₡∆PÍTULO N°1

3K 258 109
                                    

Los malditos ojos rasgados bailaban entre los presentes, posándose en cada uno de ellos como analizando la tensa situación, sin preocuparse si quiera de la presencia de un moreno mirándolo fijamente.

Y a pesar de que este pertenecía latentemente al problema, sus iris negras nunca llegaron a él.

Ahí estaba también ese largo cabello cayendo encima de sus hombros y esa barbilla tan firme que Harry hubiera querido lamerla ahí mismo para indicarle de su, aparentemente no notoria, existencia.

Tuvo que hablar con gracia para que fuera una vez más su centro de atención.
Ni siquiera dudó en jugar con él y ese persistente latir en su corazón le decía que estaba nadando en euforia, nadando en una inmensa emoción por tenerlo nuevamente.

Jay solo hizo lo que tanto le encantaba, él lo rechazó una vez más.

El pirata gruñó bajo, tal como había pasado esa estúpida vez en la Isla.

Recordó muy bien que el frío muro a sus espaldas no le importó ni un segundo cuando Jay cedió a su cercanía ese día.

Lo había convencido de hablar a solas a espaldas de la casa de Lady Tremaine, y cuando ya estuvieron allí, el asiático impuso una sola condición para la conversación.

—Aclaramos todo y después quiero que te alejes —su voz fue tan grave y firme que por poco cae.

Harry sonrió de lado y, contrario a tal frase, avanzó.

Podía sentir los hombros de Jay tensándose ante el hacinamiento.

—Me alejaré cuando dejes de comerme con tus ojos —frunció sus labios y levantó el garfio, acariciando la mejilla del contrario con parsimonia. Jay no lo diría, pero una corriente casi lo hizo temblar por el tacto frío del metal —Pareciera que quieres meter tu lengua en mi boca en este preciso instante... —rio suavemente cuando el contrario le advirtió que parara con su mirada —¿Por qué no lo haces? No te fue tan difícil hacerlo hace unos días.

Quizás se estaba comportando como un verdadero y jodido insolente, pero necesitaba pegar su pecho con el de Jay, necesitaba frotarse lentamente contra ese cuerpo y.... necesitaba no dejarlo ir.

Un gruñido salió de sus labios cuando fue aprisionado contra el mugriento muro.

Los ojos dilatados de Jay lo observaban fijamente y Harry relamió sus labios justo antes de erguir su cuerpo y rozar cada centímetro del contrario sin arrepentimiento.

—Muérdeme.

Jay respiró inestable y lo hizo.
Jaló de sus labios y luego los lamió con vehemencia.

Harry no perdió tiempo y chupó, besó y se metió en esa boca suave con necesidad.

Demonios, era demasiado bueno para ambos.
El contacto era fuerte y adictivo, sus manos buscaron piel tras esos trajes y el garfio buscó una correa para desatarla y tirar de un pantalón que estorbaba.

—No... —Jay quería hablar, en serio quería hacerlo, pero unos carnosos labios le hicieron olvidar más de una vez lo que tanto quería impedir —No aquí... —la frase se parecía más a un "no te detengas" cuando salió de su boca, debía mejorar aquello sí quería sonar convincente—Hook, detente...

El nombrado ni siquiera lo consideró.
—Quédate, Jay —Harry solo profundizó lo que no tenía más fondo y quiso continuar con la tarea de sacar el miembro de Jay y meterlo en su boca ahí mismo —Quédate conmigo.

Claro que ni siquiera se concretó el uno por ciento de tal plan, pues unas fuertes manos lo sujetaron y pronto todo el calor del momento se volvió frío, tanto como la ráfaga de viento que los azotó al separarse.

—Basta —pulgares presionaron fuerte en su piel —¡Deja de jugar! Eres malo y yo no lo soy —por poco Harry rueda los ojos. Parecía que el tema del secuestro de Ben no había sido superado aún. —¡Estás arruinando todo, lo estás arruinando en verdad! —si el pirata estaba alucinando sería un alivio, pues los iris de Jay reflejaban dolor y Harry solo esperaba no ser el autor de tal acto —ve con Uma y sé un villano, déjame ser un héroe en donde pertenezco, en Auradon.

Un brusco movimiento y sus brazos golpearon la pared con fuerza.

Se había ido, el jodido idiota había huido y sabía que nunca más lo volvería a ver, al menos lo creyó así en ese instante.

Harry Hook tragó saliva por el cruel recuerdo y una mano en su hombro le hizo desviar la mirada más que furioso.

—Todos se irán sin nosotros ¿Sabes? —Gil sonrió palmeándolo, el grupo caminaba por ese largo y mágico puente hacia Auradon, sin percatarse del paralizado Harry Hook a sus espaldas —Vamos, será divertido ver qué hay por allá.

—Sería más divertido quedarnos en la isla y meter nuestras cabezas en el excusado —dijo con una sonrisa, deshaciéndose del agarre y avanzando después.

No podía creer que ahora irían en busca de una princesa maligna.
Si esa maldita situación no habría surgido en primer lugar, la de pelo morado ni siquiera habría querido verlos vivos, Harry lo sabía muy bien.

Era una convenida situación.

Volvió la vista al frente y la figura de Jay se veía muy clara ante sus ojos. Otro lacayo parte del plan.
Esa espalda cubierta por un traje de cuero yacía a unos metros de él.

Harry avanzó más rápido.
Sus pasos firmes y sus recuerdos muy claros.

No podía entender cómo es que todo lo sucedido entre ambos había terminado por una estúpida duda y un embrollo de mierda, pero Harry ya estaba cansado de ceder y de rogar.

El pirata gruñó sin apartar la vista y cuando su objetivo estaba solo a un centímetro de él, decidió sonreír al fin.

Los segundos se detuvieron por un instante.

—Seré muy corto, lindo —una respiración se paralizó y, cuando su brazo cubrió esos anchos hombros, la suya también lo hizo —Iremos a Auradon como tanto querías ¿No es así? —susurró, casi rozando esa tentadora mejilla.

Jay cerró los ojos y siguió con su camino, aguantando la ira y otros sentimientos intentando surgir en ese momento.

Quería apartar a ese chico de la discordia y correr lejos para no caer en su engatusamiento, más eso sería realmente contraproducente, especialmente si nadie parecía prestarles atención ahora.

Quizás la paranoia entró en su cabeza, el miedo de que alguien sospechara o viera algo más que una simple broma a tal acercamiento personal fue la principal causa.

—Apártate, Hook —su voz sonó calmada y aquello lo relajó.

El nombrado respiró hondo y casi jadeó contra la piel del asiático cuando lo escuchó.

—Vamos, Jay. Sé que no me quieres aquí, tampoco estoy muy cómodo acercándome a ti mientras ruego de tu jodida atención —casi escupió las últimas palabras, mientras inclinaba la cabeza e intentaba buscar esa mirada con ira, él era quien se encontraba furioso ahora. —Pero nos necesitan... me necesitas, preciosura, y vas a meterte en una mierda tan enredada que no te librarás de mí tan fácil.

Jay no quería hacerlo, no quería mirarlo, no quería caer en esos castaños ojos.

Tarde vino su arrepentimiento, porque su ceño fruncido se relajó cuando se percató de esa coqueta sonrisa y de la mirada fulminante.

No podía ser tan débil.

Sus pies avanzaban, ambos lo hacían, más sus ojos se mantenían fijos en los del otro. Esa cercanía dulce y conocida estaba confundiéndolos.

Las miradas lo dicen todo ¿No es así?

Pues, esta vez, Harry tenía una que incitaba al odio y a la tentación, Jay lo notó muy claro y quería decir muchas cosas ante ello, sentía una enorme culpabilidad ahora.

—Solo aguanta un tiempo, porque cuando todo termine, me iré para siempre —la cómoda piel se separó de su cuerpo y unas botas retrocedieron algunos pasos.

Pronto Uma habló, un par de murmullos llegaron y tras del hijo de Jafar sonaron algunas risas.

Jay quería gritar y tomar lo que era suyo, pero sabía que eso ni siquiera a acercaba a lo correcto.

Carita Hermosa (Jarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora