La caja de los relatos

¡Sorpresa, sorpresa!

Céntrate, míralo a los ojos cuando hables, respira, todo va a ir bien, voy a salir de esta...A quién quiero engañar, estoy perdida...

Dos policías armados me sujetan con fuerza a pesar de que estoy más débil de lo que nunca he estado y a pesar de no oponer resistencia, me hacen caminar hasta posicionarme delante del juez. Estoy aterrada, nunca había imaginado que llegaría a estar en este tipo de situación, veo borroso, tengo náuseas y quiero echarme a llorar, pero me mantengo lo más decente que puedo y levanto la mirada hacia el juez que me observa severamente, es ahí cuando los flashbacks me atacan.

...Sangre, hay mucha sangre, oigo las sirenas, me están arrastrando, ¿Qué pasa? ¿Dónde me llevan? ¿Es esto una pesadilla? Quiero desaparecer...

* * *

Era ya muy tarde cuando me dieron ganas de ir a comprar unas bebidas y unos snacks, me vestí rápidamente con lo que tenía cerca, me puse unas pantuflas y desgraciadamente, sin cerrar la puerta de casa me dirigí a la pequeña tienda de comestibles que había en mi barrio. Compré lo que solía comprar siempre, le sonreí amablemente a la tendera como hacía siempre y volví a casa por el mismo camino de siempre. Sin embargo, algo que no ocurría siempre me detuvo, un joven tapado hasta el cuello que silbaba una melodía melancólica pasó por mi lado, me observó durante unos segundos y tras sonreíme sarcásticamente me susurró "Sorpresa, sorpresa", después simplemente siguió caminando. Me dejó perpleja durante unos instantes, pero decidí seguir con lo mío, subí rápidamente las escaleras del edificio y me metí en mi apartamento. Lo que presencié me dejó petrificada, las bolsas me resbalaron de las manos y las bebidas estallaron en el suelo mezclándose su contenido con la sangre que me tenía aterrorizada. Había un cadáver en el suelo, estaba cubierto de sangre y cuando fui a comprobar su rostro descubrí que era mi jefe, me aparté del cuerpo como si quemara, estaba en shock, no tenía idea de que hacer y cuando comenzaron a sonar las sirenas era demasiado tarde.