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LAS TIERRAS DE
ARENDELLE└────────────────────┘
EN BERK SE podía percibir
la tensión. Algo estaba pasando, lo sabían. Por eso, Estoico les dió órdenes claras a Mérida e Hiccup: al caer la noche, podían tomar un par de dragones e iniciar su viaje, pero debían procurar que no los viese nadie.Tomar la decisión de viajar hasta Arendelle no había sido fácil, pero la cosa era urgente y Mérida no iba a esperar. Pensaba ir sola, pero Hiccup no estaba dispuesto a dejarla ir. No otra vez.
Los hombres que Mérida había reclutado para la batalla se quedarían en Berk a la espera de órdenes de su princesa, y aunque más de uno se había ofrecido como voluntario para ayudarla en su misterioso viaje, ella no confiaba, no aún. Por eso quedaron al cargo de Estoico en la ausencia de la pelirroja.
—Te espera un largo viaje amigo —murmuró Hiccup a su dragón acariciando su cabeza.
—Arendelle no está tan lejos de aquí —intervino la pelirroja, subiendo al lomo de Chimuelo, cargando consigo un canasto con lo esencial.
—Lo sé, pero de todas formas nunca hemos salido de los límites de Berk —repuso él aparentemente preocupado.
—Descuida —calmó Mérida, ofreciendo su mano para ayudar al vikingo a subir a la montadura del Furia Nocturna—, estaremos bien.
Hiccup no pudo evitar creer ciegamente en sus palabras y aceptar la mano que ella le ofrecía. El castaño se acomodó para el vuelo, y Chimuelo pronto estuvo surcando la noche, camino a Arendelle. Ninguno sabía lo que allí les esperaba, probablemente a eso se debía la inquietud que ambos albergaban.
Cuando llegó el amanecer con sus primeros rayos asomando por el horizonte, ambos viajeros pudieron distinguir el bello reino de Arendelle, oculto entre altos montes y montañas, bosques profundos y rodeado por un mar de aguas frías. El aura misteriosa le otorgaba el toque final.
Mérida se había dormido a mitad de camino en la espalda del castaño, mientras él la escuchaba roncar. Tuvo que moverse un poco para lograr despertarla.
—Mérida, vamos llegando —asuzó el vikingo.
La pelirroja pegó un bote y miró al frente, donde el reino se alzaba, imponente. Abrió los ojos bien grandes, y señaló el bosque.