1

6.4K 326 8
                                    

Abrí los ojos, pero no veía nada, estaba muy confuso. Lo último que recordaba era haber estado en aquella fiesta con mis amigos. Había bebido, si, pero no lo suficiente cómo para desmayarme o no tener la suficiente capacidad para recordar lo que había pasado. Intenté levantarme o mover alguna extremidad pero por algún motivo estaba atado. Me encontraba en un colchón, o al menos eso quería creer ya que cuando hacía pequeños movimientos podía notar un poco su textura. Empecé a impacientarme movía mis brazos y mis piernas intentando que se rompiera aquello que me tenía atado pero lo único que conseguía era hacerme heridas en esas partes acabadas de mencionar. Resoplé dándome por vencido a poder moverme. Empecé a gritar pidiendo ayuda sintiendo un dolor en mi garganta de tanto hacerlo, pero nadie me escuchaba. No sabía que hacer, me encontraba atado en un lugar desconocido y para colmo no había nadie. Me rendí y simplemente decidí quedarme callado y quieto intentando recordar cómo había llegado ahí.

Minutos después escuché el sonido de una puerta abriéndose y el sonido de pasos, pude identificar que se trataba de una sola persona. Noté cómo se hundía una parte del colchón y empecé a notar una mano en mi pómulo izquierdo. Estaba fría aunque por algún motivo cuando dejó de estar ahí aún sentía la marca de sus yemas. Su mano se adentró en mi cabello realizando leves movimientos.

Pero escuché una risa, era una risa burlona y baja, después de eso me dijo algo que me hizo estremecerme.

-Sé que estás despierto, pero no hace falta que digas algo, después de todo vas a estar produciendo sonidos toda la noche. Aunque belleza, tengo que decirte que esos sonidos no serán palabras.

Al escuchar su voz me quedé inmóvil, era una voz muy grave y por algún motivo me era muy familiar, intenté con todas mis fuerzas recordar quien era dueño de esa voz tan varonil y grave pero simplemente no podía recordar nada, no sé si fue por los nervios o por el alcohol que quedaba en mi cuerpo. Su mano dejó de moverse para desplazarse hasta mi camisa y lentamente empezar a desabotonarla. Lentamente abrió mi camisa notando un fuerte viento contra mi pecho y una de sus manos dirigirse a mi pezón. Juro que quise impedírselo o decir algo pero simplemente no pude, estaba inmóvil, no me salía ninguna palabra aunque lo intentara.
Empezó a tocarlo y poco después noté como algo húmedo empezaba a juguetear con él, también notaba su respiración, era ardiente y eso hizo que me estremeciera y soltara un corto pero intenso jadeo.
Volví a escuchar esa risa burlona y supe sin ninguna duda que mis mejillas estarían rojas.

Dejé de sentir su respiración y la volví a sentir cerca de mi cuello junto a su lengua. Esta iba recorriendo todos las zonas posibles mientras lentamente iba succionando y mordiendo por todo mi cuello dejando marcas mientras susurraba un casi inaudible "MÍO".

MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora