Ningún reino esta exento de la guerra.
Mucho menos Yūei.
Eso lo sabía perfectamente, fue la primer lección que aprendió en la clase de tácticas.
Katsuki fue instruido por años para afrontar cada obstáculo que se presentará en su camino o por lo men...
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Tomó el pergamino entre sus manos, con sumo cuidado lo abrió por completo y observó la escritura antigua, algunos símbolos se encontraban a medias y algunos ya ni siquiera eran visibles, el paso del tiempo había hecho que la pintura de las letras comenzara a desvanecerse.
Con su mano izquierda tomó una pluma y la remojó en tinta.
Alguien debía encargarse de transcribir.
Estaba a punto de comenzar cuando las puertas del salón se abrieron con un gran estruendo. Una pequeña gota de tinta cayó sobre el pergamino, observó por unos segundos como esta se esparcía de apoco por el papel y levantó su mirada.
En medio de las grandes puertas se encontraba el aprendiz del gran hechicero. Por la postura que portaba, el ceño fruncido y las manos en puño a sus costados, se podía hacer una idea de lo enojado que se encontraba.
El muchacho frente a él dio unos pasos y con un movimiento de manos las grandes puertas volvieron a ser cerradas.
—¿Porqué haz llamado al gran hechicero con urgencia?
Con sumo cuidado dejo el viejo pergamino en la mesa y la pluma en su recipiente.
—¿Quién te lo ha dicho?
El joven frente a él dejó salir una carcajada. Había escuchado su risa demasiadas veces, y ninguna había sonado tan vacía como esa.
—Soy su aprendiz. ¿Crees que no me enteraría? —exclamó enfadado.
Con cansancio paso ambas manos por su rostro. Sabía que la probabilidad de que Izuku se enterara era demasiado alta, ingenuamente había esperado que esto no ocurriera.
—Lo llame para extraer mis memorias
Se levantó de la silla y rodeó la mesa hasta posicionarse frente a Izuku. Este frunció el ceño y dio unos pasos atrás en cuanto llegó a su lado.
—No estas muriendo—fue lo primero que salió de sus labios.
—Lo sé—respondió—pero antes del sacrificio...
—¡No!—lo interrumpió el pecoso—Tú no vas a sacrificarte, si haces esto perderás tú esencia.
—Ya hablamos de esto, no pienso pedirle a nadie más que lo haga. El reino depende solamente de mi, la vida de cada uno de sus habitantes está en mis hombros. Es mi responsabilidad, y si tú no planeas ayudarme se lo pediré a Toshinori.
Ese fue el momento exacto en que la poca tranquilidad que albergaba Izuku se desvaneció y fue sustituida por ira.
—¡Tu al igual que yo sabe que eso es imposible! —habló furioso, con rapidez se acercó a él y comenzó a proporcionarle golpes en el pecho— Yagi no puede hacer eso, probablemente en estos momentos ni siquiera puede usar magia de sanación, su magia se está drenando. ¡Yo, lo estoy matando! Eso lo sabes muy bien Shoto, lo único que estás haciendo con esto es presionarme.
Si algo caracterizaba a Todoroki era su serenidad ante las adversidades. Pero justo en ese momento, está había pasado a ser la última de sus virtudes, llevaban meses en guerra, una que estaban perdiendo por creces, su pueblo estaba siendo torturado y asesinado sin razón alguna, y no había otra manera de detener lo que estaba pasando.
Con fuerza tomó las manos del peliverde y lo alejó de su cuerpo con un empujón.
—¡No pedí tu opinión al respecto! —exclamó furioso—En unas horas Toshinori llegará al palacio, lo recibirás y lo traerás ante mi. Si él no puede hacer el hechizo, lo harás tú—caminó hacía las puertas y se detuvo justo antes de salir por ellas—es una orden directa de tu Rey, hechicero.
Y sin más, salió por las grandes puertas, dejando al joven aprendiz con el corazón destrozado y una advertencia de lo que se aproximaba.
Memoria número 138.
Extraía de Shoto Todoroki, VI rey de Yūei.
Durante la primera guerra y dos semanas antes del sacrificio.
