anunció ─Por el poder que me confiere el Estado de Nueva York, los nombro Alpha y Omega, Esposo y Esposo, compañeros de vida y cómplices, puede besar a su esposo─ dirigió lo último a Jarvis quien no dudó en tomar a Howard y besarlo lentamente, sin apuro, disfrutando del sabor de sus labios, del calor de su cuerpo, del aroma de su piel.

Algunos de los invitados lloraban, otros los animaban a seguir el beso, pero lo único importante era que ahora estaban casados, un matrimonio que surgió por un impulso de Howard y se concretó por el amor que descubrieron sentir por el otro.

Jarvis y Howard se encaminaron al salón donde se haría la recepción, el Omega debía admitir que por fin tenía hambre, con los nervios de la boda no probó bocado en todo el día, ahora su estómago reclamaba por comida y, si quería sobrevivir a la noche de bodas, necesitaba recargar energía. Por órdenes de su padre se tomarían un mes de luna de miel en una isla privada, sabía qué pretendía, se quería asegurar de que tengan hijos lo más pronto posible, sin embargo, ellos lo hablaron, los hijos llegarían en unos años.

─Te amo─ dijo el Alpha abrazando a su esposo antes de dar un beso en sus mejillas.

─También te amo Edwin─ respondió correspondiendo al abrazo, aquel sin duda era el día más feliz de su vida.

Les esperaba una vida juntos, con aciertos y desaciertos, con momentos buenos y otros no tanto, sin embargo, estaban seguros de que lo enfrentarían juntos, verían la vida transcurrir tomados de la mano, y cuando fuesen ancianos pasarían las tardes viendo caer el sol y recordando sus días de juventud, su vida junto a hijos y nietos, siempre unidos por el amor que sienten el uno por el otro. Siempre juntos.

N/A: ¡Muchas gracias por leer esta historia que inició como un fragmento perdido de Facebook y escaló a algo más grande! Estoy muy agradecida con todas esas personitas que han comentado, reaccionado, votado y compartido la historia. No me esperaba tanta aceptación. Hoy llegamos al fin y puedo decir que ellos fueron muy felices, sé que esperan un epílogo y lo tendrán, ellos merecen más unos cuántos capítulos, pero es todo lo que yo puedo dar por ahora, quizás retome la pareja en un futuro ¿quién sabe? De momento es todo, recuerden pasar por mis otras historias y darles mucho amor. ¡Hasta luego!

Inevitable |Omegaverse|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora