En ese momento nos detuvimos y Louis me quitó el pañuelo negro con el que me había tapado los ojos, y mis sospechas se volvieron realidad.
Ni siquiera le dediqué una mirada al lugar, cuando ya había volteado sobre mis talones y había visto a Louis, que sonreía mientras esperaba mi reacción.
____: ¿Es de verdad? ––pregunté incrédula.
Louis: Naturalmente… ––dijo sonriendo más ampliamente ante mi reacción.
Seguido de esto, por fin, desde que me había quitado el pañuelo de los ojos, me dediqué a mirar el lugar. Estaba exactamente igual a como lo recordaba: el mismo césped verde, que te llegaba como a media pantorrilla; el mismo campo sin ninguna otra casa más que la que habitaba el señor Bernhard y el gran establo de papá, o bueno, no estaba segura de que siguiera siendo de papá..
Podría haber seguido en ese estado de shock sentimental al ver gran parte de mi infancia pasada en ese lugar, de no haber sido por la voz de Louis.
Louis: Esta no es toda la sorpresa, espera a que entremos ––dijo risueño.
¿¡Había más!? Dios mío, este hombre quería que me diera un paro.
Me tomó de la mano y me guio hacia el establo. Cuando estuvimos enfrente de la puerta, sacó una llave, que se veía bastante vieja, y la introdujo en el cerrojo. Después de unos minutos de forcejeo, Louis logró abrir la puerta, para encontrarme con mínimo unos veinte caballos, en sus respectivos cubículos, sacando la cabeza y volteando hacia donde nos encontrábamos.
Louis me condujo a lo largo de todo el establo, hasta que llegamos a donde se encontraba la pared.
En el último cubículo se encontraba un hermoso caballo blanco. No estaba segura, pero por un momento pensé que ese podría llegar a ser mi antiguo potrillo, marshmallow, pero era prácticamente imposible. Realmente no sabía que había hecho mamá con él cuando me fui de Doncaster, pero tenían un gran parecido; los dos eran blancos, el mismo pelaje brillante, incluso tenía esa pequeña mancha café en el cuello.
Louis sonrió al ver que analizaba al caballo. Seguramente se había dado cuenta de que analizaba las posibilidades de que fuera marshmallow.
Volteé a ver a Louis esperando que tuviera alguna respuesta, y me sorprendió la proximidad a la que nos encontrábamos. Por un momento contuve la respiración, y me dejé envolver en su aroma. «Vamos ____, ¡enfócate!» Me dijo mi voz interior, que me hizo regresar a la realidad.
____: Lou… ––dije en un susurro–– ¿Es… es él? ––mi voz tembló un poco al formular la pregunta por la emoción que podría causar la respuesta.
Louis: ––sonrió–– Sabía que no lo olvidarías. Y creo… ––dijo mientras veía a marshmallow–– que él tampoco te ha olvidado a ti.
Volteé y vi que el hermoso caballo no despegaba su mirada de mí. Me acerqué y le acaricié el hocico, las orejas y el cuello. Después me volteé hacia Louis y pregunté:
____: ¿Puedo montarlo? ––pregunté sonriente.
Louis: ¿Crees que te traje aquí solo para que lo vieras?
____: ––touché–– ¿Entonces sí puedo montarlo? ––pregunte emocionada como niña pequeña.
Louis: ––rió–– ¡Por supuesto que sí, princesa!
Abrió la puerta de donde estaba marshmallow y colocó sobre él una de las sillas para montar. Después abrió otra puerta y sacó a un bonito caballo negro, aún más grande (de tamaño) que marshmallow y también colocó sobre él una silla de montar. Sacó a ambos caballos del establo y cuando estábamos afuera subió al suyo con la mayor facilidad, como si de verdad no costara trabajo.
Me acerqué a mi caballo e intenté subir, pero había algo, llamado miedo, que me lo impedía. Me daba muchísimo miedo caerme mientras estuviera subiendo, o ya cuando estuviera arriba. Tal vez mi mirada me delataba, porque pasados unos minutos Louis bajó de su caballo y me ayudo a subir al mío. Saber que estaba él, por alguna razón, me hacía sentir segura. Enseguida él volvió a subir al suyo.
Louis: ¿Aún recuerdas el camino al viejo lago?
____: ¿Estás bromeando? ¡Sería imposible olvidarlo! Lo recorrimos unas mil veces cuando éramos niños.
Louis: Entonces te propongo una carrera.
____: ¿No te fueron suficientes las derrotas de cuando éramos pequeños? ––pregunté risueña.
Louis: ––soltó una carcajada–– ¿Derrotas? Si yo siempre ganaba.
____: ––ahora fui yo la que soltó la carcajada–– ¡Dios! Nunca en tu vida me ganaste.
Louis: ¿Quieres apostar que esta vez sí te gano? ––dijo desafiante.
____: ¿Estás aceptando que nunca me has ganado? ––dije sonriente.
Louis: ¿Aceptas o no?
____: Preparate para perder, Tomlinson. ––dije segura, pero unos segundos después, mi seguridad se esfumó.
¿¡Qué demonios me pasaba!? Tenía como seis años sin montar en un caballo, y ahora quería hacer una carrera, y para acabarla, ¡contra Louis!
Además del futbol y cantar, cabalgar era una de las muchas cosas que Louis podía hacer perfectamente. Él había sido el que me había enseñado después de que papá decidió regalarme a marshmallow.
Iba a morir ahí.
Louis: ––comenzó a contar–– Uno…
____: Dos… ––dije con voz temblorosa.
«Tres.» dijimos al mismo tiempo, y sin siquiera pensarlo di una patada en un costado de marshmallow y la carrera comenzó.