A la mañana siguiente, Ruth estaba emocionada por ver a los nuevos vecinos y es que ella esperaba que alguien trajera alguna vecina niña. Cuando me pidió un mejor amigo nunca me dijo que quería que fuera una vecina, tampoco dijo si quería que fuera hombre o mujer; es por eso que los humanos deberían aprender a especificar los deseos.
Por fin era fin de semana y su madre lo pasaría a su lado, sólo que estaba tan cansada de trabajar que lo único que quería era seguir acostada en cama o por lo menos quedarse en casa; ese tipo de acciones que los niños no entienden. Ruth se paró temprano pensando qué tal vez podría visitar a los vecinos; levantó a su madre también, quien en verdad añoraba su cama. Ambas tomaron una gelatina pequeña que tenían en su refrigerador, y en pijama se dirigieron a la casa de los vecinos.
—Parece que no hay nadie —decía su madre tocando desesperadamente el timbre.
Ruth se asomaba por las ventanas. Todo estaba oscuro, sólo se alcanzaban a ver un par de muebles costosos dentro y todo estaba completamente desordenado.
—Vámonos a la casa, Ruth. Aquí no hay nadie. Seguramente los vecinos tardarán en venir. Tal vez sólo sea su casa de vacaciones, o no sé... —decía adormilada.
—¿Entonces puedo ir a visitar a Lauri?
—Vas a quedarte en casa conmigo, señorita —decía tomándola de la espalda y guiándola a casa—-. No pasamos mucho tiempo juntas y por lo menos quiero disfrutarte los fines de semana.
La verdad es que Ruth estaba tan acostumbrada a estar sin su mamá en este punto, que ni siquiera lo había pensado. De hecho, sentía que su mamá comenzaba a estorbarle un poco; ella quería salir con Lauri para que le siguiera enseñando finlandés, ya que parecía que no habría una nueva vecina.
Y de nuevo comenzó a caer nieve y ambas volvieron a casa. Su mamá le preparó un chocolate caliente. Cada día faltaba menos para la navidad y no habían puesto su árbol aún; a veces se preguntaba si tendrían uno, ya que mamá se veía bastante cansada de trabajar como para ir a comprar uno y ella no podría ir a hacerlo. Guinness, por otro lado, parecía que se volvía más grande rápidamente; siempre estaba lista para la aventura y para la acción. Ruth esperó a que mamá se volviera a dormir, mientras le ponía en la televisión una película infantil. Tomó a Guinness con su correa, y salieron de ahí en silencio dirigiéndose a paso apresurado a casa de Lauri.
Una vez que llegaron a la casa, esperaron a fuera; para ver salir o ver entrar a Lauri, lo que ocurrió fue que lo vieron salir...
—¿Y tú qué haces aquí? No doy clases los fines de semana... —exclamó Lauri al verla.
—Quiero seguir aprendiendo —contestó con timidez.
—He dicho que no. Mi abuelo amaneció muy enfermo y tengo que cuidarlo.
—¿Qué le ha pasado?
—Parece que tiene pulmonía, estás nevadas no le hacen bien a nadie —decía viendo la nieve caer—; pero bueno, ve a casa.
—Oye, Lauri, parece que tendré un vecino nuevo. ¿No te gustaría ver su casa?
Lauri abrió sus ojos llenos de sorpresa; no esperaba tal propuesta. Y es que él era un niño muy curioso y en verdad quería saber que podía haber en la casa del vecino. Así que finalmente, tras una difícil decisión; ambos caminaron tomados de las manos hacia la casa del nuevo vecino, acompañados por Guinness. Estando ahí, se asomaban por las ventanas viendo cajas de cartón enteramente llenas de objetos que parecían de mucho valor. No había señales visibles de ser una pareja con niños. De hecho, tampoco podían deducir que fuera una pareja.
Yo decidí traspasar la pared junto con el Universo de Lauri, y ambos encontramos señales de que en las cajas si había objetos de pareja y de un niño.

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Lo que Calla el Universo© #Wattys2022
SpiritualTítulo: Lo que Calla el Univero ©. Autor: Makayla. Ilustración del libro: Cuadros del autor ©. 4- Primer edición. Todos los derechos reservados. Obra registrada y protegida por los derechos de autor. Queda prohibida su reproducción o adaptación t...