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Capítulo 1
Papeles

"No olvidéis que yo no puedo verme, que mi papel
se limita a ser el que mira el espejos"

Jacques Rigaut

O

  Las nubes aún no cubrían al sol.
La cuidad estaba en su malas tardes, la urente lámpara de luz tenía puesta nueva pilas. Los jóvenes sufriría de un quemado cual salvavidas brasileño, pero lograron: unos quedarse a comer debajo un árbol, y otros en volver a la academia o a cafetería. Varios maestros incluso temían que las luces ultravioleta dañarían la piel de los jóvenes e decidieron que era mejor dejarlos irse antes de la tarde. Cada alumno estaba emocionado por la noticia y pasaron su tiempo tomando el refrigerio, preparando sus trabajos para las primeras horas.

Entre ellos.
Uraraka tapa el sol con un dedo.

  —Uraraka-chan... Lo que haces es como escribir una canción triste estando feliz.

  —Eso es lo que me gusta, entre más difícil sea el reto más gratificante será el resultado, podemos escribir poesía hasta usando sillas.

Alumnos del A-1 reposaban su cuerpos debajo un árbol, estaban agotados por las prácticas con los maestros, era por fin su tiempo libre, con su alimentos balanceados -otros chatarra-. La dama creadora leía un libro mientras que el chico turbo agitada los brazos alterado por no hallar su almuerzo. Por otro lado, Midoriya no paraba de anotar la frase que había dicho la chica antigravedad, quien, sonrisa en grande, con los ojos incendiados.

  —Creo que te has metido mucho en tu personaje, Ochako —refuto Momo, leyendo el diálogo

  —¡Patrañas! —Dio un sorbo a su juguito de naranja, hasta sacarle la última gota y lanzarlo en la cara de Iida—. ¡Mis acciones y palabras no nacieron para ser escritas en un papel que todos olvidarán al día siguiente! ¡Todo nació para ser descubierto como mi moralejas, es como tirar una cáscara en el....

  —Dime un nuevo color —le interrumpió Momo al darle una probada a su postre.

Como si fueran lanzados un objeto punzante al ventanal de un carro, la alarma sonó por todo el cerebro de la muchacha antigravedad, los mini uraraka corrían buscando entre los papeles que se quemaban al roce. Sus manos dejaron de ser para romper la gravedad sino para quedarse en tierra tanto hasta para enterrarse sin pala. Sus labios fueron mordidos, tanto hasta volverse rojos como su rostro, que parecía como un bomba en cuenta regresiva.
Los pájaros carroñeros dejaron de descansar en los nidos y sobrevolaron encima de los jóvenes.

  —Genial, quemaste su cerebro.

  —Ya no tenemos nota.

Desde ese descanso, Uraraka no volvió a ser la misma. Dónde en varias ocasiones gritaba un color que ya exista o simplemente no tenía coherencia.
Su grupo pensó que había sido mala idea elegirla aquella vez como la protagonista del proyecto; de los errores se aprende, recordaron de Uraraka día antes de la tragedia del color maldito.

  —¡Diarrea!

La tiza dejo de escribir, y el salón dejo de emitir sonidos. Se les había informado a lo maestros de la condición que pasaba la estudiando Ochako Uraraka, y debían darle una mejor atención, toda lo racional y lógico se había ido a flote.

  —Señorita Uraraka, siéntese y deje de estar gritando

  —Sensei, tengo razones para hacerlo, necesito igualarme a mi personaje porque después termino siendo un fracaso, no quiero eso, no quiero ser un fracaso cual persona secundaria, o cascara de huevo, en la basura y toda rota. Sensei, yo...

Vendajes Sucios      | Aizawa Shouta & Lectora | •BNHA• (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora