Prólogo

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La estación de policías estaba como todos los días tranquilos, en pocas palabras era un completo desastre. Teléfonos sonando cada cinco minutos –cuando hay más trabajo, suenan cada dos-, policías moviéndose de un lado a otro, ya sea por papeleo o encerrando alguno que otro adicto o ebrio que gritaba desde las celdas que estaban en la oficina. De igual forma no se podría esperar algo más en New York, tal vez esas cosas no pasaban en otros lugares pero aquí era diferente, como si todos los criminales se vinieran a vivir a esta ciudad.

-¡Ese no es mi problema!- claramente se pudo escuchar la voz del oficial James Barnes. El mejor detective que había en los últimos años y que al parecer, no se salvó de ser enviado en aquel nido de crimen.

-Pero señor...- una chica venia detrás de el, usaba unos lentes grandes y una bata de laboratorio. Daba pasos pequeños pero rápidos en un intento por seguir el paso del oficial.

-Ya te lo había dicho Verónica, deberían hablar con narcóticos y que les den una respuesta- se sentó suspirando en su silla mientras veía a la angustiada chica retirarse, ella no tenia la culpa de la negligencia de los departamentos.

-Veo que el día empieza bien- dijo un hombre sentándose en el escritorio enfrente de él. Un rubio de ojos azules y sonrisa divertida, Steve Rogers, su compañero.

-Y se pone mejor- sonrió aventándole unos papeles- tenemos un caso, no hay mucha información al respecto, pero los medios ya están moviéndose y sacando especulaciones- Steve asintió, revisando los papeles y mirando las fotos de dos cuerpos, apenas iban dos muertes.- Estoy seguro de que se mueren por que haya un tercer asesinato-

-Los medios lucran con el morbo, un asesino serial les vendría bien- suspiro haciendo una mueca por sus propias palabras cargadas de indiferencia. No era su intención, pero a veces los medios eran un asco.

-Y no quiero decirte como les vendría este asesino- tomó de su café, sintiendo que comenzaba a enfriarse por haber estado discutiendo con los laboratorios- y más con la brutalidad de sus asesinatos-.

Lo que menos quería el departamento de policía era tener un asesino suelto y que los noticieros comenzaran a infundir pánico en las personas. Ya comenzaba a escuchar los gritos de enfado y rabia de su jefe contra la prensa.

Miró de nuevo las fotos, había dos chicas en ellas, ambas desnudas, con múltiples puñaladas en el estomago y con el cuello cortado. Se preguntó en su cabeza quien estaba tan enfermo como para cometer un crimen tan atroz como ese. ¿Quien demonios se creía?.

-Podríamos ir a investigar en las casas de las victimas- dijo Steve terminando de leer el archivo y cerrándolo- podemos empezar por ahí-.

James asintió mientras agarraba su abrigo y las cosas que necesitaba, algo le decía que no encontraría mucha información con la familia de las chicas, esperaba que al menos estuviese equivocado.

Subieron al auto mientras Steve conducía, odiaba perderse en sus pensamientos cuando se trataban de ese tipo de casos, pero no evitaba que su estomago se revolviera ante las imágenes que estaban en esas fotos. Eran apenas unas niñas, niñas que simplemente salieron de su casa y no supieron que jamas iban a volver. ¡Joder, que maldita impotencia sentía!.

















Anthony era un niño que se podía catalogar como todo menos normal. Un chico bajo que aparentaba menos edad de la que parecía, con unas gafas redondas y siempre vistiendo algún traje bastante caro, cortesía de su padre. Pero incluso con toda esa vida de lujos, él era un chico interesado en otras cosas. Sí, era cierto que estaba estudiando ingeniería eléctrica, pero eso era por su padre. Tony siempre vivía metido en sus cuadernos, un verdadero apasionado por el terror e historias de esa índole. Escribiendo e inventando tantas cosas.

NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora