Capitulo 3: Aunque en el cielo hoy no hay estrellas, yo aún sé que ahí están

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La ahora reina Priscila pidió a su leal caballero que partiera en su misión, mientras ella permanecía donde pertenecía y le necesitaban, su querido reino de Erandia.

Aunque fugaz el ataque en la ciudad había dejado daños considerables en diversos puntos, una taberna resulto incendiada y el fuego se extendió por varias casas, la ciudad se había encontrado sumido en el miedo durante el ataque que solo después de varias horas y con la ayuda de aventureros que habitualmente pasaban por el lugar los guardias de la ciudad lograron repeler a las criaturas oscuras.

Para su mala suerte fue cuando se enteraron de la muerte de la reina y sus caballeros que el pánico realmente comenzó a correr entre la población, la gente gritaba cosas y entre ellos mismos se atacaban, algunos decían que era la furia de Saint Cuthbert por permitirle a los creyentes de otras religiones predicar sin castigo, otros creían que era el presagio de una profecía que auguraba el despertar de un ser oscuro y todos estaban condenados pero la verdad la vio la pobre reina en persona, no se trataba de ningún dios (almenas no ninguno de luz) ni de una profecía, solo la ambición humana tratando de arrebatarle una vez a las personas la paz y alegría solo para obtener poder.


aquella noche el rumor corrió rápido por la ciudad mientras la sangre de la sala del trono se derramaba por los escalones de mármol y los ciudadanos se apresuraban a apagar fuegos, la reina había caído, solo había dos supervivientes, entre ellos la princesa heredera, los guardias de la ciudad temieron pues no sabían cómo reaccionaría la ciudad pero para sorpresa de todos los más cercanos al castillo vieron como una figura en vestido blanco con dorado, los colores del reino, se paró en silencio en el balcón que su madre hacía para dar anuncios públicos y contemplo por un rato el cielo nocturno mientras la gente comenzaba a acercarse curiosa y entre ellos se avisaban, nadie sabía que había ocurrido realmente y por los rumores no esperaban que la princesa apareciera en un buen rato.

La joven Priscila que hace algunas 7 horas era apenas una niña alegre contemplaba las constelaciones en profundo silencio, en una ocasión así tendría a su grupo de caballeros reales vigilando su espalda dándole seguridad pero tras ella bajo la sombra de un árbol solo había una mirada cuidando de su presencia, observo el nocturno horizonte por lo que para su mente fuesen unos pocos segundos pero cuando finalmente bajo la vista con un porte solemne vio a más de un millar de personas observándola en el mismo silencio que ella se mantenía, en aquel momento del caos de personas corriendo no quedaba nada, solo podía oírse el sonido de los arboles moviéndose bajo una suave brisa otoñal, entonces la princesa hablo.

-Mi madre está muerta, ya deben saberlo. Los caballeros que tanto orgullo portaban a la heráldica de Erandia murieron protegiendo a su monarca. Yo, la princesa Priscilla lichtlumina Liriumdel, primera con mi nombre y heredera del trono imperial de la vieja Imberia asumiré mi cargo como reina de este Lugar que durante tantas generaciones invicto se ha mantenido si me aceptan como su monarca... No permitiré que nadie amenace las vidas de este pueblo que tanto le costó crecer, pronto sabremos a que enemigo nos enfrentamos y, como durante la larga dinastía lo hemos hecho, aniquilaremos todo el mal de estas tierras en el nombre de la luz y nuestro señor, es lo que mi madre.....la reina Girel hubiera esperado de su legado, no se confundan, no soy solo una joven inexperta, me he preparado para este momento toda mi vida, prematuramente ha llegado pero estoy lista para afrontar esta dura prueba y sé que también ustedes lo están, pronto saldrá el sol y con él un nuevo amanecer, no puedo prometerles venganza porque eso no es lo que hemos aprendido de nuestro señor pero si les traeré justicia así me tome el resto de la vida, les doy mi palabra como reina de Erandia, Heredera al trono de Imberia y una hija que acaba de perder tanto como muchos de ustedes esta tarde, su dolor y lágrimas son los míos, juntos traeremos luz nuevamente a este bello reino que siempre hemos llamado hogar.

La sombra de ImberiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora