Capítulo 6: Tambores de Prielus.

22 0 0
                                    


La reina Priscila veía desde el balcón real que daba a la gran ciudad como la calma y tranquilidad volvía a la normalidad, un mes casi había pasado ya desde aquel terrible día y ella no dejaba de tener pesadillas todas las noches, aparte de ello la preocupación la había estado consumiendo desde que envió a su fiel soldado Astorias a Rudania, desde aquel día no había sabido nada de él, se sentía profundamente culpable de probablemente haberlo mandado a morir, envió una carta a Rudania para preguntar por la situación de su embajador pero no obtuvo respuesta.

Un mar de dudas, preocupaciones y dolor asediaban el corazón de la monarca pero ella sabía que pese a todo debía mantenerse firma y no mostrar duda ni miedo pues aquello era como una enfermedad que se esparcía rápidamente, pero algo no estaba bien, de eso estaba segura, no podía estar tranquila un momento, había mandado a reforzar la vigilancia en todo el perímetro del reino y capturar a todo sospechoso de usar magia oscura, necromancia o rendir culto a dioses malignos para interrogarles, no sabía si su enemigo tenia aliados en la ciudad o aun peor, si se encontraba en ella, pero haría lo necesario para encontrarlo.

En el sureste por otra parte a varios cientos de kilómetros de la capital de Erandia se encontraba la vieja ciudad de Prielus, tan antigua como la misma capital y fortificada desde tiempos antiguos vigila la frontera del reino, en ella una pequeña guarnición del ejercito permanece en las murallas y las calles buscando el menor rastro de presencias malignas, entre las filas haciendo ronda se encuentra un joven Leonard Lean, soldado novato pero con gran ambición cuando un capitán de guardia se acerca a él y sus dos compañeros.

-Leonard, el Capitán Ruderick de exploradores ordena que se dirijan los 3 para allá de inmediato, les toca salir de la ciudad.

-Pero si acabamos de regresar de vigilar el perímetro ayer, nosotros...-guardo silencio de inmediato al ver la cara de malhumor y seriedad de su capitán-quiero decir, ¡si señor!, en breve nos presentaremos con el capitán Ruderick!

-bien, no demoren.

Sin muchas más opciones se apresuraron a la puerta sur de la ciudad donde llegaron con el capitán de las exploraciones perimetrales, subieron a sus caballos, Leonard detestaba esas misiones, por algún detalle estúpido podían extenderse durante horas para llegar a la conclusión de que en realidad no era nada haciéndoles perder el resto del dia.

-hoy será sencillo muchachos- Soltó el capitán Ruderick, solo seremos los 4, cabalgaremos al sur hasta la torre de vigilancia preguntaremos si han visto algo raro o si necesitan algo y desde ahí daremos un rodeo a la ciudad por el bosque.

Sonaba más sencillo que las 3 rondas a la ciudad que se habían hecho el día anterior pero la ida hacia la torre tomaba casi lo mismo, en un momento comenzaron a cabalgar hacia el sur charlando de cosas que los jóvenes a su edad suelen ser la mayor de las preocupaciones, chicas, dinero y familia hasta que el capitán tenía que callarlos cada poco para poder poner atención al entorno y que ellos hicieran lo mismo, cabalgaron a paso calmo por más de una hora hasta que lograron divisar entre los arboles la alta torre desde donde se vigilaba el camino hacia el sur, se acercaron lo suficiente para desmontar pero el capitán levanto un puño, Leonard y sus amigos no recordaban bien pero si no estaba en un error aquella señal era de "alto".

El lugar permanecía en completo silencio mientras los árboles se mecían por el viento, Ruderick se mantuvo inmóvil en su montura unos segundos, después, un minuto.

-¿señor? ¿pasa algo?-pregunto Jonas al ver que su capitán no hacia ningún movimiento ni ruido.

-para ser un puesto de guardia deben ser muy inútiles si no se han dado cuenta de nuestra presencia, como para no asomarse por la ventana, eso o algo realmente anda mal...-Ruderick poso su mano sobre el pomo de su espada, el protocolo indicaba bajar y revisar el lugar pero el protocolo no señalaba que hacer en caso de escuchar un arco tensarse con rapidez.

La sombra de ImberiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora