La noche anterior al torneo, Haru y Rin ya se habían marchado y Makoto disfrutaba de una cena de sobras con sus hermanos.
—Desde que te fuiste, Ren y yo comenzamos a cuidar de los gatos que tú alimentabas, pero Ren un día tuvo un accidente muy divertido —Ran reía solo de recordar el incidente.
—¡Ran! —Su hermano opinaba lo contrario— ¡Prometiste no contarlo!
—Prometí que no le iba a decir a mis papás, pero no te prometí no decirle a mi hermano.
Ren hizo un puchero y Makoto tuvo que reprimir una risa para no herir los sentimientos de su hermanito. —Ya, ya... no deberías contar la historia de alguien más si esa persona le da tanta vergüenza, no te gustaría que hicieran lo mismo.
—Oh... —Ran hizo una mueca, pero entendió— ¡Ah! Pero sí puedo contarte algo gracioso sobre el gato negro que cuidabas, ¿verdad?
—Sí, puedes contarme esa historia. ¿Cómo está Kuro?
—Muy grande e igual de gruñón que siempre, pero ya confía en nosotros.
—Ya veo. Kuro es un poco difícil de tratar, pero qué bueno que se ganaron su confianza.
—Sí. Al principio cuando te fuiste los gatos no confiaban en nosotros, pero luego comenzaron a acercarse como lo hacían contigo.
—Excepto Kuro, él seguía desconfiando y se quedaba lejos —contó Ren.
—Pero no dejamos de insistir hasta que un día al menos comió del plato que le dejamos apartado de los otros gatos.
—Y así seguimos hasta que apareció un nuevo gato negro con la cara y las patas blancas. Es un poco más grande y gordo que Kuro, y comenzó a robarle su comida, así que tuvo que acercarse a nosotros para asegurarse de recibir su comida a tiempo.
—Pero entonces el otro gato también se acercó y se paraba sobre él con tal de obtener primero su porción.
—Al principio Kuro parecía haberse resignado a que el gato se paraba sobre su lomo y apoyaba las patas delanteras sobre su cabeza para alcanzar más alto.
—Pero un día, cuando el gato estaba por recibir su pescado, Kuro se paró en dos patas y el otro gato cayó de espalda por sorpresa. Kuro se comió el pescado primero y se marchó muy orgulloso.
Makoto rió imaginando a su amiguito peludo ante ese dilema y podía imaginarlo perfectamente con un porte orgulloso luego de haber reclamado su lugar. Ren y Ran siguieron contando historias divertidas sobre los gatos durante el resto de la cena.
...
Era la hora de la cena en el recinto deportivo, Haru y Rin compartían la mesa con el tercer miembro de su grupo, un joven un año menor que ellos con abultada cabellera rubia y grandes ojos rojizos que en conjunto con sus facciones suaves le daban una apariencia mucho más joven que su verdadera edad. El chico llamado Hazuki Nagisa era del tipo parlanchín y sober entusiasta que aún con la boca llena de comida no dejaba de discutir con Rin sobre una película que ambos habían coincidido en ver por la televisión uno de esos días. Haru no sabía de qué estaban hablando así que pronto se perdió en sus pensamientos. Habían probado la piscina esa tarde, así que no tenía ansiedad por ir al agua pronto. Su mente estaba prácitcamente en blanco.
—¿Haru? —la voz de Rin lo devolvió al ruido del comedor. No solo la forma en que le habló sino la expresión de su rostro le mostraban que estaba perplejo por una razón que no tardó en explicar. —Haru, ¿estás sonriendo?
Nagisa que se sentaba al lado del pelinegro se giró hacia él para observarlo y exclamó con sorpresa. —¡Oh! Haru-chan está sonriendo.
Esto fue suficiente para poner serio a Haru, aunque la expresión no le duró demasiado pues fue interrumpida por una risa ahogada.
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Cada día te siento más cerca
Fiksi PenggemarEl universo debía estar bromeando con todo el asunto de las almas gemelas. ¿Cómo era posible que en un mundo tan basto hubiera tan solo una persona destinada a ser tu compañera de por vida? ¿Cuáles eran las probabilidades de cruzarte con esa persona...