Capitulo 4: Rudania (primera rueda)

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Monto en un carreta durante el anochecer tras despedirse de la nueva reina, aquel vehículo lo llevaría a Rudania, el reino más cercano a Erandia que perteneciese al viejo imperio de Imberia, el viaje no debería ser largo, no más de una semana sin embargo fue solo cuando abandonaron los gruesos muros de la ciudad y se adentraron en el sendero que el silencio se hizo presente, mas allá de las ruedas girando sobre el duro camino de tierra era la primera vez que el joven tenía tiempo en calma para meditar la situación.

Sus padres asesinados brutalmente, jamás volvería a verles y ni siquiera pudo despedirse de ellos, sus compañeros caballeros, algunos no le agradaban del todo, otros eran arrogantes y groseros pero hasta aquel momento no había entendido lo cercanos que eran para él, amigos, familia, había pasado cerca de ellos toda su infancia, muchos de ellos eran más que un tío o un abuelo para él, otros más de su edad casi hermanos, y su ultimo recuerdo de ellos era ver sus cadáveres partidos en piezas alrededor de toda la estancia sobre un cúmulo de sangre, la reina a la que juro proteger muerta frente a sus ojos sumiendo a toda una ciudad en la confusión, la pregunta de ¿por qué? el seguía vivo.

Eso no lo dejaba de acosar un momento, solo entendía que la única razón era para asegurar la supervivencia de la última descendiente de aquella sangre ancestral que había permanecido en el trono desde mucho antes de que se tuviera registro, no sabía a qué fuerza mística debía agradecerle el haberles salvado la vida pues era claro que aquel imponente poder no venía de dentro de sí mismo, algo había intercedido por él, algo que había asustado de sobremanera a aquel hechicero oscuro, única razón por la que escapo de aquel lugar sin terminar su misión.

Y ahora estaba el, solo, sin escuadrón de respaldo y sin su habilidad con la espada recuperada dirigiéndose a una misión que debería pertenecer a un héroe de leyenda, uno como el de aquel libro, sin duda el mismo no se veía reflejado en aquella figura pero entendía que no había nadie más para reemplazarlo en su misión ni soldados que le puedan acompañar por la deplorable situación de la ciudad que ahora más que nunca requieren a todos sus efectivos para mantener el orden.

La carreta avanzo a lo largo de los días y cuando solo faltaban dos para llegar a Rudania se detuvo en una ciudad fortaleza que servía de frontera entre ambos reinos para repostar suministros prepararse para el trayecto final. Bajo de la carreta y camino por el desgastado sendero de tierra por el que se notaba transitaban en gran cantidad por ahí.

Camino a una posada mientras el dueño de la carreta terminaba de hacer negocios y se sentó en la barra para pedir algo de comer y tomar, un hombre grande con una poblada barba se acercó a él.

-¿Puedo ayudarte en algo? ¿Cerveza? O ¿un plato de estofado tal vez?-pregunto el tabernero mientras comenzaba a limpiar un tarro con un trapo
-Un estofado y un poco de agua estaría bien buen señor. –llevo su mano a su bolsillo y saco unas monedas de plata poniéndolas en la mesa.

-claro, en un momento se los traigo –levanto una ceja al oír al extraño pidiendo agua y grito a quien estuviera en la cocina que preparara el pedido para el cliente.

-veo que viene de Erandia, ¿son verdad los rumores? ¿Que los demonios aparecieron y comenzaron a devorar la ciudad?

-Veo que los rumores corren rápido, no puedo hablar mucho al respecto pero es verdad, enfrentamos...enfrentaron criaturas malignas en la ciudad, pero todo está bajo control, debería tener cuidado, quien sea el responsable no debe estar demasiado lejos.

-No creo que quien sea responsable de algo así esté interesado en un simple tabernero, no es por mí por quien debería preocuparme, Rudania hacia donde imagino que te diriges, nunca les han agrado los Erandios y no pareces especialmente...poderoso, normalmente cobro por los consejos y la información pero inteligente seria quitarte esa armadura Erandica o cubrirla con algo

La sombra de ImberiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora